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Las remesas son insuficientes para combatir la pobreza

Pese al récord en los envíos de los migrantes mexicanos, el dinero que reciben sus familiares en México no alcanza para mejorar su calidad de vida.
jue 05 julio 2018 06:00 AM
Transferencias
Transferencias En su mayoría las remesas son utilizadas para satisfacer necesidades básicas como alimento y casa, es poco el dinero que se canaliza para inversiones. (Foto: EllenaZ/Getty Images/iStockphoto)

Nota del editor: Este reportaje fue publicado originalmente en la edición 1235 del 01 de junio de la revista Expansión.

CIUDAD DE MÉXICO (Expansión) - En los últimos años, las remesas han tenido aumentos récord. En 2017, los envíos a México llegaron a 28,700 millones de dólares (mdd), 6.6% más que un año antes, un alza que representó un nuevo máximo histórico de envíos.

Además, en mayo de 2018, alcanzaron los 3,097 mdd, marcando un nuevo récord histórico, desde el máximo previo registrado en abril pasado; 2,717 mdd.

Sin embargo, no hay remesas que alcancen para sacar de la pobreza a municipios como San Lucas Quiaviní, Oaxaca, el poblado que más depende económicamente de las remesas, sin que ello cambie la mala situación en la que está sumido 86% de la población.

El 52% de los hogares de este poblado, enclavado en los valles centrales de Oaxaca, depende completamente de las remesas, es decir, de las 444 viviendas, 231 sobreviven gracias a éstas, según datos del Anuario de Migración y Remesas México 2018, de BBVA Bancomer.

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En este pueblo con casas de ladrillos rojo y techos de concreto, donde las familias cultivan granos para el autoconsumo no hay servicios médicos suficientes, la única unidad médica cuenta con cuatro personas, 20% de la población no cuenta con acceso a la salud y 70%, carece de servicios básicos, según un reporte de la Secretaría de Desarrollo Social.

En situación similar está San Juan Quiahije, también en Oaxaca, donde 49% de los hogares vive de las remesas, pero 94% de su población está en situación de pobreza.

Pero es justo la falta de oportunidades lo que propició la migración en estos poblados, de ahí que los recursos que llegan apenas ayudan a cubrir necesidades básicas, como comida y vestido.

En 2015, por ejemplo, las mujeres destinaban 51.9% de la remesas que recibieron a cubrir necesidades de alimentación y ropa.

Si bien los migrantes que viven en Estados Unidos pueden tener ingresos hasta cinco veces mayores a los que obtendrían en su comunidad de origen, deben cubrir primero su propia alimentación y renta, y después, enviar dinero a sus familias, explica Juan José Li Ng, economista senior de BBVA Research.

El analista explica que es difícil estimar con exactitud cuánto se destina a consumo, pero las encuestas señalan que los dos principales usos de remesas son cubrir el gasto corriente de las familias en primer lugar y luego, pagar deudas, ya que, para hacer el viaje migratorio, muchas personas deben recurrir a éstas, agrega.

También está el hecho de que muchas de las familias receptoras de remesas son grandes, pues incluyen no sólo a la esposa e hijos, sino también a los padres del migrante y, a veces, hasta a la familia extendida, agrega.

MUY POCO PARA INVERTIR

Según Bernardo Méndez Lugo, director ejecutivo de la fundación promigrante Américas Sin Muros en la Ciudad de México, la utilización de remesas en México es similar a la de otros países en América Latina, con la mayor parte de recursos destinados a consumo. “Es poco el dinero que se canaliza para inversiones”, agrega.

Las remesas son prácticamente como un salario, por lo que es poco el excedente de dinero que se puede invertir. “A lo mejor hace 20 años era mucho más fácil que con ese dinero en dólares pudieran haber iniciado un negocio. (Ahora) entre un 5% y un 10% de lo que se manda se destina a eso”, advierte Li.

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Para incentivar la inversión de remesas en proyectos productivos en comunidades de origen, el gobierno federal lanzó, en 2016, el Programa 3X1, operado por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). El esquema forma parte, incluso, de una de las prioridades de esta administración para combatir la pobreza.

A través del 3X1, los clubes y federaciones de paisanos en Estados Unidos han ayudado con obras de infraestructura a municipios y ciudades expulsoras de migrantes, con el apoyo de los tres niveles de gobierno.

“Es realmente un esfuerzo reciente, pero creo que de todo el monto que se envía de remesas, sigue siendo muy poco lo que se canaliza a proyectos productivos”, dice Méndez Lugo, quien trabajó, por 26 años, como diplomático en consulados mexicanos en Estados Unidos y Centroamérica.

A CADA QUIEN LO QUE LE TOCA

Con los cambios de administración, ese tipo de programas a veces no continúan. Además, por recorte al presupuesto federal, los recursos destinados a este programa disminuyeron en 2017 a 475.8 MDP, 33.6% menos que en 2016. Para este año, se destinarán 498.6 MDP.

“Sí hay preocupación e interés por generar mayores inversiones productivas, pero creo que no ha habido una política sólida”, señala Méndez Lugo.

Más allá de depender de las remesas para proyectos productivos que mejoren poblados como San Lucas Quiaviní, hace falta una política integral, liderada por el gobierno, que saque de la pobreza estos sitios, coinciden los entrevistados.

Las remesas no pueden sustituir la función del Estado de aplicar políticas públicas para reducir la vulnerabilidad y el rezago educativo, en servicios de salud y en calidad de vida, comenta, por su parte, Suhayla Bazbaz, directora general de Cohesión Comunitaria e Innovación Social, una organización no gubernamental.

“El Estado tiene que hacer lo que le toca”, insiste. No es responsabilidad de los connacionales financiar el desarrollo de sus comunidades.
Tienen derecho a participar en su propio desarrollo, a decir hacia dónde tienen que ir, pero no le toca a la ciudadanía financiar con remesas los proyectos productivos. “La obligación es del Estado y hay presupuestos asignados para eso”, señala Bazbaz.

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