La pausa regulatoria
El mercado eólico mexicano fue uno de los más afectados durante el sexenio anterior. El discurso del expresidente Andrés Manuel López Obrador afirmaba que las energías renovables afectaban la confiabilidad del sistema eléctrico, lo que llevó a detener proyectos ya construidos y a frenar nuevas inversiones.
Hasta siete centrales eólicas —listas para realizar pruebas operativas y comenzar a producir energía— quedaron detenidas bajo el argumento de que su integración comprometía la estabilidad de la red. Las inversiones relacionadas con esos proyectos podrían rondar entre los 700 y 800 millones de dólares.
Lo anterior ocurrió cuando autoridades como el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) y la extinta Comisión Reguladora de Energía (CRE) negaron interconexiones a la red o la modificación de fechas de entrada en operación comercial a los permisos ya otorgados.
Además de las plantas detenidas, otros 19 proyectos se encontraban en distintas etapas de desarrollo y podrían retomarse rápidamente si se generan condiciones adecuadas. Según la Asociación Mexicana de Energía Eólica (Amdee), el país aún tiene potencial para recuperar ese ritmo de expansión.
Una oportunidad millonaria
La agrupación estima que la generación con viento podría detonar nuevas inversiones por hasta 30,000 millones de dólares hacia 2030, siempre que existan certidumbre jurídica y reglas claras. Ese monto no solo se dirigiría al desarrollo de parques eólicos, sino también al reforzamiento de la infraestructura de transmisión eléctrica.
“La incorporación de almacenamiento y nuevas tecnologías debe verse en un contexto de modernización, actualización y redimensionamiento del sistema eléctrico mexicano, que sea eficiente tanto en el presente como en el futuro”, apuntó Fiestas.
El nuevo gobierno federal ha introducido un matiz distinto. Aunque proviene de la misma corriente política, ha manifestado una mayor apertura hacia la participación privada y hacia la integración de soluciones híbridas —como la combinación de eólica, solar y baterías— que permitan equilibrar el sistema.
Esa visión busca corregir las limitaciones que impuso la dependencia del gas natural y la falta de capacidad de transmisión. También pretende ordenar la entrada de nuevos proyectos mediante esquemas público-privados y mecanismos que definan con mayor precisión el rol de cada actor en el mercado.
Certidumbre, el reto
Para la industria eólica el desafío aún es la confianza. “Ahorita el sector, los inversores y los financieros están viendo con dudas cómo se van a poder desarrollar esos proyectos, y si no será un camino de conflicto entre las partes, porque no se tiene lo suficientemente claro el panorama; ahí es donde puede ser complicado que se produzcan las inversiones”, señaló Fiestas.
La incertidumbre regulatoria y los retrasos en la definición de nuevas reglas han mantenido en pausa decisiones de inversión que podrían dinamizar la generación limpia. Los desarrolladores esperan señales más firmes del Estado antes de comprometer capitales de largo plazo.
“Quien realmente puede dar la señal correcta es el gobierno, y la puede dar escuchando a los operadores, quienes pueden orientarlo sobre las necesidades y cómo ven el desarrollo de estos proyectos”, puntualizó el presidente del GWEC.
A pesar de los años difíciles, la base industrial y técnica del sector se mantiene. México cuenta con parques en operación en regiones con alto potencial eólico, como Oaxaca, Tamaulipas y Nuevo León, además de una red de proveedores y técnicos capacitados que podrían acelerar la expansión si se restablece la confianza.
“Lo que se puede hacer desde el punto de vista de mejoras del sistema eléctrico hay que verlo en su conjunto, así como la voluntad del gobierno de enfrentarse a una realidad que requiere de enormes inversiones para actualizar un sistema eléctrico que está obsoleto en transmisión y en generación”, aseguró Fiestas.
La modernización del sistema eléctrico es clave para permitir la incorporación masiva de energía limpia. Sin redes robustas, la energía producida por el viento y el sol no puede llegar a los centros de consumo, lo que limita su competitividad.
Con todo, el sector eólico parece dispuesto a retomar el impulso perdido. Los nuevos esquemas de colaboración, junto con el interés de fondos internacionales, podrían devolver al país a la ruta de crecimiento sostenible que tuvo antes de la pausa regulatoria.