La Conferencia del Cambio Climático de las Naciones Unidas que tuvo lugar en Copenhague en diciembre de 2009, (COP 15, por sus siglas en inglés),
La conferencia y las negociaciones previas sobre el cambio climático eran críticas, y tal vez ésta era la última oportunidad para desarrollar e implementar tanto una respuesta global al cambio climático como una serie de acuerdos obligatorios cuyo alcance iría más allá del año 2012, cuando vence el periodo del primer compromiso del Protocolo de Kyoto.
Se preveía que estas negociaciones serían difíciles y, de hecho, así fueron. Para mediados de la segunda semana de la conferencia, las negociaciones prácticamente se estancaron. Doce días de frustración culminaron en dos días de negociaciones directas entre líderes que insistieron en no irse sin haber llegado a algún tipo de acuerdo.
Finalmente se llegó a un compromiso en el último momento y
¿Por qué este enfoque? Resulta claro en el debate político sobre el cambio climático que las naciones que históricamente han sido los que mayormente emiten CO2 son las mismas que cuentan con la mayor cantidad de recursos y la capacidad para reducir sus emisiones y promover soluciones novedosas. Estas realidades económicas y políticas posiblemente hayan desviado el enfoque hacia uno más meritocrático; además de los conceptos de "responsabilidad diferenciada" y de capacidades respectivas, las características clave del Protocolo de Kyoto, permanecen.
Muchos consideran al Acuerdo de Copenhague como un reconocimiento realista de la naturaleza global del cambio climático y del papel que las finanzas a nivel internacional juegan para resolverlo.
El proceso mediante el cual se creó el Acuerdo es importante debido a que marcó un importante cambio en el equilibrio de poder en las negociaciones del cambio climático global. Por primera vez, las principales naciones en desarrollo como son Brasil, China, India y Sudáfrica tuvieron igual peso que las naciones desarrolladas. Otro aspecto que fue innovador es el programa de acciones a tomar: el texto indica que los acuerdos entran en operación de manera inmediata, debiendo las naciones presentar sus planes de acción a más tardar el 31 de enero de 2010 e iniciar trabajos para establecer el Fondo Mundial para el Cambio Climático (Fondo Verde).
A pesar de que no se llegó a un acuerdo formal, el Acuerdo de Copenhague representa un giro político en el esfuerzo mundial para abordar el cambio climático. Se ha formulado una meta clara a largo plazo, provocó objetivos y planes de acción de los países que representan más del 80% del consumo mundial relacionado con las emisiones de CO2, y ofreció la posibilidad de un apoyo muy importante a los países en desarrollo. En conjunto, representa una llamada de atención en términos de cómo el mundo hace negocios.
El reto para avanzar será la creación de un marco jurídico e institucional eficaz que estimule la innovación y ayude a empresas y gobiernos a lograr los objetivos colectivos de sustentabilidad.
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es socio de Asesoría a Cargo de la