"Logramos encontrar una solución para los empleados de las plantas de Volkswagen que salvaguarda los puestos de trabajo, preserva la producción en las plantas y, al mismo tiempo, permite importantes inversiones futuras", declaró Thorsten Gröger, negociador del sindicato del automóvil.
El negociador subrayó que las medidas para reducir costes respetan "las líneas rojas" del sindicato.
"No habrá cierres de plantas y los despidos están descartados", dijo. El escenario de despidos no había sido desechado por el primer fabricante europeo.
Según los sindicatos, la dirección quería inicialmente suprimir una cantidad de puestos de trabajo mayor, alrededor de 55,000.
A cambio, los empleados aceptaron renunciar a una serie de primas y reducir la capacidad de producción en varias de las diez plantas alemanas del grupo.
"Teníamos tres prioridades durante las negociaciones: reducir el exceso de capacidad en las plantas alemanas, recortar los costos laborales y rebajar los costos de desarrollo a un nivel competitivo", explicó Thomas Schäfer, responsable de la marca insignia del grupo VW, la que más dificultades conoce. "Logramos soluciones viables en estas tres cuestiones", afirmó.
El grupo alemán provocó la sorpresa en septiembre al anunciar que preparaba un drástico plan de ahorro para recuperar su competitividad.
El consejero delegado de Volkswagen, Oliver Blume, sostiene que los costos de la empresa son demasiado elevados y los márgenes de beneficio de la histórica marca VW, que representa algo más de la mitad de las ventas, demasiado bajos.
Volkswagen también sufre la ralentización mundial de las ventas de coches, la competencia de China y unos modelos con baterías poco atractivos, que frenan una transición hacia los vehículos eléctricos.