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México busca seguridad alimentaria

A través de un programa en conjunto con la FAO, el gobierno da coberturas para alimentos; PESA ha logrado lanzar proyectos de seguridad alimentaria en 380 municipios de 17 estados.
mar 27 mayo 2008 06:00 AM
El programa alimenticio de la FAO busca aumentar la producci

En momentos que tanto se habla de seguridad alimentaria y cómo combatir la desnutrición, ante la crisis desatada por el alza internacional de precios en los productos básicos, conviene echar una vistazo a los programas dedicados al flagelo.

Uno que llama la atención es el Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA), creado por la FAO en 1994 y que en la actualidad asiste a 102 países, de los cuales 30 ya se encuentran en una etapa avanzada del programa y han logrado aumentar considerablemente sus producciones de alimentos y reducir sus índices de malnutrición. 

En México, PESA inició operaciones en 2002, tras un convenio de colaboración entre el entonces presidente, Vicente Fox, y el director general de la FAO, Jacques Diouf, para llevar el programa a las zonas más marginadas del país.

El gobierno federal lo hizo a través de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), que es la que financia el programa en México con el Know how de la FAO. Y con un escaso presupuesto (300 millones de pesos el año pasado), PESA ha logrado lanzar proyectos de seguridad alimentaria en 380 municipios de 17 estados, impulsando comunidades en todo el campo mexicano a través de las llamadas Agencias de Desarrollo Rural (ADRs).

Entre sus resultados, figuran más de 4,000 sistemas de captación de agua para las unidades de producción familiar, 3,500 estufas ahorradoras de leña en su promoción del “hogar saludable”, más de 20,000 familias con proyectos para el ordenamiento de traspatios, 12,000 proyectos de mejoramiento de milpas (como selección de maíces criollos, agroforestería y manejo poscosecha), y 30 regiones con proyectos para pequeñas unidades ganaderas enfocados al mejoramiento de la alimentación y disponibilidad del agua.

Francisco Aguirre Pineda, un ingeniero agrónomo, ex catedrático del Tec de Monterrey, fue nombrado coordinador general de PESA en México en marzo de 2007, y le ha dado al programa una nueva dinámica, triplicando su tamaño e incorporando más de 60 nuevas ADRs. Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Expansión le hizo en su oficina de la ciudad de México.

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¿Cómo surge la idea de traer PESA a México y por qué era necesario con los apoyos que ya destina el gobierno a esos sectores?

México tiene un gran problema de marginación, pero, sobre todo, de eficiencia y eficacia, porque cada vez le etiqueta más recursos; se le invierte mucho dinero y no rinde los beneficios que el gobierno espera. El presupuesto actual para el campo supera los 200 mil millones de pesos; cada vez es más dinero, y los niveles de pobreza se mantienen sin decrementos de importancia. Es un proceso muy lento.

Entonces, en el caso de PESA, lo que se buscaba era desarrollar una estrategia eficiente de combate a la pobreza para que los recursos realmente llegaran adonde tenían que llegar, porque se estaban concentrando cerca de las capitales. Y donde estaba la necesidad, que era adonde iban destinados, realmente no llegaban. Es decir, había una marginación en todos los sentidos: no había agencias, no había servicios, no había nadie. Es así como se unen Sagarpa y FAO y deciden que esa es la realidad y se ponen a diseñar la estrategia.

¿Cuál fue esa estrategia y cómo la desarrollaron desde ese punto de partida?

Bueno, primero, necesitábamos tener una estructura local, que las llamamos Agencias de Desarrollo Rural, y que son las que se ubican en las zonas de alta marginación, realizan el trabajo de campo y están integradas, sobre todo, por técnicos de la zona y agrónomos de los mismos municipios. Estas agencias funcionan como un despacho; los gobiernos municipales las contratan, y nosotros (el PESA) ponemos la metodología de desarrollo. Las ADRs aplican esa estrategia y metodología y a la vez identifican los proyectos. Pero, más importante aún, motivan a la gente a emprender esos proyectos.

¿E institucionalmente con quién trabajan?

Estamos vinculados con las instituciones en todos los ámbitos, ya sea federal, estatal o municipal. Parte de nuestra estrategia es, precisamente, la coordinación interinstitucional. Eso es vital.

Ahora, el gran problema es que en México, y sobre todo en el medio político del sector agrícola, siempre se habla de proyectos. Y en todos estos proyectos, muchas veces, yo no identifico al sujeto. Entonces, lo que nosotros le decimos al gobierno es: “Te vamos a presentar personas con proyectos, no a proyectos en abstracto”. Porque cuando se manejan proyectos, es la oferta tradicional: ahí está el subsidio, ahí está el regalo, ahí están las gallinas; todo eso se lo lleva el viento y no queda nada. La estrategia actual se inicia con un proceso de entusiasmar a la gente de que, en el medio en que está, puede crear condiciones de una vida digna.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, lo que se logra con los proyectos de mejoramiento en el hogar. Y no es la estufa, es el cambio de actitud de una señora que cambia el fogón por una estufa de leña tecnificada que ahorra 60 por ciento de la leña que quema. Además de que ya respira aire puro en su cocina. Entonces, cambiamos una variable estructural, como el pasar del fogón a la estufa, y la señora empieza a descubrir que se pueden hacer cosas con los mismos recursos. Y una señora formada transmite eso a sus hijos; sin embargo, un productor formado se lo lleva a la tumba. De manera que la plataforma fundamental en nuestros proyectos son las jefas de familia. Con ellas hacemos todo el mejoramiento del hogar, cosecha de agua, almacenamiento de agua, cisternas, etc.

¿En eso radica la diferencia con lo que usted llama “la oferta tradicional de proyectos”?

Es que el PESA es una estrategia, nosotros no manejamos recursos. Tiene el respaldo de FAO, que eso le da una imagen diferente, una imagen de que no tenemos fines político-partidistas, no respondemos a líderes políticos, no andamos tras la corrupción; y esa es una de nuestras grandes fortalezas; nos ha abierto muchas puertas.

¿Cuáles son los objetivos de PESA en México a corto y mediano plazo?

Nosotros estamos trabajando para que la gente del medio rural, en los municipios de alta marginación, tenga acceso a alimentos o tenga disponibilidad. Es decir, o produzco más alimentos, o genero las condiciones para que puedan comprarlos. Ese es nuestro objetivo en el corto plazo cuando empezamos a trabajar en una comunidad determinada.

Y en una segunda etapa, trabajamos en el uso de estos alimentos, cómo mejorar la nutrición; y éste es un proceso ya educativo, más de largo plazo. A modo de ejemplo, te puedo decir que vamos a Yucatán y le decimos a alguien: “Señor, usted come mucho puerco”. Y me va a decir: “¿Y? ¿No me lo vas a quitar?”.

Es un tema de educación alimentaria. Tu me dirás: “Pero esa gente no está mal alimentada”. Puede ser, pero sí está mal nutrida. México no tiene carencia de alimentos; eso es importante. Aquí no hay hambrunas, aquí hay problemas de nutrición y miseria. Y la desnutrición, en el medio rural, empieza desde el destete de los niños.

¿Cómo ven ustedes la seguridad alimentaria a nivel nacional ante la crisis global actual?

Yo no tengo esa información. Lo que sí puedo hablar es de las comunidades en las que nosotros estamos trabajando, y ahí tenemos de todo. Pero creo que es importante destacar que cuando hay problemas económicos nacionales, el menos afectado es el pobre. Suena curioso, lo sé, pero esa gente que vive en el medio rural tiene un mecanismo de amortiguamiento muy interesante para sobrevivir. Sus modelos de supervivencia son de muy bajo riesgo.

Por ejemplo, el modelo de producción de maíz, que siempre ha sido muy criticado porque es de baja productividad y todo eso, si lo analizamos a fondo, es el modelo de menor riesgo que hay en México, por la sencilla razón de que no necesita invertirle, tiene una semillita que rinde poco, pero que le cubre sus necesidades. Entonces, ¿qué le hace a él que el maíz suba o baje?

El gran problema en estas comunidades rurales es la migración a las ciudades. Cuando eso sucede, dejan de producir y tienen que comprar alimentos. Estas comunidades, que son muchas en México, ya compran maíz, han dejado de producir. Y a esas sí les puede afectar la crisis de precios, pero como a cualquiera.

Además tienen otros mecanismos de amortiguamiento. Por ejemplo, el estado de Guerrero tiene un problema grave de precios de maíz, pero mucha gente trabaja en otro lado, entonces amortiguan esos cambios. Si está muy caro, se ponen a sembrar. Son mecanismos de supervivencia muy interesantes los que utilizan, tienen siglos viviendo en esas zonas y saben cómo manejarlo.

Tenemos algunos estudios que muestran, por ejemplo, que la crisis del 94, que nos pegó durísimo a todos, en el medio rural, el impacto fue muy bajo. O sea, las variables macro no lea afectan mayormente a estas comunidades.

¿Y los programas que ustedes manejan se han visto de alguna manera modificados o afectados por la coyuntura?

No, nosotros establecemos un proceso estratégico para estas comunidades y manejamos los proyectos en tres etapas de desarrollo: una primer etapa de planeación y promoción. Aquí es muy interesante la respuesta que hemos tenido, porque cuando uno va a las comunidades, hay mucha frustración, mucho desánimo. Llegamos y nos preguntan, “Cuánto nos vas a regalar” y esas cosas.

El método nuestro es llegar y saber escuchar a los grupos que forman la comunidad. Eso te da un posicionamiento muy interesante; empieza a haber ese vínculo: ya te platican sus problemas, ya te ven como un aliado. Eso te permite establecer, en primer lugar, buenos proyectos, como los que comentaba anteriormente, de mejoramiento en el hogar.

Esta primera etapa de promoción nos permite posicionarnos en la comunidad, respuesta inmediata. Paralelamente, llevamos a cabo el proceso de capacitación.

¿Cómo los capacitan y en qué?

En ese caso, por ejemplo, en una comunidad en la que hemos introducido estufas, llevamos a un experto que tiene la tecnología y hace estas estufas; y él capacita a la gente para que las hagan ellos mismos. Les da la tecnología, les enseña cómo hacer el desnivel, cómo canalizar el humo, cómo hacer el tiro y todo eso. Y así empezamos a desarrollar capacidades en la gente. Empieza a descubrir la gente que puede tener otras habilidades y eso naturalmente despierta un proceso de crecimiento personal para cada quien.

¿Y en la segunda etapa de qué se trata?

En la segunda etapa, a la que llamamos de búsqueda, lo que hacemos es definir cómo generar ingresos para esa gente, porque por más que mejores su calidad de vida, si no les generas ingresos, se te van. Se trata de ver cómo la cultura y el entorno particular de cada comunidad puede encajar con la vocación de la tierra. Porque las zonas más marginadas en México son paradójicamente las zonas de mayor potencial en tierras.

Entonces, diseñamos estrategias locales, identificamos líderes emergentes en esas comunidades y alrededor de ellos, delineamos los proyectos a realizar. Te pongo un ejemplo, el otro día, fuimos a la costa de Michoacán, nos metimos tierra adentro, y hay de todo. Entonces, les preguntamos: “¿Aquí qué van a hacer?” Contestaron que iban a sembrar tomate. Pero cuando ves que todo es forestal y que se dan maderas preciosas, te das cuenta de que si reforestan su milpa, le sacan una ganancia 20 o 30 veces mayor a la plantación de tomate.

Entonces, para todo ese potencial, se requiere de una visión externa. La gente tiene muy claro su problema, pero no tiene clara la solución. Y nosotros tenemos que llevar soluciones, por eso se llama etapa de búsqueda, porque es una búsqueda de soluciones, de posibilidades, para que ya en una tercera etapa, empiecen a promover ese modelo con ese potencial y establecer redes para poder darle dimensión al negocio y enfrentar un mercado más agresivo.

Si la segunda etapa es de búsqueda, ¿la tercera sería, entonces, de consolidación?

Exactamente, nosotros la llamamos de desarrollo. Es la etapa en la que tenemos que hacer un diseño de proyectos que genere empleos, no sólo en las actividades agrícolas, sino también alrededor de ellas. Porque esa es la única manera de detener la migración a las ciudades: dándole alternativas a la juventud en las áreas rurales donde vive.

Nuestros productores son productores, no son empresarios. El gran brinco que tenemos que dar es cómo identificar a este líder emergente pero con capacidad empresarial, porque sí los hay. Necesitamos crearle las condiciones para que eso se dé.

Yo, en todo esto, le apuesto mucho a lo forestal. Porque cuando llegaron los españoles, invadieron las tierras buenas y los indígenas se fueron a las partes más altas. Entonces están en las tierras más lejanas, más aisladas. Y coincide con lo forestal, y ahí está la gran riqueza que estas comunidades deben aprovechar. Y no digo, talar; digo, establecer modelos forestales y meterle tecnología; ya no vender el tronco, sino empezar a hacer muebles. Si la gente logra identificar esos potenciales, y en vez de estar sólo extrayendo, se le da un valor agregado, esto puedo empezar a cambiar.

¿En qué está PESA ahora en México?

Estamos en una cultura de resultados. Estamos atendiendo a unos 360 municipios, en 17 estados, vamos a llegar este año a 100 agencias de desarrollo, con una inversión por agencia entre tres y cinco millones de pesos. Hemos crecido al triple en un año, el año pasado éramos 36 agencias, y todo nuestro crecimiento ha sido en el campo. Aquí (en la ciudad de México), seguimos siendo sólo 10 personas en la oficina.

¿Y de dónde reciben el financiamiento para todos esos proyectos?

Eso es muy interesante: Sagarpa financia el programa, FAO lo opera, a través de nuestra oficina. Nosotros reportamos a ambas organizaciones el primer jueves de cada mes; y cada año, vienen dos expertos de FAO, uno de Roma y otro de Chile, para ver cómo va el proceso y hacer sus observaciones.

Queremos que este programa sea diferente. Si uno se fija cuánto gastamos el año pasado en total, fueron 300 millones de pesos. Eso es una ridiculez comparado con los presupuestos de Sagarpa; sin embargo, mire todo lo que hemos logrado. Aquí lo importante es conservar esta mística de trabajo: son personas con proyectos, y no con proyectos te regalo a personas.

Esto, yo estoy convencido, es lo que nos puede dar una visión diferente al campo mexicano. La aplicación de recursos sin gente son puros elefantes blancos. Pero el desarrollo de la gente es irreversible.

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