La magnitud del desafío obliga a una mezcla de recursos públicos y privados. Los proyectos requerirán infraestructura nueva, mantenimiento y rehabilitación de activos ya existentes. "En esa inversión mixta la Sener primero tiene que ver el proyecto, porque la propuesta que se está madurando es que el estado mexicano proporcione el lugar, ya sea un yacimiento agotado o una infraestructura que Pemex maneje muy bien, y la inversión privada", adelantó Gracía.
Zonas estratégicas
Por parte del gobierno federal, solo el desarrollo de ductos, rehabilitaciones y obras complementarias podría requerir alrededor de 32,000 millones de pesos en el actual sexenio. El reposicionamiento del sistema de gas exige ampliar y diversificar la red, especialmente en un país con una matriz energética cada vez más gas-dependiente.
El Sistrangas —la red pública de ductos operada por Cenagas— tendría una expansión focalizada en zonas donde la demanda proyectada es más dinámica o donde hoy existe infraestructura limitada. Tamaulipas encabeza la lista por su papel como nodo de entrada de gas importado y por el crecimiento industrial esperado en la región.
Pero no es el único. Las ampliaciones también se concentran en Puebla, Chiapas, Veracruz y Oaxaca, áreas vinculadas al desarrollo del corredor Transístmico. En el norte, los proyectos consideran los ductos Baja California–Sonora y otra conexión adicional en Sonora para acompañar planes de generación de la Comisión Federal de Electricidad.
El almacenamiento estratégico también se reorganiza bajo un nuevo criterio regional. Cenagas dividió las necesidades en tres zonas —norte, centro y sur— con el propósito de acercar la molécula a más regiones en caso de contingencia. La prioridad es evitar que un evento en Estados Unidos comprometa simultáneamente todas las cadenas productivas de México.
¿Un camino hacia menor dependencia?
Otro factor que puede favorecer la estrategia es la reciente recuperación en la producción de gas natural de Pemex. Según García, la aportación de la petrolera al Sistrangas ha crecido de manera constante. “El crecimiento de la producción de gas natural de Pemex ha aumentado. Les estoy dando seguimiento diario y de un 34% subió a un 40% por el Sistrangas. O sea, Pemex nos aporta a nuestros gasoductos el 40%, por lo tanto la importación disminuye un poco”, detalló.
Ese incremento, aunque insuficiente para revertir la dependencia externa, empieza a modificar el balance entre gas importado y gas nacional. Aun así, buena parte del gas asociado a la producción petrolera sigue desaprovechado por falta de infraestructura para capturarlo y transportarlo.
Para corregir ese cuello de botella, el Cenagas contempla un proyecto estratégico en el centro de Veracruz que permitirá captar gas de Pemex que hoy no puede integrarse a la red. La iniciativa busca convertir en suministro utilizable un volumen que actualmente se pierde o se quema en campo. “Hoy puede ser que la producción crezca pero la inyección no por falta de esa infraestructura”, aseguró García.
La ampliación de ductos, combinada con un sistema nacional de almacenamiento, permitiría a México reducir sustancialmente su exposición a choques externos. En un contexto de creciente electrificación y presión por costos más competitivos, asegurar el suministro de gas se vuelve un pilar para cualquier política industrial.
La maduración del plan será clave para determinar el modelo final de almacenamiento. Las opciones técnicas —yacimientos agotados o cuevas salinas— implican inversiones de largo plazo y la colaboración estrecha entre el Estado y empresas con experiencia internacional en este tipo de proyectos.
Mientras la Secretaría de Energía concluye la revisión del Plan Quinquenal, el sector energético observa con atención el rumbo de la política federal. El siguiente paso será la publicación del Prosener, que fijará los criterios de planeación a los que deberá alinearse el Sistrangas.