Tango y futbol, una sufrida pasión en todo un país
El escritor argentino, Jorge Luis Borges, definió al tango como el baile de los maridos afligidos. Lo que comenzó en sitios cutres y escondidos, con luces coloridas que le daban la señalización de lo prohibido, se convirtió con el tiempo en el atractivo turístico de las calles de San Telmo . Arde Argentina con la Copa América y con el baile, algo que no les decepciona como su selección y se lamen la heridas con el recuerdo de Carlos Gardel y Astor Piazzolla.
“La gente que visita Argentina va a comer carne, ver futbol y bailar tango, son las tres cosas ideales. Además para nadie es tan complicado aprender, en una día sales bailando porque el tango se trata de caminar y abrazarse, se dice que es tan pasional que se define como caminar con una mujer clavada en el pecho”, comenta Laura Muchenik, directora de la Academia de espectáculos, Tango en México.
Precisamente, existe la tremenda disputa territorial del nacimiento de Gardel, un duelo fuera de las canchas entre Argentina y Uruguay. Muchos historiadores explican que su nacimiento ocurrió en Tacuarembó, provincia uruguaya y que su infancia transcurrió en Buenos Aires, donde tomó la incentiva del canto y el bandoneón del tango.
Los uruguayos no quedaron muy conformes con esto, ya que aunque en su país es muy gustado éste género musical, el mundo lo reconoce particularmente para los argentinos. Lo curioso, es que Gardel en realidad fue francés, nacido en Toulouse y muerto en un accidente aéreo en Medellín, Colombia.
El Zorzal criollo, como se le reconocería años más tarde, era un adicto al futbol. Cuenta la leyenda que antes de la primera final del campeonato del mundo de Uruguay 1930 , Carlos Gardel asistió al Hotel de la Barra de Santa Lucia en Montevideo para alegrar a los jugadores argentinos, siendo definitivo este golpe para dictaminar, junto a su naturalización, que había olvidado definitivamente su pasado en Tacuarembó.
En 1928, le dedicó un tema denominado Sami a Josep Samitier, gran futbolista del Barcelona que lo invitó a un juego en España para ensalzar su amistad. Entre otros grandes tangos que dejó Gardel dedicados al futbol fueron: Patadura, Largue esa Mujica y Mi primer gol.
Tango y futbol, que se viven ahora en Argentina durante la Copa Améric a, son dos productos del romanticismo, exaltadores de una realidad lejana que se añora, desde la infancia idílica hasta los esquivos instantes de felicidad.
“El tango se identifica con nuestras raíces. El argentino en realidad siente mucha nostalgia por lo que fue, una característica común, siendo muy quejosos a veces”, relata Muchenik de la Academia Tango en México y prosigue, “las letras son fuertes, es cantarle siempre al amor perdido, a la ciudad que se olvidó, es perseguir lo que nunca pudo ser. El tango empezó con los primeros europeos que llegaban a América latina sobre todo en los años 20 donde se hacían los bailes en el bajo fondo como un escape a la realidad”.
Hoy en día, el tango es patrimonio de la humanidad. En 1978, durante la Copa del Mundo en Argentina y en el epicentro de la salvaje dictadura de Rafael Videla, el tango generó un variopinto paisaje de tres ejes: tangos de contenido futbolístico , letristas y músicos y manifestaciones culturales integradas. Sobresalen en aquel evento temas como: Marcha oficial del Mundial de 1978, The hit of Viva el Mundial, Los chicos del Mundial, La copa tiene dueño, La copa es de Argentina, El equipo del Mundial, Argentina te queremos ver campeón y Argentina te llevo dentro de mí.
La presencia del tango en estereotipos futbolísticos se documenta en 47 temas a lo largo de la historia y casi todos los clubes tienen canciones que les legaron grandes músicos.
“El tango tiene que ver con la pasión y no hay nada más pasional en Argentina que el futbol. Es otra forma de demostrar la vida de los argentinos, son tremendamente pasionales en el futbol como en el baile. Los fines de semana no se habla de otra cosa entre hombres y mujeres porque es algo que se comparte, muy mutuo y el tango lo es igual, es muy sexual, muy caliente, visceral e intenso como el futbol”, corrobora Muchenik con el acento porteño que no pierde a pesar de nueve años de vida en México.
Los clubes del tango
Racing Club recibió su tango de parte de Roberto Firpo. El enemigo acérrimo, del otro lado de la acera de Avellaneda, Independiente, tuvo el suyo denominado Rey de Copas, de Agustín Bardí, con lo que se acrecentó la rivalidad.
Para 1927, José Rebolini y Carlos Pesce le entregaron su himno a ritmo de tango a San Lorenzo de Almagro. Para Boca Juniors, Juan D’Arienzo hizo Azul y oro y el himno oficial de River Plate lo estructuró el tanguista Francisco Canaro.
Un bandeonista llamado Horacio Pezzi llamó a su amigo Carlos Espíndola para crear juntos El expreso de la Plata con toda la devoción para el club Gimnasia y Esgrima.
Pero Uruguay, que también ha manifestado su poder sobre el tango, tiene historias musicales inspiradas en el futbol. El Club Nacional recibió su tema de José Adolfo Puglia y Edgardo Pedrozza. Gerardo Matos Rodríguez, autor de La Cumparsita y fiel seguidor del equipo tricolor, le nació del alma un tema llamado Nacional para Siempre, con letra de Hugo Bello. El rival no se quiso quedar relegado y Peñarol por siempre fue una canción compuesta por Julio Esteban Martínez Pirincho, Edgardo Marchese y Reinaldo Yiso.
Tango y futbol no sólo queman las calles de Buenos Aires, sin embargo, desde México hasta Chile, este arte que empezó como una epidemia subversiva y mal vista por la sociedad, tiene cientos de feligreses que la adoptan como propia, sobre todo cuando visitan Argentina.