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El Madrid y Barcelona definirán finalista de Copa del Rey en el Camp Nou

Los merengues no pudieron vencer a los catalanes y tendrán que ganar en el estadio culé si quieren pasar a la final de la Copa del Rey
mié 30 enero 2013 03:50 PM

El Camp Nou dictará sentencia a las semifinales de Copa del Rey, tras el primer capítulo de un clásico repleto de futbol, en el que a falta de goles de Cristiano Ronaldo y Leo Messi, el Barcelona pudo sentenciar tras el tanto de Cesc Fábregas y permitió levantarse a un Real Madrid amparado en la figura de un inconmensurable Varane (1-1).

Real Madrid y Barcelona homenajearon al futbol en un clásico de alta intensidad, explotando cada uno sus virtudes, tan diferentes y a la vez brillantes, que les convierten en los mejores equipos del planeta.

José Mourinho recortó la abismal diferencia que separaba a los dos equipos sobre el césped. Recuperada la autoestima madridista, pasó a apostar por mirar a los ojos del rival. De cerrojazos pasó a presión en el campo rival. El Bernabéu lo saboreó.

Fue valiente Mourinho ante el planteamiento de Tito Vilanova, que estaba en el Bernabéu sin estar presente. Las bajas en la defensa condicionaban al portugués. Con Pepe y Sergio Ramos, veloces, la línea defensiva puede estar adelantada y el equipo unido en la presión. La lentitud de Carvalho era correr riesgos. Si retrasaba la defensa el equipo sería demasiado largo y aparecerían los espacios. Ahí Messi se mueve como pez en el agua.

Carvalho lo sabía y saltó nervioso. Emergió la figura de Varane. Su primer clásico y jugó como si fuese él quien tuviese más experiencia en la zaga blanca. Con el Real Madrid 'mordiendo' desde el inicio, su aguante físico marcaría el duelo. Necesitaba compromiso y ayudas defensivas. Con ellas consiguió incomodar al Barcelona. La salida de balón azulgrana fue entorpecida.

En la primera jugada del partido Cristiano fue derribado por Piqué al borde del área. La cartulina amarilla condicionaba al central catalán. No lo notó y recuperó su mejor imagen. Le ocurrió lo mismo a Carvalho, que llegó tarde con Cesc. Dos defensas andaban con cuidado por el césped.

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La ausencia de Iker Casillas, diez años después y de Víctor Valdés, repartió el protagonismo que siempre recae en el duelo Messi y Cristiano a la portería. Diego López debutaba.

El guardameta pasó de golpe del sufrimiento de una competencia mal entendida con Palop en el Sevilla a jugar un clásico con el equipo de su corazón. La vida le premió y en la portería que suele defender Iker, el capitán dejó el ángel que siempre le acompaña. El travesaño repelió una falta que cobró Xavi.

Pinto había comenzado antes a trabajar. A los dos minutos sacó como pudo una falta centrada repleta de potencia de Cristiano. El Barcelona necesitaba a Xavi, Iniesta y Cesc en la salida. Los defensas no los encontraban. La presencia de Callejón aumentaba la presión. Essien casi encuentra el gol en un centro que se envenenó.

Pero sobra tanta calidad en el Barça que hasta incómodo con la presión cuando el balón caía en Messi pasaba algo. Comenzó luchando solo contra el mundo pero siempre encontró socios. Cesc tiró mal la primera y a un regalo de Carvalho buscó a Xavi que disparó a placer pero se topó con Varane en la línea de gol.

Los dos equipos mostraron sus virtudes. Armas tan distintas y tan efectivas. La velocidad era letal en el contragolpe madridista. Aceptó la propuesta el Barcelona, que por momentos redujo el toque. Fueron minutos espectaculares emulando a dos ciclistas que suben un puerto. Subía el ritmo uno, respondía el otro. Lo bajaba el Barça cuando Iniesta echaba a dormir el esférico y el Real Madrid respiraba.

Los delanteros perdonaron las acciones de ataque. Benzema controló con la izquierda y con todo a favor rozó la escuadra con su disparo con la derecha. Cristiano tuvo cerca el gol pero no llegó por milímetros. Y comenzaron las protestas al árbitro por un pase de la muerte de Callejón que salvó Alves y en su caída vió como el balón golpeó en su codo. Con los dos equipos rotos llegó el descanso de los guerreros.

En el segundo tiempo, el nivel de espectáculo no se rebajó. Incrementó con los goles y el cansancio del esfuerzo propició errores que desaprovechó el Barcelona.

El partido arrancó igual que en el primer tiempo. Al primer minuto una ocasión madridista. Benzema recortó con clase pero disparó arriba. Duelos tan igualados se deciden por detalles, por un pequeño error. El de Callejón fue grande y doble. Despejó mal. Al centro. Y se quedó enganchado y rompió el fuera de juego. El balón cayó en Messi que cedió a Cesc, un futbolista que lee espacios como pocos. En el mano a mano superó con facilidad a Diego.

El gol dejó anestesiado unos minutos al Real Madrid. Sobrevivió gracias a Varane, enorme en las coberturas, rápido ante Cesc cuando de nuevo se plantaba solo para marcar el segundo. El Barcelona era el dueño del balón, pero al conjunto madridista nunca hay que darlo por muerto. Essien sacó un centro bueno y Cristiano en el segundo palo cabeceó cerca del poste.

Era la ocasión que necesitaba el Real Madrid para la resurrección pero las fuerzas ya no eran las mismas ni con la entrada en escena de Modric e Higuaín.

Fue cuando el Barcelona tuvo en su mano la sentencia. Diego, con cierto temor en las salidas, se desquitó con alguna intervención salvadora. Le sacó un disparo potente a Alves. Vio como Pedro en un mano a mano la cruzó en exceso y sacó un remate a Jordi Alba.

La semifinal mantiene la vida porque Varane completó su mejor partido con lo único que le faltaba. Un centro desde el costado derecho del brillante Özil lo cabeceó con el alma a la red.

El Barcelona pasó de pedir la segunda amarilla a Carvalho, por una mano, a lamentar un empate que deja todo abierto. El Real Madrid recuperará jugadores importantes en el Camp Nou. El clásico exhibe igualdad y espectáculo.

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