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Crisis de imagen, un freno para Japón

El país ha cometido algunos errores de discurso que han agravado su relación con China; los líderes nipones deben mejorar su habilidad en relaciones públicas ante audiencias extranjeras.
mar 25 febrero 2014 06:01 AM
El líder de la nación nipona tuvo una desafortunada participación en el World Economic Forum en Davos, según un especialista. (Foto: Getty Images)
abe

Cuando se trata de prestigio nacional, los líderes de Japón no pueden evitar arruinarlo todo. Desde la impenitente masacre de delfines hasta los peligrosos maltratos a los pandas, la imagen de Japón está recibiendo una paliza global.

Incluso con la obtención de Tokio de los Juegos Olímpicos de Verano de 2020 ; la audaz agenda económica del primer ministro de Japón, Shinzo Abe; y la crisis en Fukushima aparentemente bajo control, el país no puede dejar de tirarse piedras.

Toma como ejemplo el reciente intento de Abe para ganar puntos en relaciones públicas globales por la matanza “tradicional” de cetáceos en su país. Y en Davos, el primer ministro japonés angloparlante (un espectáculo tan raro como el sushi con mantequilla) ofreció su lógica sobre una visita al santuario de guerra Yasukuni -fui a orar por la paz, dijo- y advirtió a la audiencia acerca de una militante y beligerante China.

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Estos comentarios fueron eclipsados por una metida de pata que ningún relacionista público podría resolver: Abe comparó la reciente disputa entre China y Japón sobre sus visitas al santuario y sus opuestos reclamos territoriales a la tensa relación entre Gran Bretaña y Alemania en el periodo previo a la Primera Guerra Mundial.

Martin Wolf del Financial Times llamó a esto “por mucho, la experiencia más inquietante que he tenido en Davos en años”. La oficina del mandamás japonés atribuyó la culpa a un intérprete contratado. La declaración de Abe, diseñada para aliviar los temores de una posible guerra entre China y Japón, y promover su estrategia económica, se limitó a añadir más tensión a las delicadas relaciones asiáticas y terminó alejando a sus aliados.

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Puede que Abe haya tenido un buen comienzo con sus reformas llamadas 'Abenomics', cuando su partido llegó al poder en Japón hace poco más de un año, dice un consultor de relaciones públicas asentado en Tokio, Jochen Legewie. Sin embargo, ahora corre el riesgo de desviarse del mensaje y dañar los intereses de su país.

“El éxito del Gobierno de Abe hasta ahora se debe mucho a la bien orquestada estrategia de comunicación y mensajes”, dice, señalando la relativa popularidad del líder en su país. “Pero sus singulares comentarios sobre la historia y el lugar de Japón en Asia dan espacio para que sus oponentes realicen ataques, y por lo tanto representan un factor de riesgo para su Gobierno y su política”, analiza el experto.

China, el enemigo

Japón intenta retratar a China como la mayor amenaza a la paz en la región. “No es Japón el que preocupa a la mayor parte de Asia y la comunidad internacional sino que es China”, insiste el embajador nipón en Estados Unidos, Kenichiro Sasae. Pero últimamente Japón está empezando a parecer menos “sensato” ante la opinión internacional.

De acuerdo con una encuesta realizada por BBC World Service, que realizó entrevistas presenciales y vía telefónica a personas seleccionadas al azar en 25 países utilizando a una firma de investigación de mercado, “las opiniones sobre la influencia positiva de Japón disminuyeron considerablemente en 2013, cesando una tendencia de mejoría que había estado en curso desde hace varios años”.

Así que, ¿por qué la nación nipona, que tiene mucho a su favor, es tan mala en las relaciones públicas? “Japón no tiene idea de cómo manejar a la prensa, y esto generalmente se debe a que no están acostumbrados a ser cuestionados; esto quiere decir que son orgullosos y feudales”, dice el experto en negocios japoneses y residente de Tokio desde hace mucho tiempo, Terrie Lloyd.

“Son feudales porque imaginan que ese poderío es correcto, y que el mundo no tiene más remedio que escuchar. Orgullosos significa reescribir los libros de historia y pulir la propia imagen con propaganda sin sentido, mientras que la razón y el equilibrio son dejados de lado”.

Esto plantea un problema importante para "la nación del sol naciente", ya que ahora busca desesperadamente cortejar la opinión mundial, mientras fortalece su alianza militar con Estados Unidos, a la vez que hace frente a una China renovadamente sólida y a una vacilante Casa Blanca amistosa con China. (Estados Unidos tiene un tratado con Japón en el que se compromete a ayudarlo en cualquier guerra, pero parece que quiere ver a un Japón menos antagónico, al tiempo que trata de contener al "dragón rojo").

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La visita del 26 de diciembre de Abe al santuario Yasukuni, donde son honrados 14 criminales de guerra y que alberga un museo que glorifica la Guerra del Pacífico de Japón, fue vista como irresponsable por Estados Unidos. Estas visitas, junto con los reiterados rechazos de las atrocidades de guerra japonesas -un conocido líder televisivo fue el último en contribuir en ese frente- abren una brecha más profunda entre China y Japón.

La segunda Guerra Fría

La animosidad mutua ha generado una guerra fría entre la segunda y la tercera mayor economía del mundo. Ambas están usando los medios de comunicación mundiales como campo de batalla. Las dos naciones tienen profundos lazos comerciales y participan en un comercio bilateral que en 2012 tuvo un valor de casi 334,000 millones de dólares, de acuerdo con las cifras japonesas.

A medida que sus máquinas de propaganda respectivas entran en acción, China parece tener la ventaja en la batalla internacional por los corazones y las mentes. Aunque ninguna de las partes ha ganado puntos por tener sentido común. Somos testigos de la cada vez más amarga disputa sobre el territorio y las interpretaciones de la historia reciente.

El mes pasado, a través de los medios de comunicación británicos, se produjo un "ojo por ojo" clásico, cuando el enviado chino para el Reino Unido comparó a Japón con Lord Voldemort, el villano ficticio de la serie Harry Potter. Lo mejor que pudo hacer el embajador de Japón fue reprender groseramente a los chinos: “¡No, ustedes son Voldemort! "

Tales esfuerzos desesperados de relaciones públicas son impulsados por la vulnerabilidad de Japón ante la superioridad militar de China, dice el consultor de relaciones públicas asentado en Tokio, Daniel Fath. Japón necesita hacer que sus aliados estén firmemente a su lado ante cualquier conflicto y disputa territorial, pero sus políticas están en riesgo de resultar contraproducentes.

Todo se reduce a los puntos ciegos culturales de la nación "otaku" y "gamer" , explica Fath. “Debido a que no se espera que se expliquen con claridad ante el público nacional, los portavoces japoneses pueden sonar evasivos y no totalmente al corriente de las expectativas de las audiencias no japonesas”, dice. “También hay una falta de énfasis en la comunicación como una herramienta estratégica”.

A medida que la guerra de palabras se intensifica entre China y Japón, los líderes japoneses tendrán que corregir su curso si desean conseguir la paz en esta región.

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