#VisionesdeFuturo ¿Qué tipo de energía consumiremos en 50 años?

¿Cómo será la luz del futuro? ¿Qué papel jugarán empresas como la CFE? Varios especialistas cuentan qué moverá el 2069.
¿Sustentable? 50% de la oferta energética en 2069 provendrá de las tecnologías solar y eólica, aunque el porcentaje podría ser mayor.

El caos podría haber sido total. Más de un millón de hogares en Veracruz registraron desabastos de luz entre las 5:34 y las 8:45 de la mañana del 2 de septiembre de 2069. Las tres antiguas centrales de ciclo combinado ubicadas en Reynosa tuvieron que entrar en operación urgente para impedir interrupciones en los servicios básicos y de salud.

La falla se dio justo en el pico de consumo eléctrico de la zona, por lo que varios empleados de oficinas y centros industriales fueron notificados por sus compañías de servicio eléctrico –15 registradas en la zona del golfo–para retrasar sus horas de entrada en intervalos de 15 minutos, evitando así generar más tensión en la red eléctrica que, en 2069, aún conecta a las dependencias federales y conglomerados industriales del gobierno.

Las compañías de servicios eléctricos cuentan con contratos de respaldo con las tres minicentrales nucleares que se construyeron tras el cierre de la antigua Laguna Verde, lo que permite a los habitantes del golfo acceder al respaldo de esta energía. Pero, esta vez, el abasto resultó más sencillo y barato gracias a la megacentral mareomotriz instalada en 2048, tras los acuerdos para renovar los aspectos tecnológicos de la Unión Norteamericana entre México, Estados Unidos, Canadá y los países de Centroamérica, el tratado más exitoso para liberar las fronteras económicas, energéticas y políticas desde la Unión Europea.

La vida en el planeta se habrá transformado dentro de 50 años. Una visión de este tipo, donde los ciudadanos tengan acceso a diferentes tipos de energías, la mayor parte dependiendo de electricidad limpia y renovable, y con una vasta competencia en el servicio, encaja en lo que el Consejo Mundial de Energía (CME) llama “jazz moderno”, el escenario más amable de tres en los que este grupo evalúa las posibilidades de la humanidad cuando se trata de la generación de energía.

Un grupo de expertos en el sector contaron a Expansión sus expectativas y visiones sobre cómo se verá el mundo dentro de medio siglo. Los especialistas comparten la idea de que las tecnologías de generación eléctrica a través de hidrógeno y la generación mareomotriz se convertirán en las nuevas no convencionales; mientras que las renovables, como la solar y eólica aportarán cerca de 50% de la oferta en 2069.

Esperan que el mundo suene a jazz, aunque lo más probable es que se mueva al escenario que el CME llama “sinfonía inacabada”, una visión donde, si bien existe conciencia y cooperación entre las naciones sobre las metas para reducir los efectos del calentamiento global, el cambio se da a un ritmo más lento que el esperado.

Lo que todos quieren evitar es el escenario del “rock pesado”, en el que las naciones se han movido hacia el aislamiento político y la poca cooperación, reforzando las ideas de la seguridad nacional que dificultan la unificación de normas y esfuerzos. Los especialistas apuestan por un mundo prometedor que haya librado los efectos devastadores del calentamiento global y los nacionalismos. Un escenario donde la humanidad le haya ganado la carrera a su autodestrucción.

¿Qué moverá al mundo en 50 años?

La demanda de energía se habrá duplicado para 2060 a nivel mundial, según las estimaciones del CEM en su reporte de expectativas de 2019. Aunque suene a un incremento extraordinario, en realidad es menor al visto durante el siglo pasado, debido a factores como una mayor eficiencia de la tecnología y al rumbo que tomarán economías como China, explica Rodolfo Rueda, socio de la consultora Thompson & Knight y miembro del CEM.

“Se espera que el crecimiento de la demanda energética en China se vea desacelerada a medida de que el país se desplaza desde una industria más contaminante, a enfocarse más en los servicios”, explica el analista.

Los motores de este crecimiento se enfocarán en una mayor urbanización en los países, en especial, los de África, y la instalación de más sensores en los objetos de uso cotidiano, considera Paolo Romanacci, director de Enel Greenpower México y Centroamérica.

La energía a base del petróleo y gas natural aún serán fundamentales para la humanidad, pero, en algunos casos, habrán convergido con otras tecnologías como el hidrógeno. Otras se habrán casi extinguido, como el carbón.

El CEM estima que las energías renovables aportarán entre 30 y 40% de la electricidad en el mundo para 2060, aunque el planeta aún dependerá en 70% del petróleo y el gas natural. “Mi impresión es que las renovables siempre han batido las previsiones, por lo que su crecimiento será más alto”, considera Romanacci, que opina que, en 50 años, las renovables podrían superar el 60% de la aportación mundial de electricidad.

Este salto se logrará gracias a dos tecnologías: las basadas en hidrógeno y en la fuerza del océano. “Hay mucha tecnología en desarrollo. La más importante es el hidrógeno, creo que la solución incluso ya la tienen, pero veo más intereses económicos detrás de su retraso”, dice Paolo Salerno, socio fundador de Salerno y Asociados.

Las características del hidrógeno como combustible se conocen desde hace décadas y se usa hoy con cierta amplitud en industrias como generador de electricidad, porque esta molécula es un residuo de varios procesos petroquímicos. Pero el reto es alcanzar un método para que, a través de la separación del hidrógeno de la molécula del agua, se pueda almacenar la energía extra que provenga, por ejemplo, de la generación eléctrica en plantas solares y eólicas.

“El hidrógeno puede ayudar a superar varios retos críticos para la energía, entre ellos, ayudar al almacenamiento de la generación variable de las energías solares y eólicas”, dice la Agencia Internacional de Energía en su reporte ‘El futuro del hidrógeno: midiendo las oportunidades de hoy’, publicado este año en la reunión del G20 en Japón.

Las centrales mareomotrices, que buscan aprovechar el enorme potencial de energía que se puede generar con los movimientos oceánicos, operan en países como Francia desde hace años, pero a una escala mínima, debido a los grandes costos y problemas ecológicos a los que se enfrenta la construcción de una planta de mayores proporciones. Pero, con su potencial y una vez superados estos desafíos, entrará con fuerza en la matriz eléctrica, pronostica Romanacci.

Interconectados

Pero no sólo los insumos habrán cambiado. La forma en que se conceptualiza la electricidad se habrá visto trastocada debido a los avances en las baterías para almacenar energía, además de que las redes de transmisión sufrirán el desuso debido a que los consumidores, desde hogares hasta complejos industriales, se habrán enfocado en generar su propia electricidad en sitio, dependiendo más de sus vecinos, y menos del suministro de las plantas de grandes escalas.

Además, las redes eléctricas evolucionarán, para conectarse cada vez más con la red de internet a través de los llamados smartgrids. “Estos smartgrids van a afectar en otros temas porque, con más información sobre tus perfiles de consumo, el tema de privacidad se vuelve sensible: ¿hasta qué punto la gente está dispuesta a hacer su smarthome y que alguien más conozca sus patrones de consumo?”, dice David Crisostomo, analista de la consultora IHS-Markit.

Estos smartgrids o redes inteligentes permiten que los encargados de las redes eléctricas conozcan con mayor detalle y, en menor tiempo, la forma en que la gente consume energía en sus hogares o centros de trabajo, lo que implica compartir información de los usuarios.

Fuera de los conflictos por el uso que se le pueda dar a estos datos, el concepto de smartgrid facilita que los diferentes actores involucrados en llevar electricidad puedan automatizar muchos procesos que van a permitir un menor desperdicio de electricidad y menores costos.

La evolución de todas estas tecnologías avecinan un cambio en las sociedades. Las grandes eléctricas, como la propia Comisión Federal de Electricidad (CFE), deberán transformarse por completo para sobrevivir dentro de 50 años. Los consumidores demandarán cada vez menos electricidad de este tipo de compañías y dependerán más de la generación que puedan hacer en sus hogares y comunidades.

Sea cual sea la tecnología que prevalezca, los especialistas prevén que todo deberá dirigirse a este binomio de consumir lo que generas y a tecnologías que ayuden a reducir las emisiones de carbono. Todos abogan por un futuro luminoso y sustentable.