“Antes se conformaban con ser el mejor chef de México. Yo no quiero eso, quiero ser el mejor del mundo”, asegura Enrique Olvera de 31 años, propietario del restaurante Pujol y el chef mexicano que más ha llamado la atención de la prensa internacional. Y completa: “Si no llego, tampoco me voy a suicidar”.
Pujol es la insignia de un movimiento culinario. Esto llevó a Olvera a convertirse en la persona indicada para operar los restaurantes de Grupo Hábita, que, para 2010, sumará ocho hoteles, incluyendo uno en Monterrey y otro en Nueva York. Además, él ayuda a Sabritas a desarrollar sabores.
En 2000 abrió Pujol juntó con nueve inversionistas que le aportaron los 4 millones de pesos que necesitaba. Ahora, los inversionistas regresaron a su casa con un retorno de 100%.
Es un hombre obsesivo. El orden y la limpieza son prioridad, incluso acepta que cada recipiente en sus refrigeradores tiene escrito en etiquetas la fecha de creación y quién lo preparó. “Lo mío, lo mío, son las pequeñas cosas”, dice el chef y afirma que los detalles hacen la diferencia entre un restaurante de clase mundial y uno muy bueno.
Su sueño: que la cocina mexicana brille y tenga un lugar protagónico a nivel mundial. Su método: la innovación, que para él es “la mejor manera de preservar nuestra cultura. No puedes pensar que vas a deslumbrar al mundo con un mole poblano”.
Primero fue Pujol, luego el Taller Enrique Olvera –donde da asesorías y clases de cocina– y la tienda Eno. Habrá novedades, eso queda claro.
Su contribución a la cocina mexicana apenas comienza. “Un amigo dice que lo único que he aportado es que paso todo por un colador”.