En México, su mala reputación se acentuó el año pasado cuando la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) llevó a cabo una campaña a nivel nacional para restringir su uso, provocando que empresas multinacionales, nacionales, restaurantes y otros comercios de consumo –como Starbucks o Cooperativa Pascual– publicaran su posición de dejar de utilizar popotes o, en todo caso, utilizar popotes biodegrables.
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Pero, ¿qué tan culpable es de la contaminación en los océanos y del medio ambiente en general?
Según datos de este año de la Organización de la Naciones Unidas (ONU) indican que cada minuto se compra un millón de botellas de plástico y, al año, se usan 500,000 millones de bolsas. Al final, 8 millones de toneladas acaban en los océanos cada año.
El problema con estos plásticos es que no se biodegradan, sino que se fragmentan lentamente en trozos más pequeños, hasta convertirse en microplásticos que pueden ser ingeridos por los peces y llegar así a nuestra cadena alimenticia. Se han encontrado en la sal de mesa comercial y los estudios muestran que 90% del agua embotellada y 83% del agua del grifo contienen partículas de plástico, añade la ONU.
En México, 60% del plástico que se consume proviene del consumo — el 47% de los plásticos son envases y embalajes, y un 21% del consumo en general—según datos de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac). Así que, si bien el popote se ha vuelto un símbolo de la campaña contra el plástico, el uso como bolsas, cuchillos, cucharas o envases PET contamina igual.