Conflictos de barras, una discusión que 'adolecen' los grandes del futbol
Hace más de 15 años que los incesantes cánticos de aficionados, las banderas, y las burlas dan color cada semana a los estadios mexicanos con las barras de aficionados.
Primero fue la Ultratuza del Pachuca, después La Rebel de los Pumas, La legión 1908 de las Chivas y la Monumental del América, para que el futbol nacional fuera contagiado con otro tipo de porras conformadas en su mayoría por jóvenes .
Pero estas barras no pudieron estar exentas de la "enfermedad inglesa" heredada del hooliganismo, arraigada en Gran Bretaña y las barras bravas sudamericanas, donde la rivalidad entre los aficionados de distintos equipos ha derivado en violencia fuera de las canchas.
La jornada 12 del torneo Clausura 2014 del futbol mexicano fue ensombrecida por un enfrentamiento entre policías y seguidores de las Chivas de Guadalajaradurante el clásico tapatío ante el Atlas. El intento de las fuerzas policiales de detener a los aficionados que aventaban bengalas desde las tribunas se salió de control, dejando como saldo un total de ocho policías heridos, dos de ellos de gravedad, así como la clausura del Estadio Jalisco.
Los seguidores del Rebaño sagrado ya habían protagonizado en 2013 una trifulca con aficionados del León a las afueras del estadio Ominlife.
El hooliganismo es un fenómeno cuyo origen se ubica en la década de 1960, con el surgimiento de subculturas en Gran Bretaña donde los jóvenes buscaban un espacio ante la crisis social y económica que había dejado el fin de la Segunda Guerra Mundial.
En su libro Understanding football hooliganism, el investigador australiano Ramón Spaaij encuentra similitudes en este fenómeno del futbol que se replicó en distintos países, relacionado con desigualdad económica, desempleo, las pocas oportunidades de educación, y en otros casos, de cuestiones étnicas.
"Sus principales identidades, por lo tanto, descansan precisamente en sus vecindarios o barrios, y en sus equipos de futbol", señala Spaaij.
Uno de los eventos más oscuros en el futbol inglés fue el que sucedió en el estadio de Heysel en Bruselas, Bélgica, en la final de la Copa de Europa de 1985 entre Liverpool y Juventus. Los aficionados del Liverpool derribaron una valla provocando el pánico de los seguidores del club italiano y una avalancha humana que dejó 39 muertos.
Los equipos ingleses quedaron excluídos de cualquier torneo europeo en los siguientes cinco años.
En América Latina, en específico en Argentina, el surgimiento de las llamadas barras bravas o hinchadas se da entre los años 1930 y 1940, pero fue en la década de 1960 que subió en su grado de violencia.
En esa misma década surgieron las torcidas brasileñas, opuestas a las pacíficas y carnavalescas charangas.
Spaaij señala que en Sudámerica, estos grupos de apoyo emulan aspectos de una organización, con membresías, "sin necesidad de intimidar y violentar a sus rivales", a veces vinculados con grupos políticos.
En otros continentes como África, la violencia en los estadios también se ha hecho presente con costos mortales. En 2012, Egipto vivió una de sus mayores tragedias durante un juego entre el Al-Ahly de El Cairo y el Al-Masry de Port Said.
Al menos 74 personas muertas dejaron los disturbios ocurridos en el estadio de Port Said cuando aficionados se volcaron en masa a la cancha tras el triunfo del Al-Ahly. Los hechos se dieron en medio de la crisis política que se vivía en aquella nación que tras la dimisión del presidente Hosni Mubarak.
Brasil, la próxima sede del Mundial de futbol, recibió un golpe a finales de 2013 cuando la policía arrojó gas lacrimógeno a seguidores del Vasco de Gama y el el Atlético Paranaense que se enfrentaron en las gradas después de que cayera un gol del Paranaense.
La gente en las gradas empezó a lanzar golpes y patadas. Un hombre blandió un tubo de metal y golpeó a un aficionado caído. Las fuerzas de seguridad reaccionaron disparando gas a la multitud.
Este jueves, la Cámara de Diputados aprobó una reforma que establece penas de prisión para quienes generen violencia en encuentros deportivos.
Las modificaciones a la Ley General de Cultura Física y Deporte señalan que los aficionados violentos serán castigados hasta con cuatro años y medio de cárcel y 90 días de salario mínimo de multa (unos 6,000 pesos), por causar daños materiales a recintos o sus inmediaciones, o por introducir en ellos armas o explosivos.
La Federación Mexicana de Futbol señaló que la permanencia de las barras en los estadios será una decisión que se tomará después de una reunión entre los 18 directivos de los clubes, aunque no ha puesto fecha para esta convocatoria.