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El extraño caso legal de Allen Stanford

Las aseguradoras que están pagando los gastos de su defensa, buscan deslindarse del ex financiero; el banquero, que afronta acusaciones de fraude por 7,000 mdd, señala deficiencias de sus abogados.
vie 04 junio 2010 06:03 AM
Allen Stanford se presentó en una audiencia en la corte federal de Houston.  (Foto: Reuters)
stanford

Mientras el caso del fraude financiero de 7,000 millones de dólares contra R. Allen Stanford se desencadena en las cortes, el número de víctimas sigue en aumento.

Dependiendo de a quién le crean, las últimas víctimas pueden ser las compañías aseguradoras que pagan las cuentas legales, los costosos abogados que lo representan o Stanford mismo. El jueves se decide quién puede ser la víctima, cuando una jueza federal revise cuentas de seis millones de dólares por servicios legales que, según Stanford, nunca recibió.

La jueza federal de distrito, Nancy Atlas, quien está encargada de determinar si las compañías de seguros que dieron a Stanford seguros a los directores y oficiales deben seguir afianzando sus cuentas legales, prometió la semana pasada que va a "llegar al fondo de por qué se gastó tanto dinero en la defensa del Sr. Stanford".

El conflicto con el seguro es el capítulo más reciente de este caso, que ha visto a Stanford revolviéndose entre despachos de abogados casi tan rápido como los fiscales han dicho que acabó con los ahorros de sus inversionistas. Pero se trata de un asunto crucialmente importante para Stanford, quien recibió 21 acusaciones que lo involucran en un fraude de inversión masivo que consistió en la venta de certificados de depósitos fraudulentos de un banco Antigua que él controlaba.

Pero el espectáculo paralelo legal creado por Stanford amenaza con cambiar el enfoque de los inversionistas, quienes dicen ser las verdaderas víctimas de este caso.

Las compañías de seguros Lloyds of London y Arch Specialty Insurance Company han visto con malos ojos las protestas de Stanford, argumentando en documentos de la corte que Stanford y otros ejecutivos de Stanford Financial Group invalidaron sus políticas de seguros comprometiendo lavado de dinero. Deberán proporcionar evidencias de esa acusación en una audiencia el 24 de agosto, pero Stanford, quien, avergonzado, se representó a sí mismo ante la jueza Atlas, dice que sus abogados ya lo abandonaron, justo cuando pensó que había encontrado defensores que valían la pena.

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Esta es una estrategia proactiva que abrió las cuentas defensivas de Stanford para un escrutinio, y generó una visión ilustradora de lo rápido que pueden acumularse las cuentas cuando alguien es acusado de un delito de cuello blanco de alto perfil.

A quién contratan y a quién despiden

Sin duda ha sido un caso truculento para la serie de abogados involucrados en el caso de Stanford, pues han tenido que forcejear tanto con las dudas de si recibirán su pago, o si se les pagará por completo, y que se han enterado de sus despidos abruptos en comunicados de prensa públicos. Ahora se preguntan sobre el "índice de gastos" del dinero de las aseguradoras, como lo llama la jueza Atlas. 

La alta tasa de gastos es algo en lo que Stanford y las compañías de seguros están de acuerdo. Aunque Stanfrord ha elogiado a su actual abogado, Bob Bennett, de Houston, quien lo acompañó en la audiencia ante la jueza Atlas, el acusado vio con desdén a los equipos legales que ya había dejado atrás, quejándose de que piensa que es "una cantidad obscena de dinero gastado en lo que se ha producido". Mientras tanto, las compañías de seguros se han preguntado sobre la cantidad de dinero "que se ha gastado".

La cuestión es quién tiene la culpa. En documentos legales, Stanford ha acusado a las compañías de seguros, diciendo que "controlaron su defensa" y "frustraron todos sus intentos" por obtener y financiar la defensa de su elección. Según él, ellos le han impedido obtener y financiar la defensa que necesita y "se han convertido" en sus abogados defensores a pesar de nunca haber estudiado los cargos que se le imputan "para determinar la mejor forma de defenderlo"

Las compañías de seguros respondieron llamando a sus acusaciones "una distorsión atroz" y dijeron que sus políticas no le dan a Stanford "un cheque en blanco para reducir el proceso de las políticas de D&O". A pesar "del caos que rodea la representación de Stanford" y "su inclinación por acumular abogados" y después despedirlos sin una explicación, los aseguradores dicen que ya pagaron a 10 despachos legales distintos (todos elegidos por Stanford) más de seis millones de dólares, cuatro millones de los cuales fueron para las cuotas de representación de su caso penal y otros dos millones en un procedimiento civil de la Comisión de Valores y Mercados (SEC por sus siglas en inglés). En conjunto, el total representa más de lo que se ha pagado al resto de los demandantes. Las compañías de seguros dicen que "ahora Stanford quiere comenzar de nuevo con un nuevo defensor penal" a pesar de que hay poca claridad sobre "qué tanto de esos cuarto millones de dólares ya pagados a los abogados del caso penal de Stanford ya fue gastado". 

Cerrar el trato

Las compañías se quejan de que Stanford despidió de pronto a sus ex abogados (después de siete meses y tras un pago de cerca de dos millones de dólares en cuotas), y contrató al despacho Bennett-Nguyen por las negociaciones extraoficiales de la hija de Stanford. Según las compañías de seguros, Bennett le envió un correo a su hija, el cual "sólo puede ser descrito como una prueba descarada de sus servicios legales que ponen en duda las habilidades de Kent Schaffer, el abogado de Stanford en ese momento".

Mientras tanto, el ex colega de Bennett, Mike Essmyer, de Essmyer, Tririco & Rainey, ha estado ensuciando su reputación, y ha pedido ser removido del caso penal de Stanford citando "diferencias irreconciliables" con Bennett. Estas diferencias incluyen la toma de decisiones que el litigante considera "perjudiciales para los mejores intereses del cliente". Bennett, muy seguro, dijo a Fortune que dejará que Stanford "diga el jueves lo que opina de mí y de nuestra representación".

Aunque las compañías están enfrentando 711,983.36 dólares en facturas emitidas por Bennett-Nguyen por su trabajo en meses recientes, dicen que las acusaciones de Essmyer les dan razones suficientes para negar la solicitud de Stanford de que ellos paguen por haber usado al despacho Bennett.

Si son obligados a conceder la petición, serían un par de meses costosos. El despacho dijo en su aplicación de cuotas que establecer "el presupuesto y costos exactos de toda la defensa penal del Sr. Stanford en este momento es muy difícil, inviable e impreciso", pero "nuestro cálculo de cuotas será consistente con el hecho de que Lloyds ya pagó entre 8 y 9 millones de dólares en costos de defensa a estas alturas del caso por un periodo de cinco meses". El equipo defensor consiste en 17 abogados, 7 funcionarios legales, 11 ayudantes de abogados, un grupo separado de investigadores y expertos y un equipo de consultores liderados por Martin Weinberg y el afamado abogado de OJ Simpson y profesor de Derecho en Harvard, Alan Dershowitz (tan sólo él cobra 1,500 dólares por hora).  

Claro que Stanford, de 60 años, podría usar toda la ayuda disponible a estas alturas. Perdió su fortuna, incluyendo su yate de 112 pies, el Sea Eagle . En su estadía en la prisión, supuestamente le fue diagnosticado un malfuncionamiento del hígado, cayó en una depresión, estuvo aislado por 40 días y fue atacado por otro preso, lo que le costó parte de la vista en su ojo derecho. En otras palabras, como dice Bennett, Stanford ha sido reducido "a las sobras de un hombre". 

Lo peor de todo es que la gente asume que Stanford es culpable a pesar de que ha sostenido lo contrario; ha insistido en que nunca llevó a cabo ningún fraude y que "nunca intentó defraudar a una persona". Como dijo a la jueza Atlas, "puedo ganar este caso"; lo único que necesita es encontrar a un buen abogado que logre fijar exitosamente su postura en la corte. 

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