Gracias al futbol, turcos e israelitas suspenden tensiones por 90 minutos
Viajaron a Estambul en medio del temor de que surgiera la violencia colectiva cuando las relaciones de países que alguna vez han sido amigos ahora se ponen mal .
Pero si la semana pasada el Maccabi de Tel Aviv y los aficionados del equipo israelí tuvieron algún problema con los turcos, solamente fue en el campo de futbol.
Después de perder con un marcador de 5-1 a manos del Besiktas de Estambul, el Maccabi regresó al día siguiente a Tel Aviv después de que las preocupaciones de que el equipo y sus aficionados estuvieran en peligro resultaron sin fundamento.
El partido de la Liga Europea parecía ser una convergencia perfecta de los deportes y la política, mientras las relaciones entre Israel y Turquía llegaron a su punto más bajo.
Menos de dos semanas antes del encuentro, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, expulsó al embajador israelí cuando el país del Medio Oriente se negó a disculparse por una incursión de un comando naval al SS Mavi Marmara, en donde nueve activistas turcos murieron cuando se dirigían a la bloqueada Franja de Gaza.
Días después, Turquía rompió los lazos militares con Israel —y Jerusalén anunció la formación de una alianza naval con Grecia, el enemigo histórico de Turquía—.
A partir de ese momento, Erdogan amenazó con desplegar buques de guerra turcos para escoltar a la siguiente Flotilla de Gaza y para incrementar la presencia naval turca en el Mediterráneo Oriental para contrarrestar las "prácticas de intimidación" de Israel en la zona.
Rápidamente Turquía se convirtió en un país donde los israelíes ya no se sentían bienvenidos, justo cuando el Maccabi de Tel Aviv se dirigía a Estambul para el partido en contra del equipo que es reconocido por tener algunos de los aficionados más salvajes en el futbol turco.
Elif Batuman, un colaboradora habitual de The New Yorker y escritora en residencia de la Universidad Koc, describió al equipo Besiktas como el “equipo de la clase trabajadora”.
"De los tres equipos más importantes de Estambul, el Besiktas es una especie de equipo no favorecido. Tienen menos dinero, el estadio más descuidado", dijo.
"Con los otros dos equipos importantes de Estambul (el Galatasaray y el Fenerbahce), los estadios no tienen nexos particulares con sus barrios, y las bases de aficionados están más dispersos. Ellos se llaman a sí mismos el equipo del barrio, el equipo del pueblo".
Previo a una conferencia sobre el futbol turco en una galería de arte en el centro de Estambul, un día antes del encuentro, Batuman describió a los seguidores del Besiktas como que no sólo tienen lazos con su barrio, sino también, en cierta medida, con un estilo de vida político.
“Ellos son el equipo de futbol más político: ellos apoyan a Greenpeace, donan sangre, son ambientalistas. Los aficionados con los que platiqué definitivamente no son pro-estadounidenses, pero dicen que no les desagradan los estadounidenses, solamente la política de EU. Y definitivamente no están a favor de Israel y apoyan a los palestinos”.
Dijo que el partido en contra del Maccabi, el equipo más exitoso de Israel, fue “visto claramente como un evento político”.
Los medios israelíes transmitieron informes acerca de que a los jugadores del Maccabi que prestan servicio en las reservas de las Fuerzas de Defensa de Israel se les prohibió participar en el partido por temor a su seguridad . El informe resultó ser falso, pero era acorde al sentir general en Israel de que el equipo se dirigía directamente a la guarida del león en el peor momento posible, lo que provocó que surgieran llamados para que el juego se cancelara.
El jueves a mitad de la tarde, los aficionados del Besiktas comenzaron a llegar a una plaza en el corazón de su vecindario, a pocos pasos del estadio. Coreaban y tomaban grandes cantidades de cerveza Efes Pilsen, se unieron y cantaron sobre las maldades del odiado Fenerbahce y la belleza de todo lo que es el Besiktas.
Los seguidores del Besiktas con los que se habló antes del partido no parecía que tuvieran en mente la Franja de Gaza o al Mavi Marmara, y eran completamente indiferentes a la presencia del periodista israelí que escribía en su libreta en medio de ellos.
"Odiamos al Fenerbahce, no a Israel", dijo Kazim, un estudiante de Universidad Tecnológica Yildiz en Estambul, quien también mencionó que no creía que la guerra de palabras entre el primer ministro turco y Netanyahu le dieran un mayor significado al partido.
Kemal Yuksel ,un estudiante de la Universidad Tecnológica de Estambul dijo que los aficionados del Besiktas “ sólo están interesados en el futbol, no en la política ”.
“Vivimos por el Besiktas y no importa de que país seas —queremos derrotarte”, dijo. “Israel no es nuestro problema, es el problema del país. Todos los juegos del Besiktas son una locura, no importa si jugamos en contra del Maccabi o de cualquier otro”.
Al mismo tiempo que los seguidores del Besiktas tomaban sus cervezas antes del juego, una multitud de cerca de 200 personas marcharon desde la Plaza Taksim en el centro de Estambul hacia el estadio Inonu, jurando no olvidar o perdonar el incidente del Mavi Marmara. Vestían camisetas estampadas con las fotografías de los activistas turcos y algunos manifestantes portaban banderas Hezbollah, el grupo militante chiíta libanés, ellos se dirigieron al estadio sin ningún arresto o incidente.
La manifestación fue una repetición similar de una de menor tamaño que se organizó la noche anterior frente al hotel Divan, en donde los jugadores del Maccabi se hospedaron. Una multitud de cerca de 20 personas ondearon banderas palestinas y permanecieron en silencio frente al hotel durante un par de horas antes de alejarse.
Mientras tanto, a una cuadra más abajo de la calle del hotel Divan, tres peatones de un género indistinto, ofrecían sus mercancías y atrajeron un mayor interés de los transeúntes que la manifestación en contra de Israel en las cercanías.
Como en todos lados al que los jugadores del Maccabi viajaron durante su visita, el Divan se mantuvo baja una fuerte protección policiaca. Fuera del hotel, dos camionetas con policías armados se estacionaron en las cercanías, y los oficiales estaban frente a sus vehículos con armas semiautomáticas.
Alrededor de una docena de policías más permanecieron en formación al lado de las camionetas, pero no vestían con equipo antidisturbios. Junto a los vehículos, un auto de la policía estaba inactivo, mientras un solo policía dormía en el asiento delantero.
El aumento de seguridad siguió dentro del estadio, en dónde docenas de policías antidisturbios rodearon el campo con uniformes de la policía y los oficiales de seguridad vigilaron constantemente el evento.
Cuando el partido inició, sólo le tomó tres minutos al delantero del Besiktas, Hugo Almeida, anotar a favor de su equipo el primero de sus dos goles. Maccabi respondió poco después del medio tiempo a través del delantero Roi Kehane, pero los visitantes no volvieron a ser una amenaza y el Besiktas ganó con un marcador de 5-1 ante una ruidosa afición local.
Los 12 aficionados del Maccabi de Tel Aviv que asistieron al partido fueron protegidos por lo menos con 20 policías por cabeza, se sentaron en la sección de los visitantes cercada, que estaba rodeada a la izquierda y a la derecha por dos secciones de asientos vacíos patrullados por la seguridad del estadio.
Uno de los aficionados israelíes que hizo el viaje a Estambul fue Israel Mukhtar, de 45 años, quien se encontraba en la ciudad en su primer viaje al extranjero con el equipo Maccabi.
"Salimos a los mercados y a los clubs nocturnos (en Estambul) y le dijimos a todo el mundo que éramos israelíes. Sin embargo, no tuvimos problemas con nadie”, dijo Mukhtar, agregando “toda la seguridad estuvo muy bien y ni por un segundo nos sentimos amenazados, no siquiera vimos una sola bandera palestina”.
Mukhtar y sus amigos, casi todos hombres de mediana edad, que al parecer se conocían antes del partido, dijeron que el peligro inherente al partido se exageró en los medios israelíes.
Elogiaron el profesionalismo de las fuerzas de seguridad turcas, y expresaron que sienten que las tensiones diplomáticas entre los dos países está en los niveles más altos de sus respectivos gobiernos, y que no se refleja en un odio visceral en la gente en las calles de la ciudad más grande de Turquía —al contrario de en el Cairo, en donde una turba saqueó la embajada una semana antes, obligando al personal israelí a huir en una evacuación—.
Incluso con el marcador final del partido que refleja una masacre en el campo en contra del equipo visitante, Mukhtar dijo que no se arrepentía de su decisión por asistir al partido.
“Para ser honesto, me hace sentir orgulloso de ser israelí. Saber que de seis millones de personas (en Israel), eres uno de los únicos 12 que estuvieron dispuestos a venir (…) creo que eso quiere decir algo”.