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Los
coinciden en que el país necesita reestructurar sus leyes laborales pero están en desacuerdo en cómo hacerlo, al tiempo que una propuesta para relajar las normas de contratación y aumentar la democracia dentro de los sindicatos amenaza con desatar una ola de descontento. Sus defensores dicen que -que permitiría trabajar a tiempo parcial, la paga por hora y subcontratación- ayudará a México a crear el millón de puestos de trabajo nuevos que necesita cada año para los jóvenes y los migrantes que regresan de Estados Unidos. Tiene el respaldo del presidente saliente Felipe Calderón, que la presentó este mes al Congreso, y del presidente electo, Enrique Peña Nieto.Los oponentes a la propuesta dicen que los bajos salarios que paga México en varias ramas ya hacen su trabajo más atractivo que países con ingresos cada vez mayores, como China, y que lo último que necesitan los trabajadores mexicanos es una reforma que recorte los magros beneficios y seguridad laboral que tienen ahora.
"Para nosotros es necesaria
que permita incrementar la productividad en el trabajo, sí, pero no a costa de los derechos de los trabajadores, ni presentes ni futuros", afirmó Jesús Zambrano, líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el cual ha prometido oponerse a la propuesta de ley, en las calles si es necesario.El problema es urgente: es probable que la tasa de desempleo del país, de 5,4%, sea una subestimación enorme, dada la ausencia de un seguro de desempleo y el hecho de que los trabajadores desocupados rápidamente buscan ingresos en el vasto ejército no registrado de vendedores ambulantes y jornaleros. Las autoridades han admitido además que el desempleo es una de las razones por las que tantos jóvenes se sienten atraídos a los violentos cárteles de la droga.
Bajo las leyes laborales de México, vigentes desde la década de 1970, los trabajadores ganan muy poco -incluso 60 pesos (5 dólares) por día-, pero aun así deben pagarle cuotas a sindicatos proempresariales "de papel" que nunca ven. Alrededor de una quinta parte de los trabajadores asalariados en México están sindicalizados.
Los jefes, mientras tanto, se quejan de que están obligados a otorgar paquetes costosos de despido y prestaciones, y someterse a reglas estrictas de trabajo y antigüedad, lo que les dificulta crear nuevos puestos.
A ello se suma un largo y arcano proceso de resolución de disputas que puede almacenar casos de pagos atrasados o por despido hasta por varias décadas.
Los expertos dicen que relajar las reglas de trabajo y antigüedad para que
puedan realizar tareas diferentes y ser promovidos con base en su capacidad, redundaría en más productividad.En agosto, el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), José Angel Gurría, dijo que la reforma laboral, así como la reforma fiscal y otros cambios, podrían impulsar el crecimiento del PIB de México en 1 punto porcentual por año.
Todo el mundo, incluso Zambrano, está de acuerdo en que la propuesta tiene cosas buenas, como el voto secreto y las auditorías externas a sindicatos que son notoriamente corruptos y autocráticos.
No obstante, dadas las extrañas alianzas que prevalecen en la política mexicana, muchos temen que la nueva propuesta más bien reducirá la democracia en los sindicatos.