Las señales estaban ahí. En 2020, un artículo de Chartmetric, una plataforma de datos del ámbito musical, comenzó a comparar los niveles de consumo de la música regional mexicana con los de las principales estrellas del pop. Marco Cataño, especialista en música con más de 25 años de experiencia en firmas como Sony, Warner Music y Believe, vio en este análisis algunos gráficos que mostraban cómo la cantidad de reproducciones del canal de YouTube de Los Tigres del Norte era comparable al de Bruno Mars.
“Eso me hizo pensar: oye, esta música ya se consume de una forma hiper masiva en Estados Unidos”, comenta. Un fenómeno nada menor, dado que el mercado estadounidense es el que más ingresos genera para la industria musical.
Ese mismo año, algunos hitos reafirmaron esta popularidad emergente. La actuación de Shakira y Jennifer Lopez en el Super Bowl 2020 fue un momento emblemático, marcando la primera vez que dos mujeres latinas lideraban el escenario en este espectáculo. Poco después, Bad Bunny hizo historia al convertirse en el primer artista en español en encabezar la lista de álbumes Billboard 200.
Géneros como el regional mexicano, el urbano colombiano, el trap puertorriqueño —que ha tenido un resurgimiento en Argentina— y el funk brasileño han escalado en las listas de streaming y en redes sociales, consolidándose como un fenómeno global. En 2023, una de cada cinco canciones en el Top 100 global de Spotify fue latina, un avance en comparación con una década atrás, cuando no había ni una sola canción latina en ese listado. Entre 2014 y 2023, la audiencia global de música latina en Spotify aumentó un 986%, según datos de la plataforma.