México registró el primer caso de coronavirus el 28 de febrero, desde entonces el número de personas contagiadas supera los 522,000. Las autoridades enfrentaron desafíos para dotar de dispositivos médicos a hospitales y trabajadores de la salud ante el cierre de fronteras y la alta demanda a nivel mundial. Cuando la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán lanzaron una convocatoria para diseñar un ventilador con el sello hecho en México, 15 empresas e instituciones académicas sumaron fuerzas para enfrentar la pandemia.
El ventilador para pacientes de COVID-19 que unió a la industria mexicana
En solo 10 semanas, un conjunto de empresas entre las que se encuentran Femsa (a través de Torrey), Grupo Coppel, Metalsa, Nemak y Ternium, así como universidades como el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, cambiaron su ADN para diseñar un ventilador automático, el VSZ-20-2, de bajo costo y cuya cadena de suministro para su manufactura es nacional.
En junio, la Asociación Mexicana de Industrias Innovadoras de Dispositivos Médicos (AMID) liberó algunas de sus patentes para la manufactura de diferentes dispositivos médicos, con el objetivo de garantizar la producción y satisfacer el alza en la demanda de estos equipos ante la emergencia sanitaria.
Salvador Almaguer, director de operaciones en Femsa Torrey, que fabrica equipos para el procesamiento, pesaje y conservación de alimentos, relata que los grupos que comenzaron con el diseño de este ventilador basaron su diseño en prototipos libres que ya se comercializan en el mercado, con el fin de ahorrar tiempo. Después vino el desafío de la manufactura.
“El principal reto fue reinventarnos como empresa. Tuvimos que actuar de una forma ágil para poder alinear nuestros conocimientos y los de otras compañías para generar un producto que era completamente nuevo para todos”, explica en directivo. Algunas compañías de este equipo son del sector automotriz y otras cuentan con experiencia cercana a la manufactura de dispositivos médicos, pero no en la creación de un ventilador.
Cadena de suministro mexicana
La manufactura de cada ventilador requiere al menos 17 movimientos en diferentes plantas y países, por lo que el desafío para este grupo era crear nuevas cadenas de valor para mantener la creación de su respirador. “Todo el mundo estaba tratando de tener una solución de ventiladores. Nos enfrentamos al reto de la cadena de suministro para el proceso de escalamiento del prototipo, no había en el mercado y todos querían los mismos sensores o válvulas y teníamos que enfocarnos en insumos que fueran diferentes”, afirma Almaguer.
El ventilador VSZ-20-2 cuenta con un sistema a base de pistón que no requiere de tomas murales de aire para su funcionamiento y es capaz de operar con toma de oxígeno a presión regulada. Además, tiene un sistema de fuente de poder ininterrumpida que le otorga una autonomía de al menos 30 minutos carga completa, es compatible con cualquier circuito de ventilación estándar de dos vías y no es necesaria la esterilización interna del sistema.
De acuerdo con el directivo de Femsa Torrey, el uso del pistón permitirá que se pueda controlar el volumen de los pedidos para su manufactura, la cual se realiza en una planta de la empresa Metalsa, que tuvo que adecuar una línea de producción para alienarse con las normas establecidas por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Además, la programación fue desarrollada por ingenieros mexicanos, mientras que las pantallas son las que las empresas participantes del proyecto emplean para otros productos. Este ventilador tiene un costo aproximado de 10,000 dólares, cifra que representa una quinta parte del costo de otros respiradores de alta gama, cuyo precio ronda los 50,000 dólares, de acuerdo con el directivo.
“En el proceso de planeación se analizaron las capacidades y habilidades de cada una de las empresas. La que tenía más experiencia en ensamble era Metalsa. Escogimos un lugar en su planta (en Apodaca) y se hicieron adecuaciones necesarias y se colocó una línea de ensamble con una capacidad para producir 500 ventiladores por semana”, puntualiza. La empresa será la responsable de la administración del proceso de solicitud de ventiladores y recibirá las necesidades de clínicas y hospitales tanto públicos como privados.
Las empresas y las instituciones también elaboraron manuales de capacitación para el uso del ventilador, que ya ha despertado el interés de fundaciones, entre ellas la Fundación Carlos Slim, del empresario dueño de América Móvil. Esta organización será quien adquiera los primeros 20 ventiladores, que donará a cuatro hospitales públicos en San Luis Potosí, Yucatán, Coahuila y Guerrero.
“Como comunidad era hacer algo sin fines lucrativos, el objetivo es salvar vidas. Fueron muchas apariciones de estudiantes, muchas horas de trabajo de ingenieros. El objetivo es salvar vidas y no lucrar con esto”, apunta Almaguer.