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Jóvenes refugiados en EU se integran a través del futbol

Mark Kabban, de 25 años, abrió el programa para refugiados donde ayuda a los niños a aprender inglés, integrarse y a aumentar su autoestima
vie 04 mayo 2012 02:32 PM
niños refugiados juegan futbol
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Khalid Yohana tenía siete años cuando la guerra llegó a su hogar en Mosul, Iraq. Durante años, incluso las actividades más simples, como caminar a la escuela, eran una prueba.

“Salir daba miedo”, recuerda Yohana, ahora de 16 años. “Si caminabas en la calle… estabas nerviosa por el temor a que te mataran".

Un grupo de hombres en una ocasión trató de secuestrar a su padre, un chef en un restaurante de Bagdad que servía a estadounidenses. Su intento falló, pero una carta amenazante llegó a la casa de su familia esa misma noche.

“Nos dijeron que teníamos que salir del país o nos matarían, estaba realmente asustada”, dijo Yohana.

La familia voló a una pequeña ciudad en el norte, pero cuando la escuela de Yohana fue bombardeada un año después, dejaron Iraq. Viajaron a Beirut, Líbano, y solicitaron el estatus de refugiados para poder mudarse a Estados Unidos legalmente.

En el 2010, Yohana y su familia llegaron a San Diego. La familia apreció la seguridad de su nuevo hogar, pero también enfrentaron problemas nuevos. El padre de Yohana batalló para encontrar trabajo y la familia entera encontró desafiante navegar en un nuevo país y cultura.

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“Fue realmente difícil porque nosotros (no) hablábamos el idioma”, dijo Yohana.

El aislamiento social

“Fue realmente difícil encontrar amigos”, dijo Yohana. “Sólo me sentaba en mi casa”.

Mientras trabajaba como gerente de casos de refugiados para una organización sin fines de lucro, Mark Kabban vio muchas familias lidiando con algo parecido a la batalla de Yohana para encontrar un equilibrio en Estados Unidos.

“Pierdes mucha dignidad cuando te conviertes en un refugiado”, dijo Kabban. “Tienes que huir de tu país, depender de otros. Pierdes tu autoestima”.

Kabban dijo que la transición puede ser particularmente desafiante para los niños, quienes enfrentan barreras educativas y sociales. El estrés que enfrentan a menudo los pone en riesgo de irse por un mal camino.

“Sus familias han sacrificado todo por ellos para llegar aquí. Así que si (sus hijos) no tienen éxito, es la tragedia más grande”, dijo Kabban, de 25 años. “Es algo que no voy a permitir”.

Para ayudar a apoyar a refugiados jóvenes, Kabban comenzó el programa YALLA en el 2009. El nombre es un acrónimo de Jóvenes y Líderes Viviendo Activamente (Youth And Leaders Living Actively, en inglés), pero en árabe simplemente significa “vamos”. YALLA ofrece tutoría gratuita y entrenamiento de futbol a 200 niños y niñas en el área de San Diego.

Aunque el futbol es lo que más motiva a los jugadores, es sólo una parte para Kabban. Muchos de sus jugadores han perdido años de escuela en su camino a Estados Unidos, así que las sesiones de tutoría de dos veces a la semana son una parte integral del programa.

“Cuando llegan aquí, están atrasados, y están atrasados en un idioma diferente”, dijo Kabban. “Así que la necesidad es inmensa. Estamos trabajando para alfabetizarlos en inglés, haciendo que avancen”.

El equipo de YALLA también se asegura que los jugadores están registrados para recibir 25 horas de tutoría individual de un programa en todo el estado. Cuando sea necesario, YALLA también ofrece tutoría adicional a aquellos que están luchando. La esperanza es ayudar a cada uno a subir su nivel de cara a ingresar en la universidad.

Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, más de 10,000 refugiados de todo el mundo se han movido al área de San Diego legalmente desde el 2007, haciéndola una de las zonas de asentamiento de refugiados más grandes de todo el país.

Muchos de estos recién llegados, como Yohana, son iraquíes que tienen menos de 18 años. La gran mayoría viven en El Cajon, una ciudad del condado de San Diego donde se encuentra YALLA. Mark difunde la palabra sobre el grupo visitando zonas de escuelas.

La mayoría de los jugadores en el programa son iraquíes, pero el grupo tiene jugadores de todo el Medio Oriente, África y Asia. A veces las diferencias étnicas y religiosas pueden crear conflictos, pero Kabban dice que mientras va progresando la temporada de futbol, las diferencias a veces se dejan de lado.

“Sus familias han pasado las mismas batallas”, dijo Kabban. “Cuando se dan cuenta de eso se vuelven como hermanos y hermanas”.

Algunos niños han perdido más que su hogar. Algunos han atestiguado como han matado a uno de sus padres, o han sido torturados y secuestrados. Kabban, quien ayuda en muchas de las prácticas, trata de mantener una atmósfera seria pero divertida así que ese tiempo en el campo es un escape muy necesitado.

“El futbol es (la) mejor terapia”, dijo Kabban. “Tienen una hora o dos para olvidarse de todo lo demás y sólo ser niños”.

Kabban se preocupa porque él enfrentó muchos de los retos que los refugiados están experimentando. Nunca ha sido oficialmente un refugiado, pero su familia dejó Beirut durante la guerra civil de 15 años en Líbano, un conflicto en el que tres familiares fueron asesinados.

La familia de Kabban vivió en varios lugares, incluyendo Estados Unidos, donde su padre asistió a la universidad antes de inmigrar permanentemente al área de San Diego cuando Kabban tenía nueve años. Para él, el ajuste social era particularmente duro.

“Tenía toda la ropa equivocada puesta, y se burlaron de mí”, dijo. “Me llamaban ‘niño pobre’. Mi autoestima estaba muy, muy baja”.

Eso cambió cuando descubrió el futbol americano, anotando un touchdown la primera vez que obtuvo el balón.

“Los deportes fueron la manera en la que me volví seguro, hice amigos y me sentía como otros niños”, dijo. Ganó una beca de futbol en la Universidad Baker, una pequeña escuela privada en Kansas donde estudió relaciones internacionales.

Después de graduarse en el 2008, Kabban planeó ir a Egipto a obtener un posgrado en estudios de refugiados, pero en su visita a casa ese verano notó el gran flujo de refugiados que San Diego había experimentado en años recientes.

“Comencé a pensar, ‘¿por qué crucé la mitad del mundo para aprender sobre refugiados si todos estaban en mi ciudad?’”, dijo.

En lugar de ir a una escuela de posgrado, Kabban consiguió un trabajo en Caridades Católicas, ayudando a los refugiados a establecerse en sus nuevas vidas. Se sentía mal al ver a tantos niños sentados en casa, pero también se percató de cómo se animaban cuando veían un balón de futbol.

Un día, llevó un balón con él mientras hacía una visita a casa. A medida que se aproximaba al complejo de departamentos, escuchó a un niño gritar la palabra árabe para balón. Kabban comenzó a jugar con él, y dentro de minutos, 20 niños ya se habían unido al juego. Ese momento le dio a Kabban la inspiración para el enfoque de YALLA.

Aunque la organización es relativamente nueva, YALLA ha podido obtener financiamientos de fundaciones locales y negocios. Todo: tutoría, futbol y viajes ocasionales... son ofrecidos sin costo, algo que los niños aprecian, casi todos saben que el dinero no es suficiente en casa.

Kabban también ha hecho su prioridad contactar a aquellos que no son refugiados.

Cuando los refugiados empezaron a llegar al área había tensión en las escuelas entre ellos, por ejemplo, entre los latinos y afroamericanos. Para contrarrestar esto, Kabban empezó la Liga Constructores de Paz, una liga de futbol abierta a todos en la zona.

“Queríamos unirlos y comenzar a crear una comunidad”, dijo. “Ahora parece la Copa del Mundo cada domingo”.

Al final, Kabban espera construir la  escuela “constructora de paz” para refugiados, inmigrantes y jóvenes marginados que usarán el futbol en un programa formal.

El compromiso de Kabban a la organización es tan fuerte que por más de un año ha estado trabajando tiempo completo sin salario, viviendo de sus ahorros. Los niños en YALLA saben que renunció a su trabajo por ellos, y son rápidos al reconocer la gran diferencia que ha hecho en sus vidas.

“No sé cómo decirle gracias al Entrenador Mark”, dijo Yohana. “Me han ayudado a encontrar amigos y me (enseñaron) a hablar inglés… ahora, con YALLA y el Entrenador Mark, es una vida divertida”.

Historias como esa son lo que motivan a Kabban a seguir.

“Este país le dio a mi familia la oportunidad de ser exitoso”, dijo. “Quiero ayudar a estos niños a que hagan lo mismo”.

¿Quieres involucrarte? Revisa el sitio web de YALLA en www.yallasd.com .

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