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Europa: en zona de peligro

Las cifras más recientes de crecimiento de la UE confirman un rezago en la mayoría de los países; los líderes de la eurozona deben buscar grandes reformas en el mercado laboral y la productividad.
mar 20 mayo 2014 06:02 AM
La eurozona se expandió solamente 0.2% el primer trimestre de 2014. (Foto: Getty Images)
euro

Durante el último año hemos escuchado que el crecimiento mundial y los mercados de valores del mundo recibirán un mayor impulso gracias a una recuperación gradual en Europa.

De hecho, Irlanda y Portugal regresaron recientemente a los mercados de deuda con ofertas que fueron bien recibidas, y el Gobierno griego afirma que pronto estará en condiciones de emitir bonos. Los rendimientos de la deuda soberana permanecen notablemente bajos y estables. Es indiscutible que un ambiente de tranquilidad ha regresado a la zona euro.

Sin embargo, tranquilidad no es lo mismo que progreso, como demostraron de manera alarmante los datos del PIB publicados el 15 de mayo por la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat). La zona euro de 18 naciones se expandió solo 0.2% en el primer trimestre de 2014, según proyectaron la mitad de los economistas.

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Alemania, como de costumbre, fue el líder, registrando un aumento del 0.8%. Los puntos problemáticos son precisamente los lugares donde el repunte está supuestamente en proceso: las naciones asediadas de la capa meridional de Europa, así como del tigre domesticado, Irlanda.

Los últimos datos confirman que la mayoría de estos países no están mejorando en absoluto. La economía italiana se contrajo 0.1% en los tres primeros meses de 2014, igualando el promedio de los tres trimestres anteriores. Después de expandirse 0.6% en el segundo trimestre de 2013, Francia registró un crecimiento de cero. Portugal se contrajo 0.7% después de registrar cifras positivas en los nueve meses anteriores. Aunque no estaban disponibles las cifras de Grecia e Irlanda en el primer trimestre, ninguno de estos países está mostrando progreso. El PIB griego cayó 2.5% en los últimos tres meses del año pasado, e Irlanda cojeó un poco menos con 0.2%.

La única nación que demostró una tendencia sostenida al alza, aunque modesta, fue España. Creció 0.4% en el primer trimestre de 2014 después de mostrar un desempeño prácticamente plano durante los últimos nueve meses de 2013.

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Un economista alemán nacido y educado en la Universidad de Chicago, Harald Uhlig, proporciona una visión equilibrada de los riesgos actuales de la zona euro. Para él es crucial entender los cursos divergentes adoptados por Alemania y por los países del sur de Europa desde la introducción del euro en 1999, y cómo esas políticas han conducido a resultados dispares en estas naciones hoy en día. “La inflación siempre había sido un gran problema en el sur de Europa”, dice. “Las tasas eran altas y también conllevaban una gran 'prima de riesgo' porque no era posible asegurar que los bancos centrales independientes no harían algo alocado, causando más inflación”.

El caso alemán 

La institución de una moneda única en Europa condujo a la creación de un Banco Central Europeo tipo Bundesbank, que desde entonces y hasta ahora establece la política monetaria de una manera predecible y rigurosa. “Las tasas cayeron y los gastos del Gobierno y del consumidor explotaron, lo cual condujo a tasas más altas de crecimiento”, dice Uhlig. Lo que a menudo es pasado por alto, señala, es que Alemania no se unió a la fiesta. “Alemania era el 'hombre enfermo' de Europa. Sufrió cuando el euro fue introducido, en contraste con los países del sur”. Alemania registró cifras miserables del PIB en la década de 2000, mientras que Irlanda, Grecia, España y todos los demás avanzaban por delante él.

Entonces, Alemania dio un giro que, en retrospectiva, parece asombroso. El canciller Gerhard Schröder (quien fungió de 1998 a 2005) defendió las reformas destinadas a crear un mercado laboral mucho más flexible. “Su modelo fue Estados Unidos”, dice Uhlig. “Antes de eso, yo no dejaba de oír sobre líderes en Alemania que no querían la reforma, (diciendo) lo que se escucha ahora en el sur de Europa: “Si tan solo tuviéramos más crecimiento en los próximos cinco años, nos desharíamos del problema del desempleo”. Pero el crecimiento nunca llegó”.

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Schröder redujo decisivamente los costos de las pensiones y los beneficios por desempleo y dio a las empresas más flexibilidad en la contratación y en los despidos masivos. Schröder pagó un alto precio por garantizar las reformas del mercado laboral más dramáticas de la historia europea moderna. “Debió haber sido recompensado, pero fue castigado brutalmente”, dice Uhlig.

Schröder perdió la cancillería ante Merkel en 2005. Los frutos de sus reformas no salieron a la luz sino hasta 2006, cuando la economía alemana emergió como el jugador más fuerte en Europa, como lo demuestra su resurgimiento tras la crisis financiera.

El mayor gasto infló los salarios en el sur de Europa, y las alzas de productividad no pudieron mantener el ritmo, lo cual significó que los costos laborales en España y Francia por cada unidad de automóvil o acero producido crecieron a un ritmo más rápido que en Alemania o Estados Unidos. El colapso expuso la brecha de competitividad en el sur de Europa e Irlanda. Y los clientes globales compraron cada vez menos de las costosas exportaciones del sur de Europa.

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¿Qué pueden hacer estas naciones ahora? “Esto puede resolverse de dos maneras”, dice Uhlig. “Una es salir del euro para que los costos disminuyan en la nueva moneda, en comparación con los costos de otros países. La otra es una combinación de alzas en la productividad y reducción de costos laborales. Ese sería un curso mucho mejor”.

El problema, dice, es que los países en problemas han hecho poco por flexibilizar los mercados laborales según las pautas de las reformas de Schröder de hace una década.

Uhlig está especialmente preocupado por el deterioro en Francia. “Europa solía tener dos grandes estabilizadores: Francia y Alemania. Ahora tiene uno. En Francia, la edad de jubilación es muy baja y las empresas a menudo están dirigidas por exfiguras del Gobierno y están demasiado conectadas políticamente, por lo que es difícil para los empresarios desafiar a las empresas arraigadas”. Le preocupa que el futuro de la eurozona esté cada vez más “en los hombros de un solo estabilizador: Alemania”.

El sur de Europa

La severa recesión y las altas tasas de desempleo no han hecho lo suficiente para reducir los costos laborales. “Sigo escuchando por parte de mis colegas que los costos laborales se han reducido mucho en España”, dice. “Pero todavía son demasiado altos. Los países del sur no han resuelto el problema de permitir que los costos salariales vayan muy por delante de las alzas de productividad”.

Uhlig también señala que el periodo de calma económica de Europa no ha sido destinado a un buen uso. “No ha sido utilizado para el tipo de reformas que se necesitan”, dice Uhlig. “La actitud es: la crisis del euro ha terminado, los rendimientos siguen siendo bastante bajos y no tenemos que hacer nada”.

Uhlig está especialmente preocupado por los posibles disparadores que podrían debilitar la confianza en los mercados de crédito. “Si Grecia cae en impago, eso desataría un contagio que elevaría las tasas de las otras naciones, causando más impagos y una posible salida del euro”. Uhlig preferiría en gran medida que el euro permanezca en su lugar y que el problema sea abordado mediante el método de Schröder. Desafortunadamente, dice, la experiencia de Schröder acosa los líderes actuales de Europa. “Temen terminar como Schröder y como los socialdemócratas”, dice.

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El sur de Europa podría haber perdido su oportunidad. El mejor momento para la reforma era cuando los tiempos estaban alineados a mediados de la década de 2000. Es mucho más difícil deshacer regulaciones y restricciones impuestas a través de décadas cuando las economías están estancadas y los presupuestos han sido estirados hasta el límite, haciendo que un impacto de gasto fiscal sea altamente riesgoso.

Los líderes europeos siguen saltando de una "solución" a otra, se obsesionan con las elecciones alemanas, con los estudios de calidad de los activos de los bancos, o luego con enormes programas de estímulo monetario para prevenir la potencial deflación. Están ignorando lo que realmente se necesita hacer. Si Europa no toma ciertas decisiones difíciles, el mercado tomará decisiones por ellos. Y eso produciría un estruendo gigante que se escucharía alrededor del mundo.

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