El Papa busca ‘exorcismo’ económico
Este año el Papa Francisco fue menos explícito en su mensaje de Pascua al hablar de la codicia como lo hizo el año pasado.
Se centró principalmente en las exhortaciones para la paz y el fin de los acuciantes conflictos en Siria, Ucrania y otros países. Pero aún así, en su mensaje pascual dedicó algunos comentarios a la economía mundial.
“Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices”, dijo. Y se refirió a las epidemias como el ébola que “se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza”.
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El Papa Francisco sorprendió al mundo la Pascua de 2013 cuando rompió con las habituales tradiciones de Semana Santa. El Pontífice lavó los pies de varias mujeres y dos musulmanes y pronunció un mensaje pascual pidiendo no solo por la habitual paz mundial, sino por “la paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias”.
En ese momento, Francisco apenas llevaba unas semanas como cabeza de la Iglesia Católica, pero esas fueron las primeras señales de lo que se ha convertido en un tema central de su pontificado: la lucha contra la desigualdad.
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Él no solo ha pedido que las personas ayuden a los pobres, a menudo ha cuestionado el actual orden económico mundial. Se ha pronunciado contra los males de la “esclavitud de la ganancia a toda costa” y el “escándalo de la pobreza”.
En un discurso pronunciado el 1 de enero, el obispo de Roma tipificó “el acceso al capital” como un derecho humano tan fundamental como la educación y la salud.
“Francisconomics”
El enfoque papal en las finanzas ha hecho que algunos la denominen la “economía del Vaticano”, "Francisconomics” o simplemente la doctrina económica del Papa Francisco.
El pontífice ve claramente enormes fallas en un sistema que beneficia especialmente a los que están en los peldaños más altos de la escalera de la riqueza y el poder.
Con todo, no queda claro si el Papa es un capitalista, un socialista o algo intermedio.
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“No creo que él se vea a sí mismo como un capitalista”, comenta un investigador católico y presidente de Atlas Network, Alejandro Chafuen. “El Papa no se ve a sí mismo en la arena de los que dirigen la economía mundial”.
En noviembre, poco antes de que la revista Time lo nombrara Personaje del Año, el Papa pronunció lo que es sin duda su más enérgico discurso de temática económica hasta la fecha.
Esa exhortación apostólica tenía un capítulo especial sobre la crisis del compromiso comunitario, con secciones tituladas “No a una economía de la exclusión”, “No a la nueva idolatría del dinero” y “No al dinero que gobierna en lugar de servir”.
“Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”, escribió el Papa.
A continuación criticó la forma en que el sistema actual ha cambiado el enfoque de las personas a las cosas.
“La crisis mundial, que afecta a las finanzas y a la economía, pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo”, subrayó.
¿Capitalista o socialista?
Para Chafuen es importante entender al Papa Francisco como un producto de la Argentina peronista. Cuando Bergoglio ocupó varios cargos en Buenos Aires, vio de primera mano la corrupción gubernamental que impedía que el país prosperara.
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Chafuen piensa que el Papa apoya una “tercera vía”, una postura entre el libre mercado y el marxismo.
Pero numerosos observadores de su pontificado consideran que Francisco es más bien un capitalista. “Él simplemente está pidiendo una economía de mercado que haga un mejor trabajo permitiendo que todas las personas participen”, afirma un profesor de teología y estudios religiosos en la Universidad de Villanova, Gerald Beyer.
Beyer piensa que Francisco continúa el mensaje de sus predecesores, el Papa Juan Pablo II y el Papa Benedicto, quienes consideraban que la economía de libre mercado es mejor que el socialismo en ayudar a promover el bienestar humano, si bien la criticaron a veces.
Gran parte del atractivo o interés que suscita el llamamiento de Francisco es que él vive su mensaje de muchas maneras. No solo desafía con palabras la codicia y el exceso, sino que ha elegido vivir una vida simple, incluyendo la elección de no vivir en el palacio del Vaticano.
En una economía global que todavía está tratando de retomar el rumbo después de una gran recesión, el mensaje y las acciones del Papa están resonando dentro y fuera de la Iglesia.
Mientras el Papa concluye la semana más importante del calendario cristiano, invoca a un poder superior a los dioses del libre mercado.