Julio César Chávez Jr. quiere alcanzar la gloria de su legendario padre
Cuando Julio César jugaba con su hermano Omar a ser boxeador como su padre, el apellido Chávez y todo el legado que encierra no era una presión que los acompañara. El Hijo de la Leyenda ahora trata de figurar en un mundo donde siempre se le asocia al profundo recuerdo que JC Chávez dejó como uno de los mejores púgiles en la historia.
Julio César Chávez Carrasco nació el 16 de febrero de 1986 en el momento que su padre se ganaba con el poder de sus puños el sobrenombre del César del Boxeo. Era un mundo perfecto para el primogénito del más grande boxeador mexicano, en el que su contacto con un ring era para formar parte de la caravana que acompañaba a Chávez en los momentos previos a sus combates.
Desde hace siete años, cuando el junior comenzó su vida profesional en el boxeo, JC Chávez es parte de sus caravanas, como la que saldrá el sábado al estadio de los Dorados en Culiacán cuando se mida ante el estadounidense Billy Lyell . La considera la pelea más importante de las 43 que ha realizado porque supondrá un termómetro para saber si está listo para afrontar su primera pelea por un cinturón mundial.
Para el junior, esa época en la que tener el apellido Chávez era un confort ha cambiado. Decidió recorrer el camino empedrado de oro que su padre recorrió a lo largo de dos décadas, en los que ganó siete cetros mundiales en tres divisiones diferentes.
Julio César Chávez dejó una profunda marca que acompañará a sus hijos, aún sin quererlo, al punto más exquisito: ser ídolo de México después de batir a los mejores de su época como Mario Azabache Martínez, Meldrick Taylor, Héctor El Macho Camacho o Edwin Rosario, sobresalientes rivales de una larga lista con los que estableció récords como el de 29 defensas exitosas de sus campeonatos o 37 peleas de título mundial.
De ese mundo de fantasía en el que Julio César y Omar crecieron, sólo queda la añoranza. Ambos han pasado por momentos complicados como boxeadores mientras afuera del cuadrilátero es su padre el que sufre durante las veladas de sus combates.
Mientras la historia de JC Chávez fue aderezada con miel a lo largo de 14 años con marcha invicta de 1980 a 1994, sus hijos han tenido más trabajo para asemejar esa andadura.
Julio lleva una foja de 41 victorias y un empate que dejó dudas cuando en 2008, ante el estadounidense Matt Vanda, el palenque de Hermosillo terminó en trifulca con el público volcado en su contra cuestionando su victoria y su padre arengando a los inconformes, lo que lo llevó a pensar en el retiro.
Omar, nacido el 1 de abril de 1990 y con marca de 25 triunfos y un empate, vivió su dolor más profundo después de que el 18 de julio de 2009 mandó a la lona a Marco Nazareth en el cuarto asalto y se enterara cuatro días después de que su oponente había fallecido. Para el César del Boxeo, fue un penoso accidente que él nunca vivió, a pesar de que sus golpes eran devastadores.
Los momentos difíciles de los herederos de Chávez no pararon ahí y cuando parecía enfilada la oportunidad para Julio de buscar un campeonato mundial, tras vencer al estadounidense Troy Rowland el 14 de noviembre de 2009, la Comisión Atlética de Nevada lo sancionó siete meses tras arrojar positivo de una sustancia diurética en un control antidopaje.
Ahora, Lyell aparece en el camino. Una buena demostración le dará al mayor de los hijos de Chávez la oportunidad de retar al alemán Sebastian Zbik por el cetro de los medianos del Consejo Mundial de Boxeo .
De aquellos niños que jugaban a un día ser como su padre, sobrevive el deseo y la admiración, aunque acercarse a los éxitos que acumuló JC Chávez raye en lo imposible para cualquiera que lo intente.