La firma, que diseña, fabrica, instala y mantiene aerogeneradores, fue uno de los actores más activos en el llamado ‘boom eólico’ que siguió a la reforma energética de 2013. Pero durante el sexenio anterior, la falta de nuevos permisos, las restricciones para interconectar centrales ya construidas y una política energética centrada en la soberanía frenaron esa expansión.
Pese a ese impasse, Vestas mantuvo su presencia operativa en el país. Conservó su infraestructura técnica, su plantilla de especialistas y sus instalaciones en estados clave. Esa apuesta sostenida podría rendir frutos si el nuevo gobierno concreta un viraje regulatorio que permita relanzar las inversiones en renovables.
“Lo más importante de todo es tener las reglas muy claras”, subrayó Ricotta. “Creo que es positivo (este cambio) por todo lo que vivimos en años anteriores, esto es muy positivo, pero tener las reglas actuales muy claras y también una planeación de qué vamos a hacer es indispensable porque México necesita una transición fuerte, rápida, y Vestas puede ayudar mucho”, aseguró.
La transición energética se ha convertido en un tema urgente no solo por compromisos internacionales, como el Acuerdo de París, sino por la presión de empresas que buscan descarbonizar sus operaciones. Además, algunos gobiernos estatales están explorando alianzas para impulsar proyectos locales de generación limpia.
La energía eólica ofrece ventajas clave: es una tecnología madura, con costos competitivos y tiempos de construcción más cortos que otras fuentes. Sin embargo, para que sea una palanca efectiva de desarrollo, requiere certidumbre jurídica, una planeación clara de expansión de la red eléctrica y espacios de participación para el sector privado.
“Los proyectos renovables son muy rápidos, los eólicos y solares se pueden trabajar en conjunto y generan una armonización para no tener un desbalance en el sistema”, indicó el directivo, al tiempo que reiteró la necesidad de reglas claras que permitan al sector privado actuar con confianza.
Presencia en México
Actualmente, Vestas participa en la construcción de la tercera fase del proyecto Energía Sierra Juárez, de Sempra Infraestructura, ubicado en Tecate, Baja California. Con esta ampliación, se sumarán 319 megawatts de capacidad, que se agregarán a los 264 megawatts ya en operación desde 2018 y 2020.
Este parque eólico tiene un contrato de suministro de 20 años con Silicon Valley Power, en California, lo que refleja también el rol que puede jugar México como exportador de energía limpia hacia Estados Unidos.
Además del desarrollo de nuevos parques, Vestas ha intensificado sus operaciones de mantenimiento y optimización de centrales existentes, incluso en parques donde los aerogeneradores no son de su marca. Esto, dijo la empresa, forma parte de su compromiso con la eficiencia del sistema eléctrico y la continuidad operativa.
La firma no descarta retomar la fabricación de torres en México si el mercado se reactiva. “La reactivación del mercado, esperamos que pueda darse pronto, todo depende de la planeación de la industria, incluso podríamos volver a hacer torres”, dijo Ricotta. “Esta es una industria muy compleja, con muchas oscilaciones”.
Vestas tiene 30 años de presencia en el país. Su primer proyecto fue el parque piloto La Venta, en colaboración con la CFE, que contaba con apenas siete turbinas. Hoy, la compañía suma 2,700 megawatts de capacidad instalada en estados como Tamaulipas, Oaxaca y Baja California.
Cuenta además con una fábrica de palas en Tamaulipas y un centro logístico en Monterrey, lo que le da capacidad operativa para responder con rapidez a una eventual reactivación del mercado.
Para Vestas, el desafío actual no es solo tecnológico o financiero, sino de alineación institucional. México, afirma la empresa, está en un punto de inflexión, puede dar el salto hacia una matriz energética más limpia, siempre y cuando se defina una hoja de ruta clara, con reglas transparentes y estabilidad normativa.
A medida que el país redefine su política energética bajo una nueva administración, los actores privados como Vestas permanecen atentos. El potencial eólico mexicano sigue siendo uno de los más altos de América Latina, pero su aprovechamiento dependerá de decisiones políticas concretas.
“Es correcto que México busque proteger su sector energético, pero no debe dejar de lado la apertura para que llegue la innovación al país”, dijo Ricotta. Esa apertura, dice, es clave para detonar una nueva etapa de inversiones, generación de empleo y reducción de emisiones.