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Empresarios callan en la ‘batalla’ de EU

Las voces más potentes de las corporaciones en Washington evaden el tema del techo de deuda; en la disputa, Obama se niega a contraer nuevos préstamos y los Republicanos quieren recortes.
mié 16 enero 2013 01:30 PM
Éste parece ser un momento perfecto para que los líderes empresariales, que se juegan mucho en la salud de la recuperación económica, ayuden a romper el impasse. (Foto: Getty Images)
silencio

En la disputa sobre el techo de la deuda , el presidente Obama y los republicanos del Congreso continúan habitando realidades paralelas. Obama insiste en que no negociará para contraer nuevos préstamos, mientras que el Partido Republicano exige un dólar en recortes de gastos por cada dólar que los legisladores aumenten al límite estatutario de endeudamiento.

En algún momento, estas realidades convergerán: Ya sea que Obama ceda y comience a negociar, o los republicanos retrocedan en su política suicida de deuda o default y decidan organizar la próxima escaramuza sobre el gasto federal en un terreno diferente.

Hasta el momento, ninguna de las partes muestra indicios de hacer concesiones. Y si la historia reciente sirve de ejemplo, la hora de la verdad se dará el próximo mes, cuando el Departamento del Tesoro haya agotado las maniobras de emergencia que en la actualidad instrumenta y en su lugar deba elegir qué obligaciones federales cumplirá -el pago de intereses a nuestros acreedores, los beneficios del Seguro Social, los sueldos a los militares en activo, etc.- y cuáles incumplirá.

Así que éste parece ser un momento perfecto para que los líderes empresariales, que se juegan mucho en la salud de la recuperación económica , ayuden a romper el impasse previendo otra crisis manufacturada en Washington al declarar inaceptable una negociación de rehenes sobre el límite de la deuda. O no.

Hasta la fecha, las voces más potentes de los intereses corporativos en Washington sólo han ofrecido evasivas. Tomemos por ejemplo a Tom Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos y, como tal, el principal cabildero o lobbista de las empresas en el país. El jueves pasado, parecía apoyar el uso del techo de la deuda como palanca para obtener nuevos recortes del déficit:

"Mi opinión, nuestra opinión, es que no debemos incumplir nuestra deuda, pero hay que reconocer que si no atendemos nuestros gastos, si no logramos un gran acuerdo, el problema de la deuda se volverá un carga enorme para nosotros", dijo a los periodistas en el evento anual State of American Business de la Cámara que preside. "Creemos que tendremos que crear una cierta cantidad de, no quiero llamarlo tensión, sino atención en que tenemos que hacer esto porque nos estamos quedando sin tiempo".

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Al día siguiente, le ofreció a Bloomberg News una versión más matizada, afirmando la necesaria reducción del déficit, pero agregando que "no debemos usar, no deberíamos tener que utilizar el techo de la deuda o el secuestro u otros temas para conseguirlo".

Una formulación similar ofreció la Asociación de la Industria de Valores y Mercados Financieros, cuyo portavoz dijo: "Creemos que nuestro país no debe en ningún caso caer en impago. Aunque creemos que la Administración y el Congreso deben llegar a un acuerdo sobre una solución fiscal a largo plazo, el cómo lo harán, y evitar así un default, es el trabajo de la Administración y el Congreso".

Igualmente, la Mesa Redonda de Servicios Financieros también marca la diferencia: "Es importante honrar las obligaciones existentes y al mismo tiempo reducir el gasto para colocar al país en una posición financiera más sólida".

El líder empresarial que más claro se ha expresado en Washington ha sido John Engler, ex gobernador republicano de Michigan, quien ahora preside la Business Roundtable, representando a los CEO. Engler ha abogado por elevar el techo de la deuda lo suficiente como para cubrir los gastos para los próximos cinco años. El viernes, apareció en la cadena televisiva C-SPAN y describió el límite de la deuda como un "instrumento zafio. El país no dejará de pagar sus facturas."

Pero no hay ninguna indicación de que exista una voluntad más amplia entre los líderes empresariales para ejercer presión y explicar lo que está en juego a los republicanos del Congreso. Influyen tal vez un par de factores: por un lado, muchas de estas industrias invirtieron fuertemente en candidatos republicanos y estarían renuentes a cuestionar ahora su postura negociadora.

El sector financiero, por ejemplo, sesgó de manera sustancial sus donaciones hacia los republicanos por primera vez en la historia reciente, aportando aproximadamente el doble a los republicanos durante el ciclo electoral de 2012, cuando antes dividía sus donaciones, según reflejan las cifras del Center for Responsive Politics.

La Mesa Redonda de Servicios Financieros (Financial Services Roundtable) está dirigida por Tim Pawlenty, el ex gobernador republicano de Minnesota quien, durante la última parálisis política en torno al techo de la deuda en el verano de 2011, fue un precandidato presidencial que buscaba ganar apoyo entre los conservadores de Iowa instando a los republicanos del Congreso a oponerse firmemente a un aumento del límite de la deuda. "Para los republicanos será una oportunidad para demostrar agallas", dijo Pawlenty en ese momento. "Desearía que no elevaran el techo de la deuda, pero si lo hacen, tienen que conseguir algo significativo e importante por ello".

Además, si bien la disputa política protagonizada en 2011 en torno al límite del endeudamiento (y la posterior degradación de la deuda estadounidense por parte de Standard & Poor 's) fue un acontecimiento estimulante para muchos CEO, éstos canalizaron esa preocupación en un esfuerzo organizado para abordar el propio déficit.

La campaña ‘Fix the Debt' (para resolver la deuda) recaudó 43 millones de dólares para financiar un impulso para un gran acuerdo sobre el déficit durante las conversaciones del llamado ‘abismo fiscal'. Esas negociaciones se agotaron en un paquete que hizo poco por solucionar el problema del gasto a largo plazo, con el resultado de que muchos de los directivos empresariales involucrados deben ahora sentirse en conflicto.

¿Coquetear ahora con otra crisis sobre el techo de la deuda para asegurar las metas a largo plazo de la campaña? ¿O exigir que por el momento no se discuta el tema y esperar que otras fechas límites fiscales -como una posible paralización de los servicios gubernamentales y la demorada aplicación del denominado secuestro o recortes al gasto- finalmente obliguen a la acción?

"Todo el mundo va a tener su propia opinión sobre esto, incluyendo muchas de las personas que están afiliadas a nosotros", advierte Marc Goldwein, director de políticas de Fix the Debt. La campaña en sí, dice, seguirá siendo agnóstica.

Un cabildero que trabaja con las compañías Fortune 500 ofreció otra explicación: La gente de Fix the Debt, dice, perdió mucha credibilidad con los políticos de ambos partidos durante la lucha sobre el ‘abismo fiscal' porque no hizo ningún sacrificio encaminado a lograr un gran pacto. "Ellos están ofreciendo dolor para todos, menos para sí mismos", dijo, con el resultado de que los líderes del Congreso están ahora recelosos.

"Una vez que ellos (los de Fix the Debt) asomen la cabeza, estarán en la mira para que se les retiren los subsidios, o les suban los impuestos. Así que ninguno de ellos dice esta boca es mía".

 

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