Coleccionistas 'pegan en su álbum' Panini nostalgia y amor al futbol
Para los coleccionistas, el campeonato Mundial de Brasil 2014 inicia cuando se empiezan a recolectar las 647 estampas del álbum Panini, con la única intención de completarlo lo más pronto posible. Cueste lo que cueste.
"Es el amor al coleccionismo. Esto me apasiona mucho. Me gusta mucho el futbol, soy muy apasionado del futbol, y parte de llevar el futbol conmigo es juntar estas colecciones", dice Roberto Valdez, de 42 años, quien ha llenado los álbumes desde el Mundial de Italia 1990.
"Hay mucho adulto haciendo esto… hay gente que sí me dice que es una pérdida de tiempo. Pero cada quien puede tener sus pasiones, sus colecciones", agrega el coleccionista, quien ya ha llenado tres álbumes de este Mundial. Y va por el cuarto.
Al igual que Roberto, decenas de coleccionistas acuden los fines de semana a una plaza comercial de la capital mexicana, para participar en un intercambio de estampas organizado en redes sociales.
"¿Traes estampas para intercambiar?", es la frase para 'romper el hielo' con la que un coleccionista contacta a otro. "Sí, revísalas, ¿cuál te falta? Pásame tus repetidas", le responden.
Ocurren diálogos entre desconocidos de distintas edades, sexos, condiciones sociales y que apoyan a equipos de futbol distintos, pero todos con un objetivo común: ganar el trofeo de tener en casa un álbum lleno.
"Vine a conseguirle las estampas a mi nieto", dice la señora Sonia Moreno, de 56 años, antes de preguntar a jóvenes que llevan playeras de futbol si tienen los cromos que lleva anotados en su teléfono.
En el sitio del trueque —la zona de cafés que está al aire libre en la Plaza Universidad, al sur del DF— hay muy pocos niños. Algunos tienen pinta de adolescentes, como una pareja de novios. Pero la mayoría son adultos, sobre todo hombres, que han coleccionado el álbum de la marca Panini desde mundiales pasados. También acuden mamás que ayudan a sus hijos con la colección mundialista.
La mayoría opta por intercambiar. Aunque también hay quien los vende.
Como en un campo de futbol, los coleccionistas se distribuyen en diferentes sectores para aplicar su estrategia de búsqueda. Poco a poco llega más gente, hasta ser unas 40 personas. El sol pega fuerte, pero los coleccionistas están tan concentrados en su intercambio de estampas que eso queda en segundo plano.
¿A quién le importa el calor cuando hay que buscar la estampa del delantero francés Karim Benzemá?
La mayoría carga una hoja donde está escrito con pluma el registro de las estampas faltantes. Pero algunos hasta prepararon una tabla de Excel, que consultan en su teléfono. O utilizan una app en una tablet.
"¿No tendrás la 100? ¿La 259? ¿Alguien tiene el logo de Colombia?", se preguntan los coleccionistas entre sí, mientras la gente que pasa junto a ellos, y que quizá no sabe sobre el álbum, los observa como si fueran de otro planeta.
"No me importa, es mi pasión", dice Misael García, de 26 años, sobre las críticas que pueda hacerle alguna persona por dedicarle tiempo a un álbum.
La revisión que hacen los coleccionistas de los registros y de las estampas de intercambio luce tan seria como la que haría un inspector de Hacienda con una declaración de impuestos. Pasan uno a uno entre sus manos los rostros de Messi, Chicharito y Rooney, hasta que una sonrisa en su rostro confirma que encontraron la estampa requerida.
Una mujer acompaña a su hija en el intercambio. Sigue con la tradición de llenar el álbum del Mundial, tal como lo hizo su hijo desde Francia 1998.
"Ya llevamos años, el hermano también las juntaba (las estampas), pero desgraciadamente el hermanito falleció a los 18 años", cuenta la madre de Guillermo y Karla Andrea, que tiene 11 años. "Era divertidísimo, porque yo le ayudaba a acomodar las estampas, y luego las pegaba", recuerda Karla sobre su hermano fallecido.
Un poco alejados del resto, están los amigos Carlos Carreira, de 34 años, y Gabriel Velázquez, de la misma edad. "Voy en quinto de primaria", bromea Carlos por el hecho de coleccionar a su edad estampas de futbol. Recuerda que en ese grado le robaron un álbum lleno del Mundial de Italia 1990.
"Fue un trauma bastante grande, un coraje enorme", dice sobre aquella pérdida en la infancia.
Años después, Carlos defiende que la labor de coleccionista no es una actividad exclusiva de los niños. "Creo que tiene mucho tiempo que dejó de serlo", expresa.
"Hay mucha gente, de diferentes edades, que lo está juntando. Es una actividad muy padre porque reúne a todas las generaciones… yo no he recibido un comentario tipo bullying por estar juntando el álbum", agrega. Al contrario, mucha gente conoce el álbum y quiere sumarse, apunta Gabriel.
Durante el intercambio de estampas caen varios goles. "¡Lo logré, lo logré, ya llené mi álbum!", celebra con los brazos en alto un niño de nueve años con la playera de Cruz Azul, mientras su papá termina de cerrar el trato con otra persona para quedarse con la estampa de David Luiz, defensa de la selección brasileña y del Chelsea de Inglaterra.
Tal vez ni el entrenador portugués José Mourinho había sentido tanta emoción por tener entre sus filas al defensa brasileño.
Un coleccionista también vive momentos de tensión, como cuando requiere encontrar a un jugador surcoreano con un apellido impronunciable, al que quizá nunca verá jugar, pero que de pronto es imprescindible para completar el álbum.
Los más desesperados, según cuentan los coleccionistas, llegan a comprar las estampas que les faltan en sitios como mercados o tianguis —como el de Coyoacán—, con un precio mayor —las estampas especiales de Coca Cola, que aparecen en la última página, son vendidas hasta en 150 pesos el set de ocho cromos— al que tendría un sobre regular.
Pero antes de llegar a ese punto recurren a las reuniones de intercambio convocadas en grupos de Facebook, y que han ocurrido en otras plazas del DF y en diferentes estados del país, desde el lanzamiento del álbum mundialista.
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"¡Los españoles están bien complicados!", dice un joven sobre la dificultad de encontrar las estampas de la Furia roja. Mientras tanto, otro hombre de unos 30 años termina de guardar con prisa sus futbolistas en una bolsa de plástico.
"¡Mi novia me va a matar, le dije que no iba a tardarme!", bromea antes de alejarse apresurado del punto del intercambio, como si tuviera que regresar a la defensa para frenar un contragolpe de Neymar.
A unos días de que inicie el Mundial de Brasil, y con tantos rostros de futbolistas guardados en la memoria, en su camino de regreso a casa quizá vea balones en los semáforos o porterías en cada zaguán.
"En perpetuo estado de infancia, el aficionado al futbol busca capacidad para la magia", menciona Juan Villoro en uno de sus libros sobre el balompié. Ese deporte que provoca que no solo los niños, sino también los adultos, se diviertan al pegar estampas en un álbum.
El intercambio de estampas continúa. "¿Me dejas ver tus repetidas?", repiten.