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Paranoia de EU tras el 11 de septiembre

La restricción de datos luego de los atentados de 2001 mantiene abierta una polémica; el Gobierno oculta información de utilidad pública, pero permite otra en ciertos sitios de Internet.
lun 22 agosto 2011 02:05 PM
Si las autoridades de EU no tenían certeza sobre qué tipo de información podría ayudar a un terrorista, optaban por mantener en secreto todo lo posible. (Foto: AP)
atentados (Foto: AP)

En un recorrido virtual por Nueva York con Google Maps pueden verse imágenes borrosas. Al ampliar una vista tomada por satélite lo que parece ser el contorno muy bien definido de la terminal del aeropuerto cerca de la ciudad de Buffalo se disuelve hasta convertirse en una mancha indistinta. En vez de automóviles se ven manchas de color en el estacionamiento principal.

Unos 225 kilómetros hacia el sureste, la misma borrosidad esconde imágenes de la prisión Elmira cerca de la frontera con Pensilvania, al igual que el laboratorio de investigación atómica en Schenectady, cerca de la capital del estado, Albany.

Las alteraciones no son el trabajo de un ciberpirata, sino de los servicios de seguridad de Nueva York que intentan evitar otro ataque terrorista como el del 11 de septiembre de 2011.

Mientras el sobrecogido país trabajaba apresuradamente para anticipar los posibles próximos blancos, se realizó una limpieza generalizada de información disponible al público que súbitamente fue percibida como una potencial fuente de datos para terroristas.

Pero también surgieron inconsistencias inexplicables, según una revisión realizada por la agencia de noticias The Associated Press, para el décimo aniversario de los atentados.

Por ejemplo, se ordenó a los pilotos privados no volar sobre reactores nucleares, pero no se les permitió conocer las ubicaciones de esas plantas.

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Todo fue producto del temor de que fragmentos de información, al parecer inocentes, pudieran ser explotados para planificar un atentado.

Si las autoridades no tenían certeza sobre qué tipo de información podría ayudar a un terrorista, optaban por mantener en secreto todo lo posible. Si no era posible conservar algo completamente oculto, intentaban volverlo difícil de obtener.

Entre la información que se considera como sensible no sólo estaban las coordenadas de las plantas nucleares del país, las ubicaciones de inventarios masivos de sustancias químicas peligrosas o mapas detallados de gasoductos potencialmente explosivos.

También se restringió el acceso a cosas que los ciudadanos comunes podrían necesitar saber: los planes de emergencia para edificios públicos en Idaho, copias de planos de edificios en Delaware y los resultados del análisis del agua potable en Texas.

Los esfuerzos a veces han intentado desafiar una realidad de la época de Internet: una vez que algo es de conocimiento público, es casi imposible volverlo privado.

Los críticos que piensan que el Gobierno se inclinó demasiado hacia el secretismo, particularmente en los años siguientes a los atentados del 11 de septiembre, no creen que toda la información debería estar disponible. Más bien argumentan que en demasiados casos se decidió esconder información que era importante para la ciudadanía.

"No tenemos un rey o una clase gobernante que decida lo que debería ser nuestra política de seguridad. El secretisimo socava todo el sistema de deliberación democrática y es fundamentalmente contrario al tipo de sociedad con la cual estamos todos comprometidos", consideró Steven Aftergood, quien dirige el Proyecto de Secretismo Gubernamental en la Federación de Científicos Norteamericanos.

Otros argumentan que el Gobierno se ha desempeñado con una transparencia admirable durante la guerra contra el terrorismo, en especial en comparación con otros periodos bélicos, cuando la censura era rutinaria.

"Lo que me parece más llamativo del periodo después del 11 de septiembre es que hemos tenido un asombroso florecimiento de información y expresión", sostuvo John Yoo, un profesor de derecho de la Universidad de California en Berkeley, quien como abogado del Departamento de Justicia ayudó a desarrollar el programa de técnicas interrogatorias agresivas del Gobierno del ex presidente George W. Bush.

Reconoció, sin embargo, que "uno ve programas individuales en los cuales los burócratas cometen errores y toman decisiones a veces tontas. Es algo inherente a la burocracia".

Es interesante estudiar los mapas en Internet porque, aunque millones de personas los usan todos los días para viajar del punto A al punto B, también pueden ser utilizados por terroristas y otros criminales.

Una evidencia introducida durante un juicio en Nueva York por terrorismo reveló que los acusados utilizaron el software de mapas de Google en un complot fallido para destruir tanques de combustible en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy.

En un caso aparte, un miembro de un grupo que utilizó aviones pequeños para trasladar drogas desde Canadá al norte de Estados Unidos dijo que usó los mapas del popular buscador para localizar vallas y cámaras en centenares de aeropuertos pequeños.

Lo que queda menos claro es el argumento detrás de otras decisiones de mantener secreta información que anteriormente era del conocimiento público, o datos que ya eran públicos a través de un medio y no en otros.

Por ejemplo, después del 11 de septiembre, una causa de preocupación era la red de ductos subterráneos del país, que pueden provocar grandes incendios generados por propano o gas natural si se llegaran a romper.

Aunque algunas empresas de servicios mantuvieron por un tiempo sus mapas abiertos al público, el ingreso al Sistema Nacional de Mapas de Ductos fue restringido casi inmediatamente, y así permanece en la actualidad.

En varios accidentes después del 11 de septiembre, personal de emergencia no sabía de la existencia o la ubicación de ductos.

En la explosión de 2007 en Misisipi, que derivó en la muerte de dos personas y dejó siete heridos, investigadores federales determinaron que si las autoridades locales hubieran sabido que el problema era un ducto de propano roto, hubieran evacuado el área para evitar que los habitantes hicieran algo que detonara la nube de gas acumulada.

Unos de los argumentos para restringir la información es que pudiera servir de mapa para los terroristas.

¿Qué pasa entonces con los servicios gratuitos que ofrecen imágenes detalladas tomadas por satélite o aviones, como los de Google, Bing Maps de Microsoft y MapQuest?

El argumento a favor del secretisimo es que un atacante podría usar las imágenes para localizar cosas no visibles desde la calle, como rejillas de ventilación o distancias entre edificios.

Una revisión de lo que está en Internet, sin embargo, revela lo incoherente que puede ser el esfuerzo por esconder la información.

Las imágenes de satélite de la terminal del aeropuerto de Buffalo, la prisión de Elmira y el laboratorio atómico cerca de Albany son borrosas en Google; sin embargo, si se hace una búsqueda en Bing Maps, las imágenes se ven claras porque el sitio no utilizó mapas del Gobierno de Nueva York.

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