En el país solo existen tres centrales eléctricas que funcionan con carbón, todas propiedad de la compañía eléctrica nacional.
En febrero pasado, la producción de estas tres plantas se redujo en 34.6%, en comparación con el mismo mes del año pasado, pese a que durante ese mes el gobierno federal ordenó aumentar el uso de las carboeléctricas para contrarrestar los apagones que se registraron en el país por las tormentas invernales registradas en Texas, que impidieron la importación de gas natural a México.
En comparación con febrero de 2019 –apenas unos meses después del inicio del actual sexenio–, la generación de electricidad en las carboeléctricas se ha reducido en 59%.
La caída en la electricidad producida con carbón se ha visto compensada con un aumento importante en la generación fotovoltaica, que utiliza la energía solar como combustible y que tiene costos mucho más bajos que la primera y que en su gran mayoría es producida por compañías privadas.
En los últimos doce meses, al comparar febrero de 2020 y 2021, la electricidad generada en centrales solares ha crecido de manera importante, en 45%, según los datos públicos del Cenace.
Las cifras sobre la generación eléctrica se contraponen con el discurso presidencial y los últimos cambios legales para modificar las reglas del mercado.
Desde el inicio del sexenio, la administración federal se inclinó a aumentar el uso de los combustibles fósiles, como parte de la estrategia para apoyar a las dos empresas estatales, CFE y Pemex. Y en los últimos meses ha reforzado esa apuesta con cambios legales, que hasta ahora no han sido echados a andar.
Incluso, al inicio de la administración se reveló la posible construcción de una nueva central carboeléctrica y hace unos meses, en julio del año pasado, la CFE reveló un acuerdo con el Cenace para aumentar el uso de las tres plantas de carbón de la compañía nacional, con el argumento de aumentar la confiabilidad en el sistema eléctrico durante la emergencia sanitaria por coronavirus.
Pero hasta ahora el acuerdo no se ve reflejado en las cifras.
Las tres centrales propiedad de CFE –dos de ellas ubicadas Coahuila y una en Guerrero– han quedado prácticamente en desuso debido a sus altos costos y a su baja eficiencia.
La baja en la generación de carbón va acorde con la tendencia a nivel mundial. El consumo del combustible en esta rama se redujo en 4% durante el año pasado, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la disminución más significativa desde la Segunda Guerra Mundial. Aunque hacia finales de año la demanda del combustible vio un ligero aumento como parte de la recuperación económica, sobre todo en la región asiática.
La reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, actualmente detenida por juzgados en competencia, podría cambiar la dinámica en el uso de las centrales, pues ésta plantea un cambio en el orden en que se usa la electricidad.
De entrar en vigor, las centrales que se utilizarán de manera prioritaria serán las hidroeléctricas y el resto de las centrales propiedad de CFE, incluido las de carbón.