Los jinetes del desierto mantienen una antigua tradición equina
El sol todavía no está sobre el desierto, pero 50 caballos y jinetes ya se reunieron en la Villa de Resistencia de Qatar en Al-Wakra, a media hora en automóvil de Doha, la capital del país.
Se reúnen para competir en una carrera de resistencia de 120 kilómetros, del tipo que se celebra aquí casi todas las semanas. Los jinetes enmascarados ven con miradas duras al desierto mientras sus caballos alzan sus cuellos y pisan el suelo impacientes por empezar a competir.
El juez de salida realiza la cuenta regresiva en árabe, y los caballos y los jinetes salen de la línea de salida, galopando en el pozo profundo del desierto con sus colas en alto fluyendo detrás de ellos.
Pisándoles los talones, una flotilla de camionetas Land Cruiser salta después de que cruzan la arena, el resplandor de sus luces crea un oasis de movimiento de luz. Estos son los vehículos de apoyo desde donde los dueños y los entrenadores pueden observar la carrera en progreso y gritar las instrucciones.
Ahora, los caballos realizan vueltas completas de 30 kilómetros, parando para revisiones al final de cada vuelta. Cualquier caballo que se considere que no está en condiciones para continuar con la competencia se eliminará en cada punto de revisión.
Viajan a una velocidad de hasta 40 kilómetros por hora durante cerca de 8 horas. De los cincuenta que inician, menos de una cuarta parte terminará la competencia.
La mayoría de los caballos son árabes pura sangre son venerados en la cultura islámica, donde aprecian su belleza, inteligencia y, por encima de todo, su resistencia.
El caballo árabe fue el que formó el mapa genético del caballo de carreras moderno, el ADN de todos los pura sangre modernos puede rastrearse hasta los tres sementales orientales “originales” importados al Reino Unido en el siglo XVIII.
Algunos dicen que el caballo árabe fue un regalo de Alá para la humanidad. La antigua raza está extremadamente bien adaptada al implacable terreno desértico del Medio Oriente.
Muchos de estos animales son antiguos caballos de carreras, y poco a poco fueron entrenados y educados para estar aptos para competir en las carreras de resistencia.
Aunque el deporte tiene orígenes antiguos, las carreras en la actualidad son tan profesionales como competitivas, con caballos acondicionados para estar en el punto más alto de su fuerza y están sujetos a rigurosas inspecciones veterinarias tanto durante la carrera como después de ella.
Al final de cada etapa, los caballos son rociados con agua y miden su ritmo cardiaco. Un equipo de veterinarios revisa minuciosamente a cada caballo antes de que les permitan seguir en la carrera. El número de competidores poco a poco empieza a bajar hasta que sólo los más fuertes continúan para competir en las últimas vueltas.
La resistencia se toma en serio en esta parte del mundo; muchos de los caballos son propiedad de miembros de las familias reales de Qatar y Dubai. Uno de esos dueños es Sheikh Maktoum, el gobernante de Dubai.
Su hijo, Sheikh Rashid es un jinete de resistencia campeón por derecho propio.
“He cabalgado desde que tenía once años y participo en la (carrera) de resistencia desde 2006", dice durante una inspección.
“Algunas personas en mi familia son más (aficionados) a las carreras de caballos (su padre es dueño de las carreras más importantes de pura sangre del mundo), algunos son más (aficionados) a la carrera de resistencia. En realidad empecé (practicando) polo, pero después me sentí atraído a la resistencia y me encantó. Espero hacerlo durante el resto de mi vida”.
El atractivo permanente de este deporte de resistencia es fácil de entender; física y estratégicamente es demandante, también es una expresión del profundo respeto por todos los caballos —especialmente para los árabes— como son tratados en esta parte del mundo.
A los musulmanes les dicen que si tratan a estos preciosos caballos con amor y respeto, serán recompensados generosamente, tanto en su vida terrenal como en la posterior.
Mientras el jinete ganador recibe las felicitaciones de la multitud, su caballo —un magnífico caballo alazán con una cara en forma de plato y una cola alta característica de su raza— es entregado a un equipo de mozos para cuidarlo.
Con una última mirada por encima del hombro mientras sigue su camino, el caballo abre sus fosas nasales y relincha, una última llamada al desierto de donde vino.