La ‘iglesia’ del dólar pierde adeptos

Los bancos centrales en el mundo pierden la fe en la divisa de EU y buscan otras monedas; organismos y gobiernos parecen darle la espalda y respaldar sus reservas en otros billetes.
Dolar (Foto: Jupiter Images)

Hay quienes dicen que la crisis financiera fue causada por un culto excesivo al todopoderoso dólar estadounidense. Llámenlo karma financiero, pero en estos días esa iglesia luce vacía. Los bancos centrales, para empezar, han perdido la fe en el billete verde.

Un nuevo reporte de la analista Emma Lawson de Morgan Stanley confirma lo que muchos sospechaban:

Ya sabíamos que los bancos centrales preferían el oro a los dólares, y que incluso y ahora, con la información de Lawson, sabemos que esas entidades federales prefieren casi cualquier cosa antes que el dólar.

Lawson encontró que los bancos centrales han reducido su cuota de dólares estadounidenses en casi un punto porcentual, de 58.1% a 57.3%, y agrega que, con el tiempo, "anticipamos que las autoridades de la reserva podrían reducir incluso más esa participación".

Lo que sorprende es que los directores de esas instituciones no compraran divisas alternativas tradicionales, como el euro, la libra británica o el yen japonés. En su lugar, han dirigido su fe a otros dólares, los que vienen de Canadá y Australia. La cuota de esas divisas aumentó un punto porcentual, hasta alcanzar 8.5%, que equivale casi exactamente a la proporción en que cayó la cuota del dólar estadounidense.

El dólar ha perdido valor desde 2007.

(naturalmente, abogaban por sus respectivas monedas, el rublo y el yuan). Y justo la semana pasada, un reporte emitido por las Naciones Unidas concluía que el dólar no debería seguir siendo la divisa de reserva del mundo porque no era lo suficientemente estable. El dólar cayó 5% en el transcurso de junio, e incluso los operadores de divisas no lo consideran más un refugio seguro.

No puede negarse que detrás de esas declaraciones de organismos y gobiernos extranjeros hay un elemento de competitividad económica, pero al mismo tiempo, los estadounidenses no deberían extrañarse de que los bancos centrales busquen mayor seguridad de la que ofrece el dólar actualmente, en especial cuando Estados Unidos arrastra un enorme déficit por los costos de los programas de estímulo económico y de dos guerras simultáneas.

La semana anterior, la deuda de Estados Unidos creció 166,000 millones de dólares en un solo día. Este incremento en un único día es superior a todo el déficit anual del país en 2007.

Las otras opciones monetarias que están eligiendo los directores de las reservas tampoco deberían sorprender. La salud financiera de Canadá y sus bancos terminaría llamando la atención. El dólar australiano, por otra parte, está por registrar un alza consecutiva de nueve meses porque los datos del empleo son muy positivos.

Aunque en Estados Unidos se entiendan las razones de la continua caída del dólar, no pueden cruzarse de brazos. El país tiene que ofrecer buenas razones (a los compradores de su divisa y a sus ciudadanos) para demostrar que va en el camino correcto.