Durante la feria, los visitantes podrán manejar varios modelos en la pista de la base aérea y asistir a pruebas de rendimiento, aceleración y tracción. La empresa incluso planea realizar un ejercicio de arrastre, donde una de sus camionetas podría mover un avión, como forma de evidenciar su potencia mecánica.
“Queremos hacer pruebas de arrastre. Ver, por ejemplo, qué avión podemos arrastrar con nuestras camionetas, o demostrar la aceleración de nuestras tecnologías eléctricas”, añade Azcué.
La automotriz no busca proveer unidades al Ejército, pero sí consolidar una relación comercial civil con sus miembros. Para ello, ofrecerá condiciones especiales a militares y familiares. “La alianza con Famex es también para ofrecer a todos los trabajadores de las Fuerzas Armadas, y a sus familiares directos, vehículos a un precio preferencial”, comenta el directivo.
Este movimiento ocurre en un momento decisivo para Chirey, que, tras tres años de operaciones en México, enfrenta desafíos considerables: fortalecer su red de posventa, elevar la confianza del consumidor y reducir la brecha en percepción de marca. “Lo primero que hay que resolver es el cliente”, admite Azcué.
Ese diagnóstico ha llevado a la empresa a rediseñar su propuesta de valor, poner énfasis en el servicio postventa y construir una experiencia de usuario que respalde la promesa de calidad y tecnología. Para una marca joven en México, estos pasos son esenciales si quiere competir con actores consolidados.
La estrategia actual está centrada en los superhíbridos —vehículos con tecnología plug-in hybrid— que ofrecen autonomía extendida y menor consumo de combustible. Chirey ya los comercializa bajo tres marcas: Chirey, Jaecoo y Omoda. “Hoy, la apuesta es plug-in hybrid”, dice Azcué.
El grupo también evalúa sumar híbridos convencionales y, más adelante, eléctricos puros. Pero no tiene prisa. A pesar de que el gobierno eliminó el incentivo arancelario que exentaba del 20% de impuesto a los eléctricos importados, la compañía no ha alterado su hoja de ruta.
“Ese beneficio tiene un impacto en el costo, pero no detiene nuestros planes. Hemos hecho una estrategia comercial por la cual hemos decidido aún no traer eléctricos. ¿Van a llegar? Sí. Es un tema de tiempo”, puntualiza Azcué, aludiendo a una lógica de maduración del mercado.
Mientras el portafolio de productos se ajusta, Chirey también transformó su estructura operativa. En lugar de oficinas separadas para cada marca, adoptó el modelo coliving: una sola organización alberga las tres marcas, con identidad propia pero bajo el mismo techo corporativo.
En este esquema, cada sello apunta a un perfil distinto. “Jaecoo es el street off-road, más cuadrado y robusto. Omoda es moda, es sexy, es trendy. Y Chirey es para cada momento de tu vida”, explica el vicepresidente. Con esa diferenciación, la firma busca ampliar su espectro de consumidores.
La experiencia reciente en México ha servido como aprendizaje para adaptar las operaciones al consumidor local. La postventa ha sido una de las áreas más críticas, y ahora es una prioridad. La compañía trabaja en mejorar talleres, disponibilidad de refacciones y atención al cliente.
La alianza con Famex representa, entonces, algo más que una activación comercial: es un símbolo de la nueva etapa que Chirey quiere marcar en el país. Para una firma que aún es vista con escepticismo por parte de algunos consumidores, lograr ese cambio de percepción será tan desafiante como arrastrar un avión con una camioneta. Pero si el mensaje conecta, la maniobra puede marcar el inicio de una expansión más sólida en el mercado mexicano.