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de la revista Expansión, correspondiente a octubre de 2016.(Expansión) — Hace 10 años era muy difícil ver colaborar a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y a las empresas. La sociedad los concebía como enemigos naturales: las ONG trabajaban para proteger lo que concebían como el 'interés común’, y no pocas veces sus acciones iban en detrimento de las corporaciones. Del lado contrario, las empresas observaban cómo sus esfuerzos por empujar el crecimiento económico a través de la creación de empleos se veían mermados debido a las operaciones económico, político y sociales que realizaban las ONG.
Una de las principales críticas que han tenido los programas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es que, muchas veces, dada la falta de seguimiento y el escaso impacto social, únicamente sirven como parte de las estrategias de mercadotecnia de la empresa. Actualmente ya no se apoyan causas porque sí, sino que éstas están íntimamente ligadas a la visión de negocio de la empresa, aunque ésta no está obligada a crear una estructura para poner en marcha sus planes de responsabilidad social, por lo que establece alianzas con ONG que comparten sus causas.
Con base en ello, es importante que la empresa analice la trayectoria de la ONG, sus valores y que observe que compartan las mismas metas para trabajar de manera armónica. Existen cinco puntos que deben observarse al elegir a la organización no gubernamental que se convertirá en el aliado estratégico de la empresa: