Bombas, canciones y futbol: Glasgow se enfrenta a la división religiosa
Robert Marshall es el corpulento propietario de The Louden Tavern, un pub ubicado en el extremo oeste de la ciudad escocesa de Glasgow, en la orilla sur del río Clyde que alguna vez se utilizó para transportar carbón y acero a las grandes compañías construcción naval que en el pasado hicieron de esa zona una potencia industrial.
No hay duda de a qué equipo le va Marshall y su clientela. Decorado con los colores rojo, blanco y azul del equipo en todo su interior y situado a tiro de piedra del famoso estadio Ibrox, el bar es un homenaje permanente al equipo Rangers Football Club.
De hecho, llamar a cualquier establecimiento que tiene un vitral en honor a Jim Baxter —un mediocampista escocés que jugó para los Gers en la década de los 60— y una escudo de un metro y 83 centímetros del equipo pintado en el techo simplemente un lugar para tomar no le hace honor, está más cerca de ser un santuario.
Su ubicación a la vuelta de la esquina del Glasgow Orange Order —una fraternidad protestante que todavía marcha una vez al año para celebrar la victoria del rey William III sobre el rey católico James II en 1690 en la Batalla del Boyne —quizá sea mera coincidencia, pero la lealtad de sus clientes regulares a los Rangers no lo es.
Del otro lado de la ciudad, en el camino a Gallowgate, Tommy Carberry, sirve pintas en Bairds Bar, un edificio pintado de color verde, sinónimo del equipo Celtic Football Club. El pub se encuentra aproximadamente a un kilómetro y medio del Celtic Park —el hogar de los ganadores del título escocés en cuarenta y dos ocasiones y con capacidad para 60,000 espectadores— y es un punto muy querido de los aficionados para parar cuando asisten a los partidos.
Esta área del lado este se conoce localmente como las “Barras” , —el modismo local para llamar a los mercados— y se relaciona directamente con el flujo de inmigrantes irlandeses que se establecieron en el área en el siglo XIX para escapar de la hambruna.
En el interior, un grupo de clientes vestidos con camisetas de color blanco y verde se reúnen en la cervecería, en donde los tambores Bodhran, adornan las paredes, para tomar su cerveza stout y cantar junto a la música irlandesa que sale de las bocinas, Muchos viajaron del otro lado del Mar de Irlanda como parte del peregrinaje de cada 15 días para ver el partido en el estadio al que estos fieles seguidores de futbol llaman “Paradise” (Paraíso).
El Celtic lleva su herencia católica e irlandesa muy a la vista —o pecho, para ser exacto, con el escudo del trébol de cuatro hojas en la parte izquierda del pecho de los jugadores—lo cual quizá no sea tan sorprendente para un equipo al que fundó un miembro de una orden religiosa católica en 1888.
Los dos propietarios —quienes sorprendentemente son amigos desde la infancia— representan a las dos comunidades de Glasgow en un microcosmos, uno apasionadamente británico y protestante, el otro orgulloso de su herencia católica e irlandesa, una división que refleja las líneas sectarias de Irlanda del Norte, las lealtades forjadas por siglos de conflictos y guerra.
Al igual que sus padres antes que ellos, los antecedentes culturales de Robert y Tommy prácticamente dictarib a cuáles de los dos enormes equipos de la ciudad debían de apoyar, La lealtad a los Rangers o a los Celtic lleva un significado cultural más allá del mero amor al del bonito juego para muchos que crecieron en las orillas del río Clyde.
El Old Firm
Es uno de los ingredientes que hacen que este encuentro entre los dos equipos, de 90 minutos de futbol, sea tan especial. Celtics contra Rangers es una de las más feroces rivalidades en el futbol mundial.
Que se reúnan las dos comunidades en la caldera de un estadio para animar a sus equipos, así como para proclamar su identidad con canciones y pancartas, crea una atmósfera única y febril . En un lado del estadio está el rojo, blanco y azul de la bandera británica. En el otro lado, está el verde, blanco y dorado de la bandera irlandesa.
El choque —que normalmente ocurre cuatro veces por temporada tan sólo en la liga— incluso tiene su propio apodo: The Old Firm (La Vieja Firma).
Por lo general es muy emotivo y a menudo es polémico. En el pasado, los jugadores para celebrar un gol hacían el símbolo de la cruz o imitaban a una flauta de una banda militar protestante provocó problemas serios en las gradas.
Este domingo, la edición 396 de la rivalidad, en la que los Rangers se alzaron con el triunfo 4-2 sobre el Celtic, se jugó en medio de los planes del gobierno escocés para prohibir lo que dice es el fanatismo religioso que se relaciona con este encuentro.
Se dio después de la agitada temporada 2010-2011, en donde muchos sintieron que la naturaleza sectaria del partido escaló a niveles inaceptables.
A pesar de que los dos equipos se comprometieron para crear una atmosfera de tolerancia dentro de sus estadios, un pequeño grupo de aficionados corean canciones provocadoras.
El canto de los Billy Boys —que incluye la línea “estamos hasta las rodillas de sangre de Feinian”(un término despectivo que significa terrorista católico)— y canciones que glorifican al ERI (Ejército Republicano Irlandés) son tan sólo dos ejemplos de los temas que surgen en los partidos desde que se tiene recuerdo. Otros objetivos comunes incluyen al Papa y a la reina Británica.
A principios de 2011, estos sentimientos —que por lo general solamente se dan en el fondo— salieron a la luz.
Los Rangers fueron amonestados y castigados por la UEFA —la federación de futbol europeo— por cantos sectarios en un partido en contra del equipo holandés PSV Eindhoven, mientras que la familia del entrenador de los Celtic, Neil Lennon, fue puesta bajo vigilancia policial las 24 horas, después de que le dispararon y le enviaron un paquete bomba.
El gobierno decidió que era momento de actuar.
La propuesta
Roseanna Cunningham, la legisladora de Seguridad de la Comunidad y Asuntos Jurídicos de Escocia, le dijo a CNN: “ En Escocia tenemos un problema sectario desde hace mucho tiempo , y se manifiesta principalmente —pero no únicamente— en el futbol. Lo que vimos la temporada pasada fue un aumento en la tensión a un nivel que no habíamos visto antes (…) y decidimos que necesitábamos enfrentar esto en concreto con la legislación”.
El proyecto de ley que se evalúa antes de su introducción que se tiene previsto para 2012, convertirá en delito la conducta que “incita el odio religioso, racial o de otra forma en los campos de futbol”, los cuales incluyen “amenazas que inciten al odio religioso”, de acuerdo con un comunicado oficial del gobierno.
Por supuesto esto incluye corear las canciones provocadoras de un grupo minoritario de aficionados en los partidos de la Old Firm y los castigos, si se encuentran culpables, podrían ser duras,
“Los castigos irán desde una multa hasta cinco años en prisión. Queremos asegurarnos de que la gente esté consciente de lo serio que tomamos esto”, agregó Cunningham.
“(Si se aprueba) la ley no puede cambiar una cultura, lo sabemos (…) pero esperamos que al final, resulte en un mejor comportamiento de los aficionados de futbol sin la necesidad de aplicar la ley”.
Este es un sentimiento que fue bien recibido por las policías locales que durante mucho tiempo han tenido que manejar los enfrentamientos de la Old FIrm.
“Desafortunadamente, cuando vas a estos partidos, escuchas algunas de los cánticos más horribles de naturaleza sectaria que tiene como objetivo ofender a las personas de otro grupo religioso” dijo a CNN Campbell Corrigan, sub-jefe de la Policía de Strathclyde.
“Algunas de estas canciones incluyen cantos sobre la muerte de los otros o la muerte de personas emblemáticas de la religión. No podemos permitir eso y creo que ahora necesitamos subrayar ese compromiso de que lo vamos a enfrentar”.
Sin embargo, en otros sectores, la nueva ley provoca ansiedad:
La respuesta
Frente a la fachada de ladrillos rojos de la década de los 20 en la entrada principal de Ibrox, el amable John Macmillan, admira las terrazas que durante años han llevado este drama convincente.
MacMillian, el secretario general de la Asociación de Seguidores de los Rangers, le dijo a CNN que teme que la ley pueda criminalizar a aficionados legítimos. “No tengo objeción en que se cree la legislación si va a ser útil pero no si no se puede ejecutar”.
“Intentamos que la policía y el parlamento escocés defina estas canciones, pero nadie ha podido ser capaz de dar una lista de canciones que no debes cantar. Lo que es aceptable y lo que no —¿Lo decidirá la policía en el momento? No sabemos en dónde nos encontramos en este momento, es una zona gris”.
“ Los cánticos y los coros algunas veces no son muy agradables, de ambos lados , debo añadir, y simplemente queremos erradicar esto del juego (…) muchos buenos aficionados y los equipos de ambos lados trabajan en esto”.
“Yo sólo me pregunto si es necesaria una legislación para esto”, agregó MacMillan.
Ese punto de vista es compartido por el exdelantero del Celtic, Andy Walker, quien jugó en ese equipo en la década de los 80 y los 90. “Todas las canciones que ahora se consideran ofensivas ya existían cuando yo jugaba, simplemente, simplemente no las les hacíamos caso”, le dijo Walker a CNN la atenta mirada de la estatua de Jock Stein que se ubica en la entrada principal del Celtic Park en memoria del entrenador que llevó al equipo al título de la Copa Europea de 1967.
“Ahora nos encontramos en una era en donde la gente está desesperada por sentirse ofendida, tenemos a un ministro de justicia que piensa que es ofensivo hacer la señal de la cruz o cantar el himno nacional. Creo que se necesita afinar muchos detalles antes de que se apruebe la nueva ley y también pienso que la policía utiliza el partido de la Old Firm para resaltar los problemas que en realidad afectan a toda la sociedad escocesa: el sectarismo, el abuso en el consumo de alcohol y la violencia doméstica. No estoy seguro qué pueden hacer los jugadores para que esto sea mejor”.
El gobierno puede alegar que a través del uso de las cámaras de circuito cerrado y al trabajar con los equipo involucrados, será posible que juzgar a los acusados, pero algunos críticos temen que la acción se deba a las próximas elecciones y que por lo tanto los planes no están bien pensados.
El futuro
De vuelta en la Louden Tavern, con clientes vestidos con uniformes de futbol llegan para ver el último partido de los Rangers por televisión, Marshall sacude su cabeza antes de hablar en un fuerte acento de Glasgow (al cual es difícil hacerle justicia por escrito).
“No tengo problema si prohíben las canciones que deben ser prohibidas, tengo un problema si intentan parar la libertad de expresión. Los seguidores de los Rangers tienen su accionar juntos al 100% y no creo que se les de el crédito por eso”.
“Simplemente es un asunto de corrección política. Los aficionados de los Rangers y de los Celtics crecieron juntos, salen junto, se casan entre ellos. Realmente no entiendo lo que intentan hacer los políticos. Tal vez intentan desviar la atención de problemas realmente serios”.
“No escucho canciones ofensivas en el estadio Ibrox, lo digo en el sentido más amplio, no sólo desde el punto de vista de los Rangers”.
A pesar de las diferencias, Carberry comparte completamente la apatía de Marshall, le baja al sonido de la música para decepción de sus clientes, para hablar con CNN.
“Aquí no entran los seguidores de los Rangers, así que nadie se sentirá ofendido por lo que se canta. Lo mismo pasa en los pubs de los Rangers”.
“(Pero incluso si cantan) ¿Qué es aceptable y qué no lo es? ¿Cuál es un canto sectario y cuál no? Tienes que recordar que muchas de estas personas cantan sobre sus abuelos y de su de época y problemas de Irlanda”.
“Si cantas sobre tu abuelo en el ERI, o sobre tu padre en la UDF (Fuerza de Defensa Ulster) (…) ¿Si cantas eso en un partido de futbol te arrestarán? Creo que se toman muchas molestias.
“Los equipos de futbol Celtic y Rangers dependen de nosotros y no queremos que se deshagan en frente de nosotros. Mi amigo Robert en el Louden, le va a Rangers y yo le voy a Celtic, y amamos estos partidos”.
Tal vez para algunos exista confusión sobre lo que resulta ofensivo en el marco de la Old Firm, pero para Marshall es muy simple.
“Sólo hay una canción de los Celtic que me ofende”, dice Marshall con una sonrisa. “Es cuando cantan ‘¡Somos los campeones!’”.