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EU, nuevo Congreso y viejos problemas

La estrategia para recuperar la economía se definirá el miércoles con la designación del Congreso; lograr consenso será difícil si los republicanos toman la Cámara, y los demócratas el Senado.
vie 29 octubre 2010 06:00 AM
El Congreso podría verse inmerso en una serie de confrontaciones, según un especialista. (Foto: CNNMoney)
congreso EU (Foto: CNNMoney)

Los republicanos podrían despertar el miércoles por la mañana en control de una (o quizás las dos) Cámaras del Congreso. Finalmente tendrían la plataforma que han querido para revivir la economía y reducir la carga de la deuda del país . También podrían tener un nuevo equipo de colegas. El "Tea Party" saltó a la primera plana este año, en medio del fervor anti-gasto y anti-impuestos. 

Así que adiós a lo viejo, y bienvenido lo nuevo. 

Excepto por una cosa: dar pasos agigantados en los impuestos, gasto y deuda será muy difícil para el próximo Congreso , tal como lo ha sido para el Congreso actual.

El bloqueo potencial es enorme. Podría haber divisiones entre la guardia antigua y la nueva, es decir, miembros más ideológicos. Lograr el consenso también será difícil si los republicanos toman la Cámara, mientras que los demócratas controlan el Senado.

En caso de que los republicanos dominen ambas cámaras, existe el prospecto de puntos muertos entre los legisladores y el poder de veto del presidente Obama .

William Galston, miembro del Instituto Brookings, que trabajó en la administración de Clinton, predice meses de confrontaciones para el próximo Congreso.

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"La pregunta es cuánto durará esta fase", dijo Galston. "En algún punto, el pueblo estadounidense pedirá más de dos años de dirigentes electos gritándose entre sí".

Como dijo Alison Fraser, directora de un instituto de políticas económicas en la Fundación Heritage: "la presión para hacer algo será única".

La ruleta fiscal

El nuevo Congreso podría heredar algunos negocios fiscales incompletos del viejo Congreso.

Los recortes fiscales de Bush, por ejemplo, caducarán el 31 de diciembre. Se cree que los legisladores optarán por una extensión de un año (dos años, cuando mucho) para la mayoría de los estadounidenses.

Pero existe la posibilidad de que este problema no se resuelva hasta que el nuevo Congreso entre en funciones en enero, y haga la extensión retroactiva al 1 de enero.

En cualquier caso, una extensión temporal implicaría que el próximo Congreso tenga que volver a atender el problema. Cualquier intento por hacer que los recortes fiscales de Bush sean permanentes (a un costo de 3.7 billones de dólares a 10 años) limitará serios esfuerzos de reducción de déficit, dijo Galston. "Hay tensión dentro de la agenda de los conservadores".

Otro remanente potencial es el arreglo temporal para prevenir que la clase media resulte afectada por el "impuesto mínimo alternativo". Hasta ahora no hay uno para 2010. Si el Congreso no logra aprobar uno, decenas de millones de contribuyentes se verán afectados con cuentas más grandes.

Sin importar qué Congreso apruebe las extensiones, las medidas fiscales temporales apuntan hacia un problema más grande que tendrá que atender el Congreso: la necesidad de revisar el sistema fiscal entero.

En la reforma fiscal, existe el prospecto de cierto bipartidismo. Galston cree que se está generando silenciosamente cierto impulso en ambos lados del pasillo para reducir las tasas fiscales, al mismo tiempo que se reduce el número de exenciones fiscales, expandiendo la cantidad de ingresos sujetos a impuestos.

Tambaleándose en el gasto

La Promesa a Estados Unidos del partido republicano promete que los republicanos mantendrán el gasto total a los niveles de 2008, y también prometieron recortar cerca de 100,000 millones de dólares tan sólo el próximo año. Pero la promesa no especifica cómo se lograrán esos objetivos.

Y la parte de "cómo" es la más difícil. Y no hablemos del problema del tiempo; incluso algunos halcones fiscales temen que los recortes pronunciados al gasto antes de que la economía se recupere puedan ser dañinos.

Otra razón por la que los recortes en el gasto serán difíciles es porque cualquier cambio a Medicare, Medicaid y el Seguro Social (que representan dos terceras partes del presupuesto) podría ser introducido gradualmente. Esto quiere decir que no generarán rendimientos de ahorro significativos esta década.

Esto deja al otro tercio del presupuesto (1.4 billones de dólares) destinado a la defensa y otros esfuerzos nacionales como educación e infraestructura. Pero hacer recortes a la defensa sería controversial, por no decir más.

Si los recortes no provienen del gasto de defensa, esto deja a cerca de 666,000 millones de dólares gastados en otros programas nacionales. La eliminación de 100,000 millones de dólares en un año implica un recorte de 15%.

Galston no está convencido de que este recorte pueda aplicarse. "La nueva sección de insurgentes conservadores descubrirá que el apetito de la gente por un Gobierno limitado sigue siendo... limitado", escribió en un artículo reciente.

Lidiar con la deuda

El impulso al recorte en el gasto está directamente ligado al intento por comenzar a reducir la deuda de Estados Unidos .

Por un lado existe una respuesta conservadora: recortes pronunciados e inmediatos al gasto (excepto en la defensa) junto con cambios a largo plazo para los programas de ayuda social.

Fraser dijo que su principal preocupación es que los inversionistas y los negocios pierdan confianza en la capacidad de Estados Unidos para manejar sus asuntos fiscales.

Pero al igual que varios conservadores, ella cree que los crecientes niveles de la deuda de Estados Unidos son el resultado de demasiado gasto, y no pocos ingresos fiscales.

Varios progresistas sienten exactamente lo contrario: que el Gobierno necesita más ingresos fiscales y no debería realizar recortes a los programas gubernamentales, excepto, quizás, a la defensa.

Entonces, ésta es una de las aparentes incorregibles diferencias que dificultarán que el próximo Congreso llegue a un consenso para encontrar la forma de reducir la deuda de Estados Unidos. 

La responsabilidad para lograrlo será suya, pues es muy improbable que el Congreso saliente convocado después de las elecciones intermedias vote en alguna de las recomendaciones que la comisión bipartidista del presidente haga el 1 de diciembre.

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