El hockey profesional está preocupado por la muerte de tres jugadores
Podría decirse que es el trabajo más difícil en los deportes.
Los ejecutores o enforcers en hockey se ganan la eterna devoción de los aficionados —pero no mucho más— por su capacidad para golpear y ser golpeados en patines. Por lo general, saltan de equipo en equipo, y tienen dificultades para obtener un contrato por realizar una función que pocos pueden hacer bien y nadie más quiere.
Un ejecutor es un jugador de gran presencia física que destaca por pelear y hacer contactos fuertes contra los rivales para intimidarlos.
"Lo hice porque era mi trabajo, pero lo odiaba", dice Georges Laraque, uno de los más exitosos pesos pesados del hockey acerca de su carrera de dos años en la NHL. "No me gustaba pelear. Odiaba la presión. Odiaba a ser llamado un matón y un animal. Odiaba promover la violencia".
Laraque habló con el programa de radio Cybulski y Company de Canadá después de que se conociera la noticia de que otro exejecutor, Wade Belak, fuera encontrado muerto el miércoles en su departamento en Toronto a los 35 años. Las autoridades describieron la muerte como no sospechosa.
Es la tercera muerte de un actual o exejecutor de la Liga Nacional de Hockey (NHL, por sus siglas en inglés) este verano, una anomalía estadística casi incomprensible. Existen 30 equipos en la NHL, y no todos ellos emplean al llamado 'asesino a sueldo' estos días, tanto para intimidar a los jugadores rivales como para retarlos.
Derek Boogaard fue encontrado muerto a los 28 años en su casa en Minneapolis, en mayo. El resultado de una combinación tóxica de alcohol y analgésicos fue determinado un accidente. Boogaard, uno de los combatientes más temidos en la NHL, con dos metros de altura y 120 kilogramos —quien era apodado Boogeyman— o había jugado en meses, mientras trataba de recuperarse de conmociones cerebrales sufridas en los combates sobre hielo.
En agosto, Rick Rypien, de 27 años, fue encontrado muerto en su casa en Crowsnest Pass, Alberta, Canadá. No ha sido anunciada la causa oficial de la muerte, pero Rypien tenía un historial de depresión y registró varias ausencias por motivos personales con los Canucks de Vancouver durante gran parte de la temporada pasada. Él había firmado un contrato con los Jets de Winnipeg para la próxima temporada.
La muerte de Belak esta semana sorprendió a sus ex compañeros, que lo describieron como un hombre feliz y despreocupado, siempre haciendo bromas, incluso a sus propias expensas. El jugador de 1.98 metros de altura y más de 90 kilogramos, se había convertido en un temido peso pesado a través de su carrera de 14 años, con cinco equipos.
Se retiró de la liga la temporada pasada y estaba tratando de iniciar una carrera en la transmisión de juegos. Fue elegido para participar en la próxima temporada de Battle of the Blades, una versión canadiense de Dancing With the Stars en patines.
Aunque hasta ahora pocas respuestas han emergido acerca de la muerte de Belak, Laraque proporcionó información útil al describir la vida de un ejecutor de hockey.
Lo peor parte no es la lucha, dice, porque la adrenalina se activa y no sientes los golpes. En vez de eso, lo que más pesa es la constante presión de saber que tendrás que luchar contra otro ejecutor como Boogaard o Belak, partido tras partido, de acuerdo con Laraque.
"Es la noche anterior, el día del partido, antes de que comience”, dijo. “Es el escalofrío que te da, la preocupación en la cabeza y en el cerebro. Es cuando vas a ver una película y no puedes verla porque estás pensando en el próximo partido en el que tendrás que luchar contra Derek Boogaard o alguien así . O no te sientes bien, pero algo sucede y tienes que salir... Es esa presión incesante con la que vives”.
Por esa razón, dice, los ejecutores de antes y de ahora tienen “demonios” con los que conviven, y con frecuencia recurren al alcohol para lidiar con ellos.
Además, los ejecutores no ganan los sueldos multimillonarios que perciben los máximos goleadores, defensas o porteros, señala Laraque.
“Aunque hayan jugado muchos años, muchos de los chicos no ganan mucho dinero, así que no existen opciones para ellos después”, dice Laraque. “Debes luchar para vivir cuando la vida después del hockey ha terminado, y no hay nada para ti”.
Para Daniel Alfredsson, el capitán desde hace mucho tiempo de los Senators de Ottawa, “es un ajuste de una vida de alto perfil para volver a la vida cotidiana, supongo”.
Tal serie de muertes entre exejecutores plantea dudas acerca de si esos jugadores son particularmente vulnerables a las presiones de la vida —ya sean las constantes contusiones y golpes en la cabeza, o a la presión mental descrita por Laraque—.
Cuando el exejecutor de la NHL Bob Probert murió repentinamente el año pasado a los 45 años, los investigadores descubrieron que sufría de Encefalopatía Traumática Crónica, una enfermedad degenerativa del cerebro . Probert, un legendario hombre rudo que tenía un historial de abuso de alcohol y drogas, murió de un paro cardíaco durante una excursión en barco con su familia.
Existe un programa conjunto de la NHL y de la Asociación de jugadores de la NHL para ayudar a los jugadores a hacer frente a sus problemas personales, incluyendo el abuso de sustancias y otros problemas.
Después de la muerte de Rypien el mes pasado, descrita por la policía canadiense como "muerte súbita no sospechosa", el comisionado de la NHL, Gary Bettman, dijo que espera que el programa sea revisado.
"Mi conjetura es que hablaremos en su momento con la asociación de jugadores, para asegurarnos de que nos sentimos cómodos con todos los mecanismos y programas que tenemos actualmente, que son extensos", dijo Bettman a The Canadian Press en ese entonces.
"Yo no creo que ninguna liga deportiva haga más de lo que nosotros hacemos, pero tal vez haya más que hacer, a medida que nos enfocamos en lo que nos tenemos que enfocar. Yo sé que siempre será difícil para la gente aceptarlo, pero el deporte es un microcosmos de la sociedad en general. Y la vida no siempre es fácil".
Especialmente para los jugadores de hockey. A pesar de su odio por el alboroto en su carrera, Laraque dijo que siempre apoyará que se permitan las peleas en el hockey.
El hockey es el único deporte de equipo que permite a dos jugadores pelear sin ser expulsados por el resto del juego, y Laraque dice que este elemento permite a los jugadores controlarse a sí mismos y evitar faltas más violentas y otro tipo de tumultos.
"Para hombres como yo, si no existieran las luchas, no tendríamos cómo ganarnos la vida”, dice. "Tan duro y difícil como sea, siempre voy defender ese trabajo".
La eliminación de las peleas en el juego significaría negar oportunidades para los niños que sueñan con una carrera en la NHL, como él lo hacía.
Para realizar su sueño, se convirtió en un ejecutor, y explicó: "Lo hice porque sabía que era lo que tenía que hacer".