YouTube, el 'entrenador' que llevó a un keniano a una final olímpica
Nota del editor: La serie Human to Hero de CNN se transmite por World Sport a las 11 y a las 16:30 horas todos los miércoles y los jueves a las 23 horas.
(CNN)— Es su propio entrenador, se apoya en videos de YouTube para perfeccionar su técnica y en un país enloquecido como Kenia, ha tenido que enfrentarse a las autoridades para llegar a la selección del equipo de atletismo como lanzador de jabalina.
Puede ser que Julius Yego no haya ganado una medalla en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, pero su logro de calificar y luego llegar a la final en esta disciplina especializada fue un triunfo sobre la adversidad.
“No tengo entrenador, mi motivación yace en mi interior. Entrenar sin entrenador no es fácil”, dijo a la serie de CNN, Human to Hero .
Sin embargo, este evidente obstáculo no le impidió lanzar la jabalina de 800 gramos a una distancia de 81.81 metros —una marca personal con la que rompió el récord nacional, que él mismo impuso— para calificar en Londres y unirse a los mejores de su disciplina.
Yego terminó en el 12º lugar, detrás de Keshorn Walcott de Trinidad y Tobago, quién al ganar sorpresivamente el oro asombró a atletas como el dos veces campeón Andreas Thorkildsen de Noruega.
La desconcertante victoria de Walcott, la segunda de un atleta no europeo en una competencia olímpica de lanzamiento de jabalina, debería servir de estímulo para Yego, a quien no le falta confianza en sí mismo.
“Quiero ser una leyenda y dejar un legado”, dijo.
“Estoy concentrado en los Campeonatos Mundiales de 2013 en Moscú. Trataré de quedar entre los primeros tres. Tengo que llegar al podio, no quedarme solo en las finales”.
Yego tuvo que superar “muchos obstáculos” para lograr que lo reconocieran en su país como un atleta de clase mundial.
El atleta de 23 años es originario de una aldea en el valle del Rift, el tradicional semillero de la aparentemente interminable serie de corredores de fondo que han tenido éxito en distancias que van desde los 800 metros hasta el maratón.
Fue el cuarto de nueve hijos y empezó a practicar el lanzamiento de jabalina cuando estaba en la secundaria, entonces se dio cuenta de que no tendría éxito como futbolista.
“Mi hermana mayor me animaba, también mi mamá, pero a veces mi papá se enojaba conmigo”, dijo Yego. “Casi siempre me salía de la escuela, no estaba aprendiendo, así que a veces se enojaba conmigo. Pero cuando le demostré que estaba equivocado me dejó seguir en este deporte”.
Yego intentó brevemente con la pista, pero con 85 kilos, su físico era más adecuado para un evento como la jabalina y sus increíbles exigencias técnicas.
También le ayudó que uno de sus hermanos mayores había lanzado jabalina en la primaria y también se sintió inspirado al ver los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 por televisión.
“Simplemente me cautivó, quería ser como Andreas Thorkildsen”, dijo.
No tenía idea de que ocho años más tarde estaría compitiendo contra su héroe en una final en los Juegos Olímpicos.
Como en Kenia no hay entrenadores especialistas en jabalina, el entonces adolescente recurrió a la tecnología para ver lo que estaban haciendo Thorkildsen y otros grandes campeones como el checo Jan Zelezny.
“Ver en YouTube las técnicas de entrenamiento y las habilidades que usan verdaderamente rindió frutos”, dijo.
Yego se hizo notar por primera vez cuando ganó el tercer lugar en los campeonatos africanos de 2010 que se celebraron en Nairobi, la capital de Kenia, pero la desilusión lo siguió en los Juegos de la Mancomunidad en Nueva Delhi más tarde ese año, en donde terminó en séptimo lugar.
Su gran oportunidad llegó en 2011 en los Juegos Panafricanos, aunque casi no llega al campeonato en Mozambique, que sería crucial para su carrera y su consiguiente calificación a las Olimpiadas de 2012.
Al principio, le dijeron a Yego que iría al evento con el equipo keniano, pero tres días más tarde le dieron la devastadora noticia de que no haría el viaje.
“Llamé a uno de los funcionarios de nuestra federación y le pregunté qué estaba pasando”, recuerda. “Me dijo que no tenían dinero suficiente para llevarnos a todos, así que le dije que podía quitar a uno de los corredores para darme una oportunidad”.
El enfrentamiento de Yago con el funcionario claramente tuvo efecto: tres días después estaba de nuevo en el equipo.
Recompensó la fe que depositaron en él al establecer un récord nacional de 78.20 metros y volverse el primer keniano en ganar la medalla de oro en lanzamiento de jabalina en los juegos panafricanos.
Gracias a esto, recibió una beca de la IAAF, el organismo rector del atletismo, para asistir a un campamento de seis meses en su centro en Kuortane, Finlandia, la sede de la jabalina por tradición.
Cuando regresó, a principios del 2012, Yago logró la marca de calificación para los Olímpicos de Londres y a finales del verano lanzó la jabalina más allá de los 80 metros por primera vez.
Los seleccionadores kenianos ya no podrían ignorarlo y su sueño estaba a punto de convertirse en realidad como el único atleta de campo en un equipo compuesto por 44 deportistas.
“Nunca olvidaré mi experiencia olímpica. Ahora soy un atleta olímpico, no todos pueden serlo”, dijo.
Como muchos de los atletas kenianos de alto nivel, Yego tiene un puesto en la fuerza policial nacional, pero se le permite que se tome entre cuatro y cinco horas al día para entrenar, hacer ejercicios especializados en el gimnasio, saltar algunas vallas y hacer una rutina de lanzamiento.
“La jabalina requiere de una combinación de velocidad, habilidad y fuerza; si no las combinas todas, no lo harás bien”, dijo. “Nací con el talento, pero tuve que trabajar para desarrollar las habilidades”.
Thorkildsen sigue siendo su referencia. “Andreas es un tipo singular, es muy hábil”, dijo Yego. “Hace un poco de gimnasia (cuando entrena) que uno no puede hacer. Cuando veo que hace sentadillas con 200 kilos y yo hacía 90, puedes ver que la diferencia es muy grande, pero ahora hago 150. Cuando leí su biografía, leí que empezó a entrenar a los once años, así que puedes ver que le lleva la delantera a todos”.
Aunque aún enfrenta la falta de instalaciones especializadas, Yago dedica varias horas al día a entrenar en el estadio Kasarani en Nairobi.
“Lo que me encanta de la jabalina es que cuando la lanzas y lo haces bien, cuando está volando por el cielo, se siente muy bien”.