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Ryan Lochte 'cazó' al 'Tiburón blanco' y ahora reina en la natación

Con su buen desempeño en los Mundiales de Natación de Shanghái Lochte se perfila como el nuevo jerarqua de las albercas rumbo a Londres 2012
mar 02 agosto 2011 03:34 PM
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En el momento de mayor fulgor y expectativa que amasaba el extraordinario Michael Phelps con su incontestable dominio en los estanques, a Ryan Lochte no le tembló la voz para asegurar en una entrevista con el New York Times que podía vencer al hombre marcado a ser el mejor nadador de todos los tiempos.

Lochte, nacido en Nueva York, el 3 de agosto 1984, lanzó su sentencia en noviembre de 2007, después de que compitió en los Mundiales de Natación de Melbourne, y a pesar de de haberse fracturado un pie surfeando seis semanas antes, fue el segundo mejor nadador del evento con dos oros y tres platas y quedando sólo a la sombra de Phelps.

Ryan es el mejor nadador de la actualidad. Le tomó cuatro años y muchas vicisitudes transformar sus palabras en una realidad incuestionable después de concluir los Mundiales de Shanghái 2011 con la misión cumplida de haber batido a Phelps en dos finales y transformándose en la gran figura con cinco metales dorados y un récord planetario.

El tiempo postergó su momento de brillo varios años. En las justas olímpicas de Atenas 2004 y Beijing 2008, Lochte fue testigo de cómo Phelps se erigía como el más grande nadador al colgarse 14 medallas doradas —seis en Atenas, ocho en Beijing—, mientras él le arrancaba al medallero tres oros.

Durante ese lapso, cada derrota a manos de Phelps en torneos universitarios, nacionales o internacionales, era más motivación, aguardando el momento de robarle a su amigo un poco de la luz que acaparaba cada vez que se presentaba en los estanques.

Lochte tomó camino de la natación después de que su familia dejó Nueva York y se mudó a Florida. Entonces dejó de jugar futbol para adentrarse en disciplinas acuáticas. Sus hermanas eran nadadoras, así que probó suerte en las albercas, a la par de que practicaba deportes extremos como la patineta y el surf.

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Megan, su hermana mayor, comentó después de los Mundiales de Melbourne que pocos eran los que conocían a su Ryan porque pensaban que era poco dedicado en sus entrenamientos.

“A él le motivan mucho los retos mientras otros los evitan. Otros podrán llorar ante la dificultad mientras él se emociona para afrontarla”.

En la era del Tiburón Blanco Phelps, Lochte seguía daba la cara a los problemas. Después de sanar la fractura de su pie, se lesionó los meniscos de la rodilla izquierda bailando break dance a unos meses de los Juegos Olímpicos de Beijing.

Entre dudas por la nueva lesión, viajó a China para competir en los olímpicos, se colgó dos oros y un par de bronces; Phelps lo supero en las pruebas combinadas de 200 y 400 metros. La mala fortuna le jugó en Beijing una nueva broma cuando comió algo que le hizo daño y eso le impidió mostrar todo su potencial.

Phelps cumplió las expectativas de romper la marca de siete oros en unos olímpicos que Mark Spitz estableció en Münich 1972, mientras Lochte buscaba sus propios glorias, opacadas por el brillo de su compañero, con dos oros en los 200 metros dorso —con récord mundial— y el relevo 4x200, en el que colaboró para el gran lucimiento del Tiburón Blanco.

El hambre de trascender en la historia de la natación llevó a Ryan a preparar después de Beijing un programa pensando en los Olímpicos de Londres 2012. A pesar de ser un año mayor que Phelps y de no tener una longitud de dos metros en la extensión de sus brazos como lo tiene el prodigio de Baltimore, la idea de derrotarlo en los estanques se mantenía viva.

En los Mundiales de Roma el neoyorquino dio el primer campanazo a la grandeza con cuatro oros. Aprovechó la ausencia de Phelps en las pruebas combinadas de 200 y 400 metros para apoderarse de esos tronos y mandó un mensaje de guerra cuando se adueñó de la nueva marca mundial en el 200 combinado (1:54.10) despedazando el récord (1:54.23) que el Tiburón había dejado en las albercas de Beijing 2008 y que poseía desde el 2003.

Gregg Troy, quien diera forma al potencial de Lochte en la Universidad de Florida, destaca la voluntad de su nadador para soportar las duras cargas de trabajo para explotar sus virtudes y superar las deficiencias. Su voluntad es una roca que aguanta las tempestades.

Con esa marca indeleble al agua, Lochte lanzó una línea al futuro con un punto intermedio en Shanghái y que tiene fin en Londres 2012. Desde el primer día que finalizaron los Mundiales de Natación comenzó a trabajar para la cita olímpica en la que puede aspirar a ocho medallas de oro si incorpora un par de pruebas a sus listados, para así emular lo hecho por Phelps... a quien a fin de cuentas, ya venció como prometió hace cuatro años.

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