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El otro lado del Mundial

El sueño de jugar una Copa del Mundo tiene grandes repercusiones en un país, dice James Montague; pese a la corrupción y los escándalos, la FIFA no es una organización reprobable, asegura.
mar 17 junio 2014 12:08 PM
El periodista señala que con este deporte puedes entender el ADN de una sociedad. (Foto: Getty Images)
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Fortune.com selecciona los ensayos breves, anécdotas y entrevistas más fascinantes del sitio web “250 Words”, una página desarrollada por la editorial Simon & Schuster para explorar los mejores libros de negocios, dondequiera que se publiquen.

Para esta entrega, Sam McNerney de 250 Words charla con James Montague, periodista británico y autor que escribe para el New York Times, CNN, GQ y World Soccer. La revista Sports Illustrated lo describió como “el Indiana Jones de la literatura del futbol”. Su segundo libro, Thirty-One Nil, fue publicado por Bloomsbury. Sam habla con James acerca de lo que significa jugar para la selección de Eritrea, la corrupción en la FIFA y quién ganará la Copa del Mundo.

McNerney: Empecemos con el título. ¿Por qué Thirty-One Nil? (La traducción al español sería ‘Treinta y uno a cero’).

Montague: Es el partido que me inspiró a escribir el libro. En 2001, Australia venció a Samoa Americana 31-0 en un partido de la Copa Mundial. Fue un récord mundial y se convirtió en noticia en todo el orbe. Recuerdo haber visto un video a alta velocidad del encuentro. Dos cosas se me quedaron grabadas. La primera fue el entrenador que dijo que “no sabía por qué querían anotar tantos goles”. La segunda fue el portero de Samoa Americana, Nicky Salapu, vencido al final, boca abajo en la hierba.

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Yo he sido portero, y he jugado en equipos mayormente malos, así que sabía exactamente cómo se sentía. He estado obsesionado con ese partido desde entonces. ¿Qué pasó con los jugadores? Y, lo más importante, ¿por qué Samoa Americana siguió jugando campaña tras campaña de clasificación? No ganaron un solo partido en los diez años siguientes y Nicky Salapu jugó en casi todos ellos. Así que me embarqué en un viaje para trazar desde el principio la campaña de clasificación para la Copa Mundial, contando las historias de los equipos que probablemente no llegarían a Brasil. Y conocí a Salapu en Samoa. Ese partido lo ha atormentado desde entonces.

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Describes varios estadios alrededor del mundo. Muchos partidos clasificatorios no se juegan en grandiosos estadios multiusos sino en viejos y deteriorados estadios… “campos” podría ser una palabra más adecuada. Los estadios en Tursunzoda (Tayikistán) y Puerto Príncipe (Haití) vienen a la mente. Para los espectadores que solo ven la primera división, MLS o la Copa del Mundo, ¿podrías describir las condiciones de algunos de estos juegos menos glamorosos?

¡Wow! Sí. Los estadios. Quiero decir, algunos de ellos parecían desahuciados, desmoronándose y peligrosos. Otros tenían un enorme significado ligado a ellos. Recuerdo en particular el Estadio Amahoro en Kigali, Ruanda. Fue allí donde, durante el genocidio, la ONU logró establecer un refugio seguro para los tutsis. Sufrió bombardeos durante todo ese periodo.

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En Croacia fui al Maksimir, donde se jugó el famoso partido entre el Estrella Roja de Belgrado y el Dinamo de Zagreb y los violentos incidentes posteriores que muchos ven como la batalla inaugural de la guerra civil yugoslava. Curiosamente, la estética de esos sitios es notablemente uniforme. Si tuviera que describirlos: monstruosidades de brutal concreto que se levantan más allá de sus fechas de caducidad.

Un capítulo del libro documenta la selección nacional de Eritrea. Cuentas que todo el equipo nacional desapareció y pidió asilo en Kenia mientras se jugaba la Copa regional CECAFA en 2009. ¿Qué significa jugar para un equipo malo de un país pobre despojado por la guerra y la corrupción política?

Bueno, yo no he jugado para Inglaterra, así que no lo sé. Ya hablando en serio, es un concepto diferente a jugar para un país desarrollado. Jugar en la Copa del Mundo es una salida, una oportunidad de mostrar tus habilidades. Pero también puede tener un enorme efecto unificador en un país recientemente dañado.

Siempre pienso en Irak ganando la Copa de Asia en 2007 con un equipo mixto de sunitas, chiítas y kurdos. Para el equipo de Eritrea, era una escapatoria en un sentido muy directo. Más de 50 miembros del equipo han desertado en los últimos años. De hecho, la mayoría de esos jugadores que conocí en Kigali huyeron un año más tarde cuando jugaban en Uganda. Aparecieron en Holanda, después de vivir en campos de refugiados durante 18 meses.

Es imposible disociar el futbol de la política. El futbol puede unir a países divididos como el Líbano, pero también puede desencadenar, como ejemplifican los equipos de Kosovo y Palestina, pesadillas diplomáticas. ¿Cómo se influyen mutuamente el futbol y la política?

Creo que el futbol resuena en la misma parte del cerebro que se ocupa del nacionalismo o la identidad. Los dictadores y líderes han entendido desde hace tiempo su poder, es por eso que se sienten atraídos por el futbol como polillas a la luz. Desde Mubarak a la junta militar de la Argentina de los setenta, muchos líderes tratan de vanagloriarse en el triunfo ajeno. Pero lo más importante, para mí, el futbol es un reflejo de la sociedad. Puedes entender el ADN de una sociedad a través del futbol.

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La FIFA está recibiendo mucha mala prensa. Parece que cada día aparece una nueva historia sobre corrupción y sobornos —John Oliver y el New York Times han sido especialmente críticos—. Tuviste la oportunidad de hablar con el presidente de la FIFA, Joseph Blatter. ¿Cuál es tu impresión de Blatter y la FIFA?

Es curiosa. Por un lado, está claro que en el futbol hay algunas personas muy virulentas. Se trata de un mundo corrupto, porque muchos de los personajes que hemos visto en el Sunday Times crecen en sociedades donde la corrupción es la norma, es como la gente hace las cosas.

No la FIFA por sí misma, pero las investigaciones han puesto de manifiesto la parte sórdida de este deporte. Dicho esto, no creo que Blatter sea personalmente corrupto. Él es un internacionalista. Tiene el poder en la FIFA porque ha logrado desarrollar el juego fuera de Europa y Sudamérica. Ha sorteado los desafíos del baloncesto al dominio mundial del futbol.

El interés en este deporte se ha disparado durante su gestión. El problema con la FIFA es que es una pequeña organización que de repente se ha catapultado en un negocio multimillonario. Se quedó demasiado pequeña. Pero Blatter no es el demonio que muchas personas pintan.

Entérate: México vence a Brasil... en Twitter.

¿Alguna predicción para Brasil este año? ¿Tiene el ojo puesto en algún no favorito, quizá Bosnia o, mi equipo, Estados Unidos?

Sí, ¡Estados Unidos! Ellos están en un grupo difícil, pero Portugal luce algo insegura y creo que Ghana es vencible. Creo que de llegar a la segunda ronda veremos un momento crucial en la evolución del juego de la escuadra estadounidense. También voy a seguir a Irán y Bosnia. ¿Quién no querría ver a estos dos equipos en la segunda ronda? 

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