Mayores salarios, antídoto contra la desigualdad crónica en México
En México, 8.2 millones de personas comparten una realidad: viven con un salario mínimo de 2,228 pesos al mes.
Lo grave es que ese nivel de ingresos no es suficiente para que esos trabajadores - el 16% de la población ocupada- satisfagan sus necesidades básicas de alimentación, transporte, cuidado personal y educación. La canasta alimentaria y la no alimentaria valen 2,695 pesos, según cifras a septiembre del Consejo Nacional de Evaluación para la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Lee: Coparmex propone salario mínimo de 89.35 pesos
Esta situación combinada con una concentración de 64.4% de la riqueza del país en el 10% más rico de la población, según Global Wealth Report 2014, explican que México sea una de las naciones más desiguales del orbe, a decir de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). De acuerdo con sus cálculos, en México, el índice de Gini, que mide la inequidad de los ingresos, es de 0.48. Entre más cerca de uno, mayor la concentración de ingresos.
Lee: Los precios al consumidor en México se aceleraron en la primera quincena
La desigualdad es resultado, en parte, de los bajos salarios. Las consecuencias de no incrementarlos explican, en parte, que nuestro país haya crecido los últimos 20 años a un ritmo de 2.5% anual.
No solo eso, entre 1985 y 2005 el aumento de la desigualdad redujo el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 10%, de acuerdo con el estudio ‘Tendencias en la inequidad del ingreso y su impacto en el crecimiento económico’, de la OCDE.
“La desigualdad afecta las posibilidades de crecimiento de la economía en la medida en que esto va acompañado de amplios sectores de la población cuya capacidad de compra es pequeña. Eso contribuye a debilitar el mercado interno”, dice Gerardo Esquivel, académico de El Colegio de México y autor del estudio ‘Desigualdad extrema en México. Concentración del poder económico y político’.
De ahí que la importancia de elevarlo no solo sea un tema de justicia social, también puede ser la ruta para reducir, de una vez, la inequidad e impulsar la economía mexicana.
El salario suficiente
En los últimos años, el salario mínimo ha servido solo como una estrategia de contención de precios. Los aumentos de este han estado por debajo de la inflación y, de esta manera, el poder adquisitivo de los trabajadores ha sufrido caídas. En 2005, el ingreso laboral real era de 1,782 pesos frente a los 1,689 del segundo trimestre de 2016.
Dado que el valor de la línea de bienestar del Coneval es de 2,695 pesos, el salario mínimo diario debería ser de 89 peso s, 16 pesos más que los actuales 70.
La Constitución, en el artículo 123, dice que el salario mínimo debe satisfacer las necesidades materiales, sociales y culturales de un jefe de familia, además de servir para proveer educación obligatoria a los hijos.
De acuerdo con el secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México, Salomón Chertorivski, los salarios tan bajos crean distorsiones en el mercado laboral. Esto genera un efecto gravitacional al jalar al resto de los salarios, pues los empleadores ponen el mínimo como un buen pretexto para no pagar más.
Hace tres años inició una discusión entre expertos y empresas para analizar la necesidad y los efectos de elevar el salario.
Este debate ha dado resultados, aunque incipientes. En 2015, el legislativo desvinculó el salario mínimo del cálculo de multas, créditos de vivienda y pagos como un primer paso para que un aumento del salario no los afecte.
“Incrementar el salario en los segmentos que ganan menos, aumenta la productividad, hay menor rotación y los empresarios invierten más en capacitación y capital”, dice Chertorivski.
De acuerdo con modelos económicos que ha realizado, subir el salario a por lo menos la línea de bienestar, aumentaría el PIB en 0.9%, dado que el dinero que se inyecta va al consumo de bienes básicos y fortalecería el mercado interno, aunado a que trabajadores informales tendrían más incentivos para ir a la formalidad.
Recomendamos: La economía de México crecerá menos en 2016 y 2017, prevé el FMI
La evidencia empírica, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, demuestra que aumentar el mínimo reduce los niveles de desigualdad.
En Brasil, el Gini bajó 5%, el alza del salario mínimo originó 84% de la caída del indicador entre 2003 y 2011. En Argentina, contribuyó a una reducción de 32% entre 2003 y 2012 .
En México, el sector privado ha mostrado disposición a un aumento, pero advierte que puede incrementar la inflación.
“Lo relevante es el salario real: la cantidad de bienes y servicios que puede adquirir un salario, es relevante que suba y esto se puede lograr si tienes controlada la inflación”, dice Luis Foncerrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), pero agrega que ahora la inflación tiene presiones al alza.
Los entrevistados coinciden en que, en la medida en que el salario fortalezca la capacidad de compra de las personas de menores ingresos, se convierte en una herramienta contra la desigualdad.
Esquivel dice que un cálculo preliminar para saber en cuánto bajaría la inequidad es complicado, pero recalca que en los casos en los que ya ha ocurrido, un aumento importante del salario ayuda a disminuir la desigualdad.
NOTA DEL EDITOR: Esta nota se publicó inicialmente en la edición 1201 de Expansión, el 15 de noviembre.