Si el director de una empresa de 1969 caminara hoy por una oficina, probablemente no sabría encontrar su despacho. Puede ser que ni siquiera exista. Los nuevos corporativos, especialmente los de grandes de empresas multinacionales, pero cada vez más también los de pymes mexicanas, se han convertido en oficinas donde reinan los espacios colaborativos, las salas de descanso y las barras de snacks saludables.
La revolución tecnológica y una orientación más humana de la cultura empresarial han dado un giro a la manera en la que trabajamos. Solo hay que echar un vistazo a las últimas ediciones del ranking de Expansión 'Súper Empresas, Los mejores espacios para trabajar': términos como home office, petfriendly, clima laboral, bienestar del trabajador y salario emocional se han vuelto comunes. “El liderazgo que promueven hoy las empresas es uno de puertas abiertas: las personas pueden acercarse a los líderes para interactuar con ellos, colaborar y generar proyectos integrales”, asegura Mario Cantón, director de customer experience de la firma de mobiliario para oficina Steelcase.
Se trata de un liderazgo que apuesta a la autonomía del personal. Carlos Zegarra, socio de Management Consulting de PwC, asegura que el 80% del personal aspira a que su desempeño sea medido por resultados, y no por horas trabajadas. Ya no se trata de jefes que están tras los colaboradores todo el tiempo, sino de líderes que dirigen el barco hacia un rumbo especifico y llevan, de manera estratégica, un control de la gestión de tareas, acompañando al equipo en su desempeño, según un estudio sobre el futuro del trabajo realizado por esta consultora.
Hoy es común ver a los directivos compartiendo los espacios con sus diferentes equipos de trabajo. Incluso el lenguaje ha cambiado: las empresas prefieren emplear términos como ‘colaboradores’ en lugar del tradicional ‘empleados’. Y son ellos, especialmente los de la generación millennial, quienes dictan reglas del cómo y dónde quieren trabajar: adiós cubículos, hola flexibilidad que permite trabajar en la barra de una cafetería. Las corbatas y los trajes sastre ya no son parte del protocolo, ir de jeans a la oficina dejó de ser cosa de sólo los viernes.
Hay una permanente búsqueda de la satisfacción de la fuerza laboral, ahora es esta la que toma decisiones estratégicas junto con los líderes. Esto es un reflejo de una cultura más abierta y colaborativa
Y estos cambios generan un impacto positivo para las empresas: las convierte en un contratante preferente, es decir, la empresa en donde todos quieren trabajar. Además, los colaboradores tienen un mayor compromiso con la organización, lo que provoca un crecimiento del 17% en utilidades operativas, asegura Cantón, pues la fuerza laboral se vuelve más productiva.
Esta nueva cultura organizacional se impregna en los espacios y genera una organización más abierta, horizontal y conectada. Crear espacios de manera estratégica es una prioridad en las empresas, que crean un escenario para cada necesidad. Cantón asegura que la tendencia es pasar de espacios cerrados a abiertos, adecuados según las necesidades de los colaboradores, para así hacerlos más eficientes. Es también una forma de ahorrar: no tener espacios fijos, especialmente en las empresas donde muchos de los colaboradores no van cada día a la oficina debido a sus actividades, permite reducir los espacios.
Hoy el reto es crear una paleta de opciones de lugares donde la gente pueda trabajar en colaboración y equipo, tener espacios creativos y también otros privados para concentrarse
Los especialistas coinciden en que pensar los espacios para cumplir con las nuevas necesidades profesionales y personales de los colaboradores ha llevado a las organizaciones a sumarse al office home, un concepto donde los centros de trabajo se parecen cada vez más a una casa y buscan ofrecer el mismo confort. Desde comedores, cafeterías, salas de descanso, mobiliario más cómodo, hasta áreas verdes y espacios abiertos, hacen sentir a quienes habitan los espacios como en casa y cambia todo el concepto de ir a la oficina.
Sin embargo, la tecnología, que ha permitido esta evolución a favor del empleado, es un arma de doble filo que las empresas han sabido manejar para mejorar su comunicación interna y generar comunidad, apunta Zegarra. “Usando la tecnología puedes separar o unir a los usuarios: tanta tecnología en nuestro día a día puede desconectarnos como personas, pero si la utilizamos para generar interacción y cercanía con los colaboradores, funciona”, afirma.
Eliminar barreras físicas genera un ambiente diferente en los centros de trabajo. Belén Meza Croskey, gerente de cultura de la agencia de viajes Mundo Joven, destaca que los silos ya no funcionan en las empresas, pues las diferentes áreas necesitan trabajar hombro con hombro para alcanzar un objetivo en común. Lo mismo ocurre con las diferentes generaciones que coexisten al interior de una compañía. “Las nuevas estructuras son como diferentes células que se comunican entre sí formando sinergias, un ecosistema que requiere de todas las partes para funcionar”, apunta.