Quiénes son los beneficiados y los perdedores del Mundial de Brasil 2014
Cuando Maria Elza de Fatima se enteró de que el Mundial vendría a Brasil en 2014, creyó que los buenos tiempos pronto regresarían.
Alguna vez dueña de un puesto de ropa, la residente de 59 años de Sao Paulo buscó trabajo desde que su licencia expiró y no fue renovada por las autoridades de la ciudad.
Pero ahora el Mundial venía a su ciudad natal; junto con miles de aficionados, visitantes y turistas, las oportunidades abundarían, ¿verdad? No ha sido de esa forma.
De Fatima podría ser una de las afortunadas que pudo asegurar un empleo oficial del Mundial pero lo que puede hacer y dónde puede trabajar es algo limitado.
Junto con aproximadamente otros 600, se le dio permiso de vender bolsas de hielo y refrescos afuera del estadio de Sao Paulo. Solo los socios oficiales de la FIFA tienen permitido empeñar productos aquí y dentro del estadio. De Fatima está demasiado consciente de que muchos otros no han sido tan afortunados.
Recuerda los días en los que hasta 22,000 dueños de puestos ejercían su oficio en las calles de Sao Paulo. Solamente 600 empleos (aunque también hay papeles temporales en otras áreas) no son suficientes para ellos, lamenta De Fatima.
"Este Mundial no es para los brasileños”, contesta De Fatima cuando se le pregunta si Sao Paulo experimentó la bendición que esperaba. “Es para los extranjeros y amigos de la FIFA”.
Protestas en todo el país
De Fatima no es la única brasileña desilusionada.
En una encuesta reciente del Centro de Investigación Pew en Estados Unidos se encontró que el 61% de los encuestados sentían que organizar el Mundial sería algo malo para su país.
De acuerdo con Marina Mattar del Comité Popular Sao Paulo del Mundial, una organización coordinadora de grupos dispares de protesta en la ciudad, el torneo traerá mucho dinero a Brasil, pero principalmente a algunos que están bien conectados.
"El Mundial trae beneficios a Brasil pero para las élites económicas y políticas; no para los vendedores de la calle, las empresas pequeñas, emprendedores y trabajadores en general”, dijo.
La clave de este debate son los crecientes costos de construir estadios nuevos en todo el país para organizar los partidos durante el Mundial.
La literatura promocional lanzada por el gobierno brasileño pone los gastos en términos de fondos, préstamos y líneas de crédito del bolsillo público para los proyectos de estadio a 3,500 millones de dólares.
Pero una auditoria reciente sugiere que el precio subió a 4,200 millones de dólares.
“Los estadios no son construidos para personas ordinarias porque el precio de los boletos es muy alto y muchas personas ya no podrán ir a ver el futbol.
“En su lugar, los estadios en cierta forma son muy buenos para que las grandes empresas de ingeniería ganen dinero”, dijo Mattar.
Las personas también fueron desalojadas de sus casas para hacer espacio para proyectos relacionados con el Mundial y hubo “pacificación” en las favelas, que han visto a la policía ocupar a la fuerza algunos de los vecindarios más pobres de la ciudad, añadió.
Esas preocupaciones están lejos de ser exclusivas de Sao Paulo.
En todo Brasil, las manifestaciones en las calles causaron estragos en el último año mientras que los grupos populares de comités también surgieron en Río de Janeiro, Belo Horizonte y más allá.
Una multitud de quejas, no todas relacionadas directamente con el Mundial, impulsaron este descontento; incluidos los mayores precios en transporte, mayores costos de vivienda, preocupaciones de vivienda y acusaciones de brutalidad policiaca.
La justicia y la igualdad están en el centro de estas preocupaciones.
Aunque Brasil creció rápidamente desde el cambio de siglo, al crear una nueva clase media, la desigualdad permanece alta y algunos temen que los más pobres sean dejados atrás.
Según el World Factbook de la CIA, Brasil está en el lugar 17 de 140 países en términos de los mayores niveles de desigualdad de ingresos.
Los manifestantes peguntan por qué una nación emergente gasta miles de millones de dólares en la organización de un torneo de futbol cuando ese dinero podría dirigirse mejor a alienar la pobreza.
"Es inaceptable construir un megaevento que dará grandes ganancias a la FIFA… mientras hay problemas serios de desigualdad social en el país”, dijo Jean Marcelo, un activista con el grupo de protesta estudiantil, Dominio Público.
"El Mundial reafirma una lógica existente que dictamina al gobierno brasileño. Es una lógica que beneficia a grandes negocios y a una elite pequeña que ocupa la cima de la pirámide social”, añadió.
Pero con nuevos caminos, aeropuertos y estadios construidos, de los cuales todos han generado empleos y mejoras a la infraestructura el país, hay muchos que dicen que aunque la inversión inicial es enorme, valdrá la pena a largo plazo.
El gobierno brasileño estima que se crearán 710,00 empleos temporales y permanentes durante el torneo mientras se espera que solo el gasto de los aficionados sume un total de 13,000 millones de dólares.
Encima de eso, muchas ciudades brasileñas ven a la exposición que ganarán por organizar partidos como una oportunidad para posicionarse como destinos atractivos a potenciales inversionistas y turistas ahora y en el futuro.
¿Un Mundial para todos?
"Ha habido inversiones significativas en proyectos urbanos de movilidad, en proyectos de modernización de aeropuertos, en proyectos de modernización de puertos, infraestructura de telecomunicaciones e infraestructura de seguridad”, dijo a CNN el ministro de deportes de Brasil, Luis Fernandes.
"Tienes que recordar que Brasil todavía es una nación en desarrollo… además de ofrecer empleos para cientos de miles de brasileños, estas inversiones beneficiarán a las personas en términos de los servicios ofrecidos”, añadió.
"Los aficionados que vienen al Mundial no se llevarán con ellos las nuevas soluciones de transporte urbano o las extensiones de aeropuerto”, dijo Fernandes.
Paulo Esteves, supervisor general de la institución investigadora de Río de Janeiro, el Centro de Política BRICS , concuerda con este punto de vista.
"En cierta forma, lo que vemos son inversiones que de otra forma no ocurrirían”, dijo. “El Mundial ha sido una especie de catalizador para esto”.
"El gobierno no tomó dinero de la salud o el transporte para invertir en estadios. Las inversiones en salud pública y transporte continuarán”.
Sin embargo, Esteves es rápido en añadir que esto no significa que las quejas públicas no tengan mérito, y cree que el Mundial creó una plataforma para grupos y personas que no están satisfechas con cómo Brasil se desarrolla para unirse y hacer que sus voces sean escuchadas.
En semanas recientes, los maestros, trabajadores del metro y conductores de autobús hicieron huelga al demandar mejores condiciones y salarios. Otros acudieron a las calles para hacer campaña por mejores viviendas.
En lugar de destacar lo negativo de organizar un torneo de futbol, estas protestas “realmente hablan sobre el otro lado de la modernización económica en Brasil”, dijo Esteves.
"El Mundial no es un blanco en sí sino que es una oportunidad para expresar y fortalecer… las reclamaciones para fortalecer el proceso alrededor de la inclusión política y social”.
Sin embargo, Mattar y otros en movimientos de protesta mantienen que su oposición al Mundial se basa en el rechazo principal de las decisiones de gasto vinculadas con lo que consideran un evento elitista y cerrado.
Sin embargo, con miles de millones de dólares gastados y el torneo a punto de comenzar, son realistas sobre lo que ahora puede lograr la oposición.
Aun así, Mattar espera que el enojo sentido por muchos brasileños llegue al mundo y ofrezca lecciones para futuros anfitriones de grandes eventos deportivos, incluidos los próximos dos países anfitriones del Mundial.
"Esperamos que nuestro legado muestre a las personas en Rusia, Qatar y quizá en otros lugares, que estos eventos y la forma en que son organizados imposibilitan traer algún beneficio”, dijo Mattar.