Gustavo Ayón: El 'Titán' mexicano que llegó a la NBA
Gustavo Ayón aprovechó las oportunidades que ahora lo han colocado en el umbral de ser el tercer mexicano en la historia en las duelas de la NBA.
El joven de 26 años, que hace un lustro recibió su primer pago de 3,000 pesos por jugar basquetbol, ya tiene un contrato garantizado por formar parte de los Hornets de Nueva Orleans durante tres años.
El anhelo de alcanzar un espacio en la mejor liga del planeta es la nueva realidad del delantero que se convirtió en el referente internacional del baloncesto mexicano, que tiene un motivo para festejar después de una década marcada por sus problemas federativos.
Ayón, quien nació el 1 de abril de 1985 en Zapotán, Nayarit, México, vivía en Madrid su aventura en el baloncesto europeo con el cuadro del Fuenlabrada, al que llegó en 2009, cuando la NBA tocó su puerta. Ya había sido el mejor jugador de la Liga Nacional de Basquetbol Profesional (LNBP) con los Halcones de la Universidad Veracruzana (UV), y como estudiante dejó una marca imborrable con la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), pero sus deseos apuntaban a crestas más ambiciosas.
Al chico que salió de su casa, en la pequeña comunidad de un millar de personas en Zapotán para estudiar comunicaciones y jugar volibol en Puebla, le quedaron pequeñas las metas y las piezas se le fueron acomodando para explotar su potencial hasta tocar la cúspide.
Cambios de dirección
Gustavo tuvo sus primeros contactos con el basquetbol a los 17 años cuando el coach Javier Ceniceros lo invitó a hacer pruebas para formar parte del equipo de la UPAEP. El nayarita había crecido tanto (2.06 metros) y desarrollado tal habilidad que el entrenador sabía que su destino estaba en el baloncesto y no en el volibol, que había sido el deporte que había practicado desde muy chico.
La visión de Ceniceros se confirmó cuando Ayón alcanzó el nombramiento como el Jugador Más Valioso de la liga de la Comisión Nacional Deportiva Estudiantil de Instituciones Privadas (CONADEIP) en 2006. Su aprendizaje iba muy rápido y poco a poco las miradas de las personas que integran la esfera del basquetbol mexicano se postrarían en una estrella naciente.
Víctor Mariscal, jugador de los Halcones UV, recuerda que la primera vez que vio jugar a Ayón en un torneo en Puerto Vallarta en 2006, le llamó tanto su atención que le dejó su contacto por si le interesaba convertirse en un jugador profesional.
“Muchos muchachos con gran potencial vienen y luego se van. Así pasa. Pero en el caso de Gustavo era un chico que tenía mucha madera. Me sorprendieron sus habilidades y pensé que podría reforzar al equipo en Xalapa”, recuerda Mariscal en entrevista para CNN México.
La fama de Ayón como buen basquetbolista crecía en el pacífico mexicano y en un torneo de fin de año de la provincia de Ruiz, en su natal Nayarit, varios jugadores consolidados como Horacio Llamas, el primer jugador mexicano en jugar en la NBA; Óscar “El Diablo” Castellanos y Enrique Zúñiga se le acercaron, interesados en saber quien era el rival al que estaban enfrentando.
“Eran muchos los que ya sabían de Ayón, pero él, a fin de cuentas, decidió firmar con nosotros en Xalapa”, explica Mariscal. “Recuerdo que después del torneo en Puerto Vallarta lo invitamos a que jugara unos partidos en un equipo de Tanzítaro (Michoacán) y cuando lo vio el dueño nos preguntó si realmente era un buen jugador. Le dije que tenía mucho potencial y sólo le ofreció 1,500 pesos por jugar. Nosotros, que lo habíamos visto, le dijimos que le pagara más, y poco convencido, el dueño aceptó pagarle 3,000 pesos por estar en su equipo”.
Los momentos más duros
Con la fama de un buen delantero-centro, Ayón ya estaba arreglado con los Halcones de la UV cuando recibió una oferta de la Universidad de San José State. Su viaje a Estados Unidos fue muy corto y regresó a Xalapa al no haberse adaptado.
Mariscal y el médico Juan Manuel González, presidente de los Halcones de la UV, vivieron de cerca ese momento que marcó a Ayón, quien siempre había mostrado una feroz fortaleza ante las adversidades, que en esa ocasión parecía que lo habían noqueado.
“No se concretó el que se quedará en San José. Creo que a la larga eso le dio un plus en su motivación para convertirse en el mejor y llegar a la NBA por otro camino”, analiza González para CNNMéxico. “El problema fue que no se adaptó y tuvo que cambiar su idea de llegar a la NBA por la vía de las universidades estadounidenses”.
Ayón se sobrepuso a la decepción y se integró con Xalapa al final de su primera temporada. Vio pocos minutos, pero con mucho potencial en ciernes, fue mandado por González y sus entrenadores al equipo de los Vaqueros de Aguaprieta del Circuito de Baloncesto de la Costa del Pacífico (CIBACOPA), para que tuviera muchos minutos de juego y desarrollara sus habilidades.
“Hemos mandado a muchos jóvenes a los equipos de CIBACOPA para que crezcan, pero ninguno ha regresado como lo hizo Gustavo Ayón. Fue una gran decisión que le ayudó a crecer, porque después de eso se convirtió en titular en los Halcones y una de las piezas más importantes para que ganáramos los títulos de 2008 y 2009”, comenta González.
Camino a Europa
Juan Manuel González intuyó que dejaría de contar con Ayón en los Halcones muy pronto. Su calidad ya lo había convertido en el mejor jugador de la LNBP y buscadores de talentos del baloncesto europeo se habían acercado a él preguntando por su jugador.
“Le comenté al rector de la Universidad Veracruzana, Raúl Arias Lovillo, que este muchacho no nos iba a durar, y él me dijo que eso era bueno porque uno de los fines de la universidad era formar a los jóvenes para que alcanzaran sus metas”, recuerda González.
“Y así fue. Ayón ya estaba para otras cosas. Muchos se acercaron a nosotros. Llegó gente de Madrid muy interesada por él y le dimos la facilidad para que firmara con el Fuenlabrada al final de la temporada aún teniéndolo bajo contrato”, comenta el presidente de los Halcones UV. “Debíamos apoyar al muchacho porque era una oportunidad grandiosa y porque se lo merecía, por ser siempre una persona de una gran calidad humana dentro y fuera de la duela, un gran hijo y un enorme jugador”.
Mariscal se había convertido en uno de los mejores amigos de Ayón. Fueron compañeros de habitación en los Halcones y vivió de cerca la tristeza que Gustavo sintió cuando regresó con las manos vacías de San José State. Dice que esa decepción la transformó en motivación para entrenar más fuerte, sin dejar de desear llegar a la NBA.
“Yo me puse muy triste cuando volvió de Estados Unidos. Yo viví mis propias decepciones cuando era joven y me buscaron algunos colegios y me quedé porque el presidente del equipo en Monterrey en el que jugaba me duplicó el sueldo, y en ese entonces necesitaba el dinero para sostener a mi familia. Cuando llegó la oferta de Fuenlabrada le dije a Gustavo: anda que esperas, ve a España que las oportunidades no llegan todos los días. Él se sintió muy motivado y no dejó escapar esa nueva oportunidad”.
Se roba la atención de Europa
El camino de Ayón en España comenzó con inconvenientes. Viajó al Fuenlabrada de la capital española pero su condición de jugador extracomunitario hizo que fuera enviado al CB Illescas de la liga de plata (Segunda División).
Su adaptación a un nuevo mundo en la duela fue rápida y del Illescas pasó a préstamo al conjunto de Tenerife, también de la liga de plata, antes de tomar su papel protagónico con el Fuenlabrada de la máxima categoría.
“El camino que tomó Ayón no es la ruta fácil. El mercado es muy competido y primero los jugadores deberán mostrar el carácter y el liderazgo, más allá de la posición que desarrollen en la cancha, para llegar por lo menos al basquetbol europeo”, comenta Modesto Robledo, presidente de la Asociación Deportiva Mexicana De Basquetbol (ADEMEBA).
“Llega a Fuenlabrada con plaza de extranjero, y al estar fichado el uruguayo Esteban Batista, quien llegó de la NBA, a Gustavo lo bajan a la liga de plata, pero el carácter de Gus es tan fuerte que pronto el Fuenlabrada lo toma en cuenta para que suba con ellos”, agrega Robledo.
Ayón cumplió su meta de figurar en España. La temporada pasada fue reconocido como el jugador revelación de la liga y esta campaña recibió el premio como el mejor jugador de noviembre; antes de que se concretara su salida rumbo a Nueva Orleans, apuntaba a disputar el galardón como el Jugador Más Valioso en España.
“Gustavo iba a llegar tarde o temprano a la NBA y nosotros en Xalapa estamos muy orgullosos de haberlo ayudado”, comenta González. “Es una noticia maravillosa que un jugador formado por completo en México esté en la mejor liga del mundo representándonos a pesar de todas las problemáticas que han envuelto al basquetbol mexicano en los últimos años”.
Robledo destaca el carácter férreo y la sencillez de Ayón para estar ahora con los Hornets. Lo ve como el nuevo estandarte del basquetbol nacional y espera que su legado impulse a más chicos a tratar de repetir su historia, en la que ha sabido sobreponerse a las adversidades para alcanzar sus objetivos.
“¿Quién es Gustavo Ayón? Es un chico que tiene un carácter inquebrantable y que jamás le ha puesto un pero a jugar con la Selección Mexicana. Lo he visto llorar por la selección, como en esa derrota que sufrimos el año pasado ante República Dominicana en el último segundo en el Centrobasquet, y lo he visto jugar lesionado por México. Jamás te dice cuánto le vas a pagar por representar a México o pone pretextos de seguros para no venir. En República Dominicana, le di unos viáticos como a todos los seleccionados y él los rechazó y me dijo: Yo ya estoy ganando bien en España, por favor repártalos entre los chavos que están acá y están empezando”, cuenta Robledo.
A Mariscal los recuerdos se agolpan en su mente. El chico que vio jugar hace años en Puerto Vallarta, y que siempre estuvo preocupado por el bienestar de su familia, subió al escalón al que sólo dos mexicanos (Horacio Llamas y Eduardo Nájera) habían subido antes. Ahora goza de los éxitos del amigo al que guió y dio consejos, y que ahora se ha convertido en un ejemplo para los basquetbolistas mexicanos.
“Quiero estar en la arena ese día que debute en la NBA, y aunque sea verlo de lejos. Sé que ahora empieza una nueva etapa de su vida en la que es más complicada la cosa de estar cerca, pero él sabe que le deseo lo mejor y me da mucho placer que haya cumplido su sueño, demostrando que siempre entregando todo tu esfuerzo es el camino para alcanzar las metas”.