El Super Bowl pone en el mapa a Indianápolis
Salgamos y digamos lo que muchos piensan sobre este fin de semana de Super Bowl: ¿Indianápolis?, ¿en serio?
Los aficionados acérrimos que gastan cantidades exorbitantes de dinero cada temporada para obtener sus boletos de entrada para el campeonato quieren saber: ¿La NFL llegó a un punto donde este emblemático enfrentamiento entre nuestros gladiadores nacionales puede organizarse en cualquier ciudad con un equipo?
¿Inclusive una ciudad con clima frío, sin litoral, de tamaño mediano rodeado por maíz y guiado por una fuerza misteriosa llamada ‘Hospitalidad Hoosier’?
Porque, lo sentimos los aficionados a los deportes, seamos realistas: esto no es Nueva Orleans, Miami o el sur de California, o cualquiera de los estadios soleados de febrero que dominaron la sede durante 45 años.
Este golpe al corazón de una ciudad a la que sólo “ves cuando vuelas”, donde muchos fans de los Patriotas de Nueva Inglaterra y los Gigantes de Nueva York nunca habían se habían atrevido a visitar. Puedes tomarles una foto intentado ubicar la casa de los Potros de Indianápolis en un mapa diciendo, “Es en alguno de esos estados con “I”, como Iowa, Idaho o Illinois”.
Hay que hablar sin rodeos. Los residentes de Indianápolis lo han escuchado antes: “Ciudad de la siesta”, “India-no-plis”.
Los “Hoosiers”, como se denominan los residentes de Indiana, están acostumbrados a ser subestimados, y a menudo se aprovechan de los beneficios de las bajas expectativas. (Para dejar en claro: El autor es nativo de Indiana, pero cualquiera como él, no puede explicarse el origen de la palabra Hoosier”).
Después de décadas de hacer estrategias, planear y vender la ciudad a los dueños de los equipos de la NFL, Indianápolis dice que está lista para organizar el Super Bowl XLVI. “Es el pináculo”, dijo el exalcalde Bill Hudnut, quien inició la campaña de presentación a principios de la década de los 80.
Sin lugar a dudas, los preparativos transformaron la apariencia y la atmósfera de la ciudad. La comunidad ha gastado cientos de millones de dólares de los contribuyentes y dinero de las corporaciones para construir nuevos hoteles, embellecer los paisajes y reconstruir kilómetros de calles.
Como resultado, un mar de aficionados azules de los Patriotas y de azules de los Gigantes y azules de los Potros fluyen a través de la zona del centro de la ciudad, ahora llamada Super Bowl Village . Más de 300,000 personas han caminado a través de los vecindarios durante la última semana, dijeron los funcionarios. El entrenador de los Potros, Tony Dungy, dijo a WRTV-TV, afiliada de CNN, que la ciudad está dando su “mejor paso hacia delante”. Los aficionados “van a estar gratamente sorprendidos”, dijo.
Los restaurantes, los hoteles y la villa que rodea al Lucas Oil Stadium, crean un distrito del Super Bowl compacto y peatonal que los veteranos dicen es único comparado con casi todos los estadios previos, excepto quizás el de Nueva Orleans. “Creo que el montaje aquí es fantástico”, dijo a WRTV el comisionado de la NFL, Roger Goodell.
Las calles cambiaron de nombre a Raiders Road, Chiefs Avenue, una por cada equipo de la NFL. “¡Mike Epps y Snoop Dogg vienen esta noche!” le gritó un aficionado a un amigo que usaba una playera de los Gigantes. Los edificios están cubiertos con banners majestuosos y enormes, y las señales de las calles están adornadas con la siempre presente cara de Madonna, el espectáculo principal del medio tiempo del Super Bowl .
¿Juegos de salón?
“Oh no, aquí vamos!, dicen escépticos los lugareños, poniendo los ojos en blanco. “Esta es la parte en donde la élite de los medios juegan el cansado juego de salón cada vez que Indiana toma el escenario nacional”.
¿Indianápolis tiene que probar algo al ser sede del partido? Es esto una especie de complejo de inferioridad alimentada por maíz que los Hoosiers intentaron sacudirse durante décadas?
“No somos eso” dijo Dianna Boyce del comité organizador del Super Bowl de Indianápolis. “Dejamos que nuestras acciones hablen más fuerte que nuestras palabras”.
Es un poco sorprendente para esas personas que recuerdan cómo se veía este barrio hace 30 años. No había mucho ahí.
Para los trabajadores del edificio con paredes antiguos de ladrillo HamBeens de Hurst en McCarty Street —a tiro de piedra del estadio— no había bares o centros nocturnos para visitar después de la hora de salida.
“Podías contar los restaurantes con una mano”,dijo Boyd. “Simplemente no venías al centro para buscar diversión en ese momento”.
Antes, Indianápolis significaba “el jardín de ladrillo”, la carrera Indianápolis 500, dijo Tom Griswold, coanfitrión del programa de radio con transmisión nacional con base en Indianápolis, The Bob & Tom Show. “Pero tras la llegada de Peyton Manning, ahora le dicen ‘los Potros de Indianápolis’”.
La imagen del rostro de Manning se ve en grande en un espectacular de Papa John’s del tamaño de un edificio en la Super Bowl Village.
Catorce años después de que Manning se unió a los Potros, los estadounidenses de hecho hablan del mariscal de campo de 90 millones de dólares. Específicamente hablan de su cuello.
La recuperación de Manning por una cirugía en el cuello —tal vez el cuello más comentado en la historia del deporte— amenaza con opacar el partido del domingo, que contará con la participación de su hermano Eli como el mariscal de campo de los Gigantes.
La mayoría de la gente sabe que la lesión obligó a Peyton Manning a alejarse de los Potros toda la temporada, y resultó en la temporada con dos victorias y 14 derrotas, un récord amargo después de la temporada 2010 cuando ganaron 10 partidos y perdieron seis.
Ahora los Potros enfrentan una decisión épica sobre si deben pagar los 28 millones de dólares adicionales para que Manning permanezca en el equipo o dejarlo como agente libre.
Indianápolis tuvo que tomar su propia decisión épica a principios de los 80. En ese tiempo, la ciudad no tenía equipo de la NFL. Aún así, Hudnut, entonces alcalde, dio luz verde para la construcción del estadio de futbol americano que costó 77 millones de dólares.
Indianápolis estaba sacando la carnada para atraer a la NFL.
“Bolas de Acero”, dijo un aficionado, quien recordó la historia mientras caminaba por la Super Bowl Village el martes. “Requirió de agallas”.
Antes de que el estadio estuviera terminado, los Potros estuvieron de acuerdo en mudarse de Baltimore a Indianápolis, desencadenando una generación de odio entre los aficionados de la ciudad de Maryland por el “robo” de su franquicia. Fue un gran avance para usar los deportes como un ponerle ahínco al estatus de Indianápolis y su posición económica. Pronto la ciudad fue anfitriona de la Final Four de la NCAA del basquetbol colegial y del All-Star Game de la NBA.
“Poco a poco en la década de los 80 y 90 la gente que conoció la ciudad la consideró como una gran ciudad, aunque la gente que no conocía Indianápolis todavía pensaba en ella como un campo de ladrillos y un campo de maíz”, dijo Hudnut.
Avanzando hacia el domingo, cuando tal vez 112 millones de personas vean que el partido por el campeonato de la NFL se “realiza en la pequeña y antigua Indianápolis”, dijo Griswold, el presentador del programa de radio. La misión estará completada.
La organización parece ir bien hasta el momento, gracias en parte a las raras temperaturas cálidas un poco por debajo de los 50°F (10 grados centígrados) en un momento cuando normalmente se registran unos grados por encima de la temperatura de congelamiento”. “Lo adoramos. ¡Tengo que salir a la villa y ver a todo el mundo!”, dijo Boyce.
“Sorprendente” fue como el receptor abierto de los Potros, Reggie Wayne, describió el clima en WRT. “Parece que todo el mundo se está divirtiendo”, dijo Wayne, un año después de que una extraña onda fría estropeó los eventos que rodearon al Super Bowl de Dallas. “Todavía no escucho una queja”.
Indianápolis es la primera ciudad con “clima frío” que es sede desde que lo hizo Minneapolis-St. Paul en 1992.
En 1982, Detroit abrió la puerta a los partidos de Super Bowl para las ciudades de clima frío. El deporte regresó a Detroit 24 años después. Se tiene previsto que Nueva York lo sea en 2014.
“Nuestro plan es que con el tiempo podamos entrar en la rotación para futuros (partidos) de Super Bowl”, dijo Hudnut.
“Antes, terminemos el primero”, dijo Goodell de la NFL a WRTV. “Creo que la hospitalidad y la manera como hicieron esto refleja muy bien el avance de Indianápolis”.
Lo que se habla en la ciudad
La villa —tres cuadras de un “festival familiar” con tiendas y restaurantes con un costo de 12 millones de dólares— no solo se construyó para el domingo, también para el futuro. “Después que los fans se hayan ido, otras personas podrán ir y usar el espacio durante décadas”, dijo Boyce.
Mientras tanto, Boyce dijo que espera que Indianápolis muestre el espíritu de la “hospitalidad Hoosier”. “Somos personas amistosas”, dijo. “La gente te saluda cuando caminas por la calle. Pasa todo el tiempo, no sólo cuando hay Super Bowl aquí”.
¿Qué es lo que acapara más la atención? La zip line es la plática de la ciudad.
Por 10 dólares, puedes subir a la tirolesa de una torre de 29 metros de altura, amarrarte a un cable de metal y volar a 24 metros hacia la otra torre por encima de la multitud a 198 metros de distancia. “Es la nueva versión del salto con bungee”, dijo una mujer.
Los aficionados informaron que la espera para subir a la tirolesa el domingo pasado era de 7 horas.
Eso es casi tan largo como los programas de televisión previos al Super Bowl.
Las quejas de las personas sin hogar
En Indianápolis no todo el mundo está esperando el Super Bowl. Justin Baranowski, de 33 años, un hombre de California sin hogar dijo, “cuando se definió la final, la policía empezó a desalojarnos de ciertas zonas en donde tenemos permitido estar”, incluyendo la Super Bowl Village.
Las autoridades insisten en que los policías no están aplicando mano dura por el partido, pero dijeron que la policía trabaja con organizaciones privadas para ayudar a que las personas sin hogar entren a los albergues. “No movemos a nadie contra su voluntad” dijo Marc Loter, portavoz del alcalde de Indianápolis, Gerg Ballard.
La ciudad compara su felicidad del Super Bowl con algunos segmentos necesitados de la comunidad. Un vecindario sin una tienda de abarrotes ahora tiene una cooperativa de alimentos gracias a los fondos privados y de la NFL, dijo Boyce.
Otra zona recibió un centro comunitario juvenil de 6,000 metros cuadrados, que incluye un gimnasio, salones de clase y programas semanales como cocina, acondicionamiento físico y finanzas.
Ser sede de este partido es “el paso al más alto nivel que hemos tomado antes”, dijo Hudnut. “Teníamos que demostrar que podíamos ser de las grandes ligas”.
¿Entonces qué sigue en Indianápolis? La convención nacional de los partidos Demócrata y Republicano tal vez no esté fuera de las posibilidades, dijo.
¿Y qué hay del domingo? “La mejor señal de éxito será que la ciudad no se convertirá en historia”, dijo Griswold. “La historia es del juego. Honestamente creo que el mejor informe es que la gente diga que “el partido fue grandioso, y por cierto, Indianápolis es muy agradable. La pasé realmente bien”.