"La región está expuesta al proteccionismo comercial y a una mayor incertidumbre política por parte de Estados Unidos, con México especialmente vulnerable. Sin embargo, los efectos podrían mitigarse con un trato arancelario más favorable en comparación con otras regiones", señala Todd Martínez, codirector de soberanos de América Latina.
Si bien México cuenta con un trato arancelario relativamente favorable frente a competidores de otras regiones, los efectos indirectos resultan más difíciles de contener. El menor dinamismo en Estados Unidos y China ya impacta las proyecciones mexicanas, mientras el resto de Latinoamérica muestra mayor resiliencia.
Las remesas, otro pilar clave para México, pueden reducirse si Estados Unidos decide gravarlas.
El nearshoring ofrece una vía de escape, pero sus beneficios no llegarán de inmediato. Mientras tanto, la economía mexicana camina sobre un terreno cada vez más inestable, bajo el peso de factores externos que escapan a su control.
El pronóstico regional apunta a un crecimiento de 2.1% en 2025, nivel similar al de este año. Sin embargo, la recuperación argentina y la desaceleración brasileña contrastan con la recesión que se perfila en México, en el que los aranceles específicos por sector ya comenzaron a golpear la actividad.
El entorno financiero añade más incertidumbre. La posible necesidad de mantener altas las tasas en Estados Unidos podría restringir aún más el margen de maniobra de los bancos centrales regionales.
La política fiscal también enfrenta obstáculos. La consolidación luce compleja en 2025, con implicaciones directas para el control de deuda y otras variables macroeconómicas, según el reporte de perspectivas de mitad de año para los bonos soberanos de América Latina 2025 de Fitch.
Aunque los precios de los metales se mantienen estables y el petróleo retrocedió, el riesgo de volatilidad persiste.