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Desinversión: limitante del crecimiento

La acumulación de capital mejorará la productividad y la mano de obra, dice Alfredo Coutiño; para tener mano de obra mejor calificada, México necesita invertir en educación y capacitación.
mié 24 abril 2013 06:01 AM
Durante los últimos doce años el proceso de reformas quedó interrumpido, lo cual se vio reflejado en un lento avance de la productividad. (Foto: Getty Images)
crecimiento economico

Después del último episodio de grandes reformas en el país durante la década de los noventa, la economía mexicana ha sufrido un proceso de desinversión productiva que explica en gran medida la baja capacidad potencial para crecer sin desequilibrios. Durante los últimos doce años el proceso de reformas quedó interrumpido, lo cual se vio reflejado en un lento avance de la productividad, pero el factor limitante más importante del desempeño económico fue la disminución de la acumulación de capital que a su vez detuvo el progreso tecnológico.

La frontera de posibilidades de producción en una economía está determinada tanto por los recursos productivos como por la eficiencia de los procesos de producción, lo cual tiene que ver tanto con la tecnología como con la calidad de la fuerza laboral. Es decir, tanto de los factores productivos como de la productividad. Así, aquella parte del crecimiento económico que no se debe al crecimiento del empleo y del capital está explicada por el crecimiento de la productividad.

A pesar de que estos tres factores (empleo, capital y productividad) son los más relevantes en la determinación de la capacidad productiva de un país, su importancia depende del grado de avance o rezago que cada uno de ellos presente a lo largo del tiempo. Sin embargo también es importante considerar la relación entre ellos y el grado de independencia con respecto al crecimiento mismo. Por ejemplo, existe el cuestionamiento empírico de si el empleo por sí mismo genera crecimiento o es el crecimiento lo que genera empleo. En cuanto a la productividad, dado que esta depende de la calidad de la mano de obra, de la infraestructura productiva y de las tecnologías disponibles, el factor relevante en todo ello es la inversión. Así, para tener mano de obra mejor calificada, el país necesita invertir en educación y capacitación por varios años. Para modernizar la infraestructura productiva, de transportes y comunicaciones, tanto gobierno como sector privado necesitan invertir. Para tener acceso a las mejores tecnologías en el mundo, el país necesita inversión.

Por supuesto, para poder aumentar la inversión total, el país necesita promover la generación de ahorro interno y atraer a la inversión externa. Y todo esto se logra con reformas que producen cambios estructurales significativos. Las reformas no sólo tienen como propósito abrir sectores protegidos y permitir mayor competencia, sino también eliminar ineficiencias, aumentar la inversión y transferencia de tecnología, pero sobre todo aumentar el bienestar social a través de una mejor asignación, distribución y acceso a los recursos a precios correctos. De tal forma que, sin restarle importancia a la productividad, el factor relevante en la determinación de la capacidad productiva de un país está en la acumulación de capital (inversión), tanto por sus efectos en la productividad como en la educación del factor trabajo.

En el caso de México, el diagnóstico económico de la última década indica que la alternancia política que se inició a finales del 2000 trajo como consecuencia la interrupción del proceso de reformas estructurales en el país que empezó desde mediados de los ochenta. Efectivamente, las últimas grandes reformas de fondo se dieron en los noventa, con lo cual no sólo se eliminaron obstáculos en la economía y se corrigieron desequilibrios estructurales crónicos, sino también permitieron un aumento significativo de la capacidad productiva del país. No es casualidad que en el 2000 la economía haya alcanzado un crecimiento de 6% sin generar desequilibrios macroeconómicos, lo cual hizo que por primera vez en varias décadas se diera una transición política sin crisis de fin de sexenio. Por el contrario, en los últimos doce años sólo se dieron ‘minireformas' como la fiscal y energética, que al final no produjeron los cambios esperados ni aumentaron el potencial productivo. Lo cual explica que en la última década el crecimiento haya caído a un promedio de 2% , comparado con casi 4% en la década de los noventa.

La realidad económica mexicana demuestra que en la última década el gran factor limitante del crecimiento económico fue el proceso de desinversión productiva. El crecimiento de 6% en el 2000 vino acompañado de un aumento en productividad, pero sobre todo de un coeficiente de inversión a producto de los más altos en los últimos 40 años. La inversión total como proporción del PIB alcanzó un 25% en ese año, para después caer a lo largo de la década hasta niveles de sólo 21% en el 2010 y ligeramente recuperarse para quedar todavía por abajo de 22% en el 2012. La inversión productiva perdió 3 puntos porcentuales del PIB en los últimos doce años.

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En los pasados diez años (2003-2012) la realidad mexicana también es contundente y confirma que el factor limitante de la economía siguió siendo la pobre inversión productiva. Nuestras estimaciones basadas en una función producción con rendimientos crecientes a escala indican que mientras la economía creció a una tasa promedio anual de 2.5%, la productividad total de los factores avanzó a una tasa promedio de 0.7%, y el coeficiente inversión a producto solo lo hizo a un promedio de 0.3 puntos porcentuales. De hecho, datos recientes publicados por el INEGI indican que sólo la productividad laboral (no la total) tuvo un avance promedio anual de 0.7% en el periodo 2005-2012, lo cual implica que la productividad del capital tuvo que haber sido similar, indicando con ello la baja penetración del cambio tecnológico en los procesos productivos, lo cual tiene mucho que ver con la inversión de capital.

Así, si bien es cierto que la productividad fue un factor limitante del desempeño económico de la última década, no fue el factor más importante en la explicación del mediocre desempeño económico, más bien fue el proceso de desinversión productiva que acompañó a la alternancia política de los últimos doce años.

Dado este diagnóstico, resulta más sencillo aumentar la capacidad potencial de la economía, porque al abrir sectores estratégicos y modernizar el sistema fiscal a través de reformas se puede detonar el flujo de inversión y transferencia de tecnología de manera más rápida. Mientras que para elevar la productividad se requiere de medidas de más largo plazo como invertir en educación y crear mejor infraestructura, lo cual necesariamente se tiene que hacer. Sin embargo, es importante destacar que la aprobación de reformas por sí sola no basta para aumentar la capacidad productiva, se requiere que dichas reformas produzcan cambios estructurales de fondo.

En otras palabras, "la aprobación de reformas es sólo una condición necesaria pero no suficiente", se necesita que el contenido sea de calidad y a la altura de los requerimientos que demanda la realidad del país.

*El autor es director para América Latina de Moody's Analytics.

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