El primer caso fue detectado en un becerro en Catazajá, Chiapas. Desde entonces, las autoridades sanitarias de México y Estados Unidos han trabajado de forma coordinada para contener el brote. Como parte de las acciones, el gobierno estadounidense anunció una inversión de 21 millones de dólares para renovar una planta productora de moscas estériles en Chiapas, utilizadas para combatir la propagación del gusano barrenador.
Estados Unidos levanta el veto a las exportaciones mexicanas
Además, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) informó este lunes que las exportaciones de ganado vivo se reanudarán de manera gradual a partir del 7 de julio. El plan, condicionado a los resultados en materia de control sanitario, iniciará en el cruce fronterizo de Douglas, Arizona, y continuará por fases: Columbus el 14 de julio, Santa Teresa el 21 de julio, Del Río el 18 de agosto y Laredo el 15 de septiembre.
La decisión se basa en los avances logrados con las autoridades mexicanas —bajo la supervisión del USDA y del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica)— en cuanto a fumigación con moscas estériles, vigilancia reforzada y protocolos de inspección, con el objetivo de evitar una reinfestación en territorio estadounidense.
Hernández subrayó que las autoridades sanitarias de ambos países trabajaron conjuntamente en el desarrollo de protocolos para retomar las exportaciones. Cada año, México exporta aproximadamente un millón 250,000 cabezas de ganado a Estados Unidos, lo que representa el 90% de sus exportaciones ganaderas. La suspensión afectó cerca del 20% de ese volumen anual.
“Todos los días se trabaja con las autoridades sanitarias de ambos países para buscar los esquemas que permitan normalizar las exportaciones lo más pronto posible”, señaló.
La carne, más cara y con menos demanda
Los efectos del brote no solo han golpeado a los productores: también han alcanzado a carniceros y consumidores. En los mercados locales, los precios de la carne de res han subido, y la incertidumbre sobre su consumo comienza a hacerse visible.
“Ya es más caro comprar el animal, además de que hay menos. Eso nos obliga a subir el precio al cliente”, comenta María José, quien opera una carnicería en el mercado de la colonia Peralvillo. Según cuenta, el incremento ronda 20%, aunque varía según el tipo de corte.
Pamela Morales, dueña de otra carnicería en Nezahualcóyotl, Estado de México, señala que el precio del kilo de bistec ronda los 200 pesos, aunque colegas suyos en estados como Querétaro reportan precios de entre 270 y 290 pesos. “El consumo ha bajado, pero es porque se elevó mucho el precio”, afirma.
Aunque la preocupación por la plaga es latente en la industria, Morales asegura que sus clientes no han expresado temor sobre la seguridad de la carne. “La carne que vendo está certificada y mis clientes lo saben. Eso les da confianza”, apunta.
De acuerdo con datos de Comecarne, hasta mayo de este año se registró una ligera caída de 0.6% en el consumo de carne de res. La cámara atribuye esta baja, así como el aumento de precios, a los tratamientos antiparasitarios aplicados al ganado y al incremento en los costos de vigilancia sanitaria, necesarios para asegurar las condiciones de los animales en movimiento.