El 'Barrio Kabañas': un año sin Salvador y sin goleador en el América
Al Barrio Kabañas, un vecindario que se convirtió en santuario al Club América en el sureste de la Ciudad de México y ferviente admirador del delantero guaraní Salvador Cabañas, sólo le queda el nombre y el recuerdo de un buen jugador. Su pasión por el equipo ha descendido poco a poco y ya no saben quién anotará el próximo gol mientras el club no se repone de las últimas derrotas.
Cuando el jugador paraguayo recibió un balazo en la cabeza hace un año , los habitantes escribieron su nombre en todo lo que podían y levantaron murales en su honor. El barrio era amarillo y azul. La gente no dejaba de hablar de la salud de Cabañas.
Orgullosos por llevar el apellido del goleador de su equipo como nombre de su colonia, Las Cabañitas, la palabra Kabañas se veía en los muros, en la ropa, en las fachadas, como símbolo del apoyo al jugador. La gente vestía los colores del equipo como uniforme de luto. Las pintadas estaban frescas y brillantes.
Justo la mañana del 25 de enero de 2010, Arny, una joven de 17 años, no quiso ir a la preparatoria, lloró al enterarse del incidente de Cabañas en el bar Bar y fue al Estadio Azteca a rezar por su recuperación o al menos para que no muriera.
Después de que la agresión al jugador se convirtiera en el punto final de su carrera en el equipo y en el futbol , Rosa María Maldonado, Arny, prefirió seguir siendo americanista antes que cabañista.
Para Arny, las complicaciones de la esposa de Cabañas, María Alonso, con el América por problemas económicos e incumplimiento de contrato son motivos suficientes para convocar sólo "una pequeña reunión, le recemos un poco en el estadio, pero no en las instalaciones (del club). Ya no es su equipo".
Arny es el reflejo de una afición que no ve respuesta de su equipo ni en los partidos ni con Salvador. Ahora ver los partidos "es la rutina de los domingos, una costumbre" y ya no un festejo en grande, con pasarela de playeras. "Al equipo le ha ido mal".
Su sueño era estudiar contaduría y trabajar para el club. "Ellos piden recomendaciones de empresas muy grandes, de escuelas muy importantes, y no te aceptan". La dueña de un santuario de artículos del América acepta que nunca formará parte del equipo al que admira desde que nació. Porque todos los que nacen en ese barrio, son americanistas, decían hace un año.
"Olvidar a Cabañas sería más fácil si encontráramos a un buen goleador", cuenta Hugo, el pintor de las mantas conmemorativas. Mientras, intenta recordar cuándo el paraguayo dejó de ser importante para ellos y para el equipo, sin saber qué sucedió primero.
"Con el tiempo, se nos olvida" dice Hugo respecto a la ausencia del delantero durante un domingo de partido en el que viste de negro casual y no lleva la playera.
José Luis Maldonado, padre de Arny, y Enrique, el que era propietario del local que abastecía de cervezas durante los partidos, aceptan que Cabañas les "hace falta", pero no especifican si al equipo o al barrio.
En el corazón de Coapa, al Barrio Kabañas, entre pintas polvosas y murales borrados, sólo le quedará la ilusión de que el nombre que lleva es el apellido del que regaló 66 goles a su equipo, el América, y quien pudo portar, nuevamente, el número 10 en su uniforme después de Cuauhtémoc Blanco, su otro héroe.
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