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¿Qué dicen nuestros lectores?

El buzón de Expansión siempre ha estado abierto para las cartas de sus lectores. Conocer sus inquietudes, opiniones y retroalimentaciones ha sido fundamental para nuestro crecimiento.

Controversia sobre el aborto

Me sorprendió ver en su número de marzo de 1990 una columna llamada Controversia, de Arturo Damm Arnal, sobre el “asesinato de embriones” y la rotunda negativa que se debe dar “bajo cualquier circunstancia”. ¡Bravo!, que el señor Damm se rasgue las vestiduras por los nonatos que merecen vivir, y que el artículo lo puedan ver sus hijos y sus discípulos, y se los guarde a sus nietos y bisnietos, y que todos digan: ¡qué humano!
La columna de Damm Arnal generó polémica. Tres ediciones después de la publicación, los lectores seguían enviando cartas a favor y en contra de la legalización del aborto. Hoy, el debate sigue vivo.

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Piden más cartas

¿Por qué en una empresa de esta magnitud y calidad, como Expansión, al lector se le reduce al silencio de una sola página? ¿Por qué tanta parquedad o austeridad para el lector cuando se es tan espléndido, a veces en exceso, en publicidad?
En respuesta, el editor pidió al autor hablar con todos aquellos lectores que no escribían cartas para que lo hicieran. “Nosotros las publicaremos”, escribió.

Ex cliente inconforme

Cayó en mis manos la revista Expansión de junio de 1990, en la cual dedican un amplio reportaje a los productos, ganancias y alta producción de Berol. ¿Por qué me dirijo a ustedes? Simplemente porque a los lápices de la marca, en el gran porcentaje de los casos, se les rompe la punta. Mis hijos me han manifestado: “Papi, estos lápices no sirven”.
Al recibir la carta, Expansión hizo un ejercicio para probar la resistencia de los lápices. “Los dejamos caer desde un metro de altura sobre un escritorio, pudimos constatar que las puntas no se rompieron”, respondió el editor.

Contra la “pornografía”

Soy un asiduo lector de su revista. Con tristeza he visto (en sus ediciones de 1990) cómo se han intensificado “detalles” que no van bien con el objetivo de un medio de difusión cuya función debe ser la de informar y formar, no deformar. En concreto me refiero a sus anuncios sensuales y pornográficos.

Inconforme

En su artículo 25 años ¿son algo?, de mayo de 1994, dice que en 1992 estalló un gasoducto de Pemex en el centro de Guadalajara. Le informo que en esta ciudad lo que estalló fue un drenaje. Recalco la importancia de corregir este tipo de errores. De no hacerlo corremos el riesgo de que las futuras generaciones lamenten que el licenciado Luis Donaldo Colosio haya fallecido de varicela.

No a Marcos

En su edición del 16 de agosto de 1995 apareció una frase de un personaje que deja mucho que desear en su hacer y decir. Se trata del subcomandante Marcos. Se valdría, quizá, si el señor tuviera el valor de quitarse el pasamontañas. Consideramos que con Batman y Súper Barrio es más que suficiente.

Un no lector se queja

Recibí su propaganda en la que se me invita a suscribirme a la revista Expansión. Quiero decirles que ustedes han colaborado al engaño de la política salinista, sin permitir que una voz disidente le dé pluralidad al contenido de la revista. Naturalmente no me suscribiré.
La carta fue escrita en 1995 por Rafael Decelis Contreras, entonces diputado federal del PRI.
La respuesta del editor fue contundente: No es válido emitir juicios tan categóricos sobre una publicación luego de admitir que ni siquiera la lee. Son muchísimas las plumas críticas que encuentran foro en esta revista.

¡Qué fea portada!

La portada que publicaron el 29 de julio de 1998 es muy fea, ¡horrible! Es degradante que un ejecutivo esté sin su saco, de espaldas, mostrando su poco cabello. Por favor traten de sacar portadas más atractivas: deben poner el mejor lado de las fotos.

Otro lector en contra del gate fold

Vi con desagrado que no hicieron caso a la petición de otro lector de no poner portadas dobladas con un anuncio en medio. Es muy incómodo manejar así la revista. Por mi parte, les aseguro que no leeré estos anuncios, esperando que algún día acaben con ellos.
No fueron pocos los lectores que en 1998 se quejaron del formato de este tipo de anuncios. Algunos incluso amenazaron con no leerlos para que desaparecieran, hecho que no sucedió.

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