Las salidas de CEO en multinacionales de consumo apunta a un reacomodo de estrategias en 2026
La rotación de CEO en Walmart, Alsea, Bimbo, FEMSA y El Palacio de Hierro combinó decisiones personales, cierres de ciclo y ajustes estratégicos que preparan estructuras más disciplinadas para 2026.
Una nueva generación de CEOs llega a grandes empresas de consumo en México, en medio de un desafiante mercado con un consumo más lento de lo esperado. (Foto: Andrii Yalanskyi/Getty Images/iStockphoto)
La escena corporativa mexicana cerró 2025 con un movimiento silencioso pero profundo: la rotación de CEO's en empresas que, por su tamaño, definen buena parte del consumo masivo del país. En Walmart de México y Centroamérica, Alsea, Grupo Bimbo, FEMSA y El Palacio de Hierro, los relevos no surgieron como respuestas a crisis internas, sino como ajustes estratégicos en medio de un entorno donde el consumidor compró menos y los lineamientos regulatorios sobre alimentos procesados y bebidas con azúcares fueron más estrictos. La fotografía del año es menos un sobresalto y más un reacomodo.
El consumo lento marcó el paso. Con ventas contenidas y una economía que avanzó con menor tracción de lo esperado, los Consejos de Administración aceleraron procesos sucesorios diseñados para garantizar continuidad y, al mismo tiempo, afinar la conducción hacia 2026. Para Francisco Delgado, analista bursátil independiente, la sincronía de tantos cambios no es casualidad. “Los cambios son de llamar la atención y sí suceden en momentos más inciertos para el consumo”, señala. En su visión, la inquietud que deja el cierre de 2025 contrasta con un 2026 que podría ofrecer un respiro, aunque sin romper el techo de crecimiento.
Ese contraste, dice, debe leerse con cautela. “A pesar de que la economía va a acelerar en 2026, de acuerdo con las encuestas, el crecimiento seguirá siendo bajo y las empresas no se ven entusiasmadas. Incluso algunas advirtieron un consumidor cauteloso para el cierre de 2025”, apunta. En ese contexto, los nuevos liderazgos entran con una tarea delicada: estabilizar rentabilidad en un mercado que no ofrece demasiados espacios para expandirse.
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Un año de sucesiones sincronizadas
El año se inauguró con un relevo que pocos anticipaban: la salida de Ignacio Caride en Walmart de México y Centroamérica. La compañía había estado bajo presión por mayores costos operativos, inversiones en digitalización y una base de consumidores cada vez más sensibles al precio. La llegada de Cristian Barrientos reacomodó el tablero. El ejecutivo, conocido por haber elevado la rentabilidad de la filial chilena, llega con un mandato claro: mejorar márgenes sin sacrificar tracción comercial.
En otras compañías, los movimientos respondieron a ciclos completos de gestión. El caso de Alsea, operadora de Starbucks, Domino’s Pizza y Burger King, reveló esa lógica. Armando Torrado, figura clave en momentos críticos del conglomerado, entregó la dirección general a Christian Gurría Dubernard. El cambio coincidió con un entorno de menor consumo en alimentos preparados, pero también con una agenda de ajustes operativos y expansión controlada. Como sintetiza Delgado: “En Alsea, varias veces Torrado llegó a rescatar el barco y luego dejó la dirección general, y no es que no lo consideren capaz; de hecho, ha sido el más capaz en varias ocasiones”.
El relevo en Grupo Bimbo llevó la conversación a otra dimensión. La renuncia de Rafael Pamias abrió un proceso que culminó con el nombramiento de Alejandro Rodríguez Bas, un perfil con experiencia en PepsiCo, LALA y Barcel. Su llegada ocurre mientras la empresa busca reforzar innovación, automatización e integración logística, tres palancas que marcarán la ruta de crecimiento en un año donde la presión regulatoria sobre productos con azúcares será mayor.
La transición en FEMSA se desarrolló sin sobresaltos, pero ilustra la consolidación de un modelo sucesorio más institucional. José Antonio Fernández Carbajal cedió la estafeta a José Antonio Fernández Garza-Lagüera, un movimiento previsto desde 2024 y que marca un nuevo capítulo para la empresa. El reto inmediato no será menor: enfrentar la caída en ventas de refrescos y bebidas alcohólicas en Oxxo, sumar eficiencia y navegar el impacto del IEPS que elevará el costo de bebidas con azúcares y endulcorantes.
En El Palacio de Hierro, la jubilación de Carlos Escribano abrió paso a un giro estratégico orientado a reforzar omnicanalidad y personalización. La llegada de Éléonore de Boysson busca colocar a la empresa en una fase distinta, menos centrada en expansión física y más en la integración entre experiencia digital y tienda, un ajuste necesario en un año donde el consumo premium también mostró señales de moderación.
Estrategias más defensivas, inversión más cauta
La fotografía del mercado, según el analista bursátil Carlos Hermosillo, obliga a las empresas a operar con defensas arriba. “Esperaría ver estrategias defensivas, buscando defender volúmenes pero antes de ello sostener precios en términos reales; nuevos productos y presentaciones, y promociones cruzadas serán temas típicos en meses próximos”, señala. E insiste en un punto: la inversión seguirá condicionada por la visibilidad regulatoria. “Serán sólo las inversiones estrictamente necesarias”, advierte.
En las compañías de bebidas, esa prudencia convive con presiones externas que ya marcaron la agenda de 2026. Con la promoción de Luis Felipe Avellar en Coca-Cola FEMSA y la conducción de Luis Balat en Coca-Cola México, la reformulación para reducir calorías y azúcares se convertirá en una prioridad operativa. Ambos directivos liderearán un ajuste mayor en el portafolio justo en un año en el que la marca será uno de los principales patrocinadores del Mundial.
Ese evento global, aunque de impacto temporal, suma expectativas en la industria del gran consumo. Para Delgado, su efecto será acotado, pero estratégico. “El Mundial es un impacto pasajero, pero al fin impacto”, afirma. La visibilidad internacional, el aumento en movilidad y el repunte en consumo inmediato serán estímulos que, aunque no transformen la tendencia de fondo, aliviarán el arranque del año.
El liderazgo que demandará 2026
Lo que sí transformará el terreno de juego es el peso cada vez mayor de los Consejos de Administración en la definición de perfiles directivos. La búsqueda de liderazgos capaces de ejecutar con precisión —más que de apostar por ciclos expansivos— se volvió evidente. En un escenario donde el margen para errores es mínimo, las empresas buscan ejecutivos que comprendan la regulación, el ritmo del consumidor y las expectativas de los inversionistas.
El reacomodo de 2025 también dejó entrever un relevo generacional gradual. Perfiles más jóvenes, con visión digital y familiarizados con culturas corporativas más horizontales, asumen responsabilidades mayores en un momento en el que la disciplina operativa se vuelve la brújula principal. Las compañías parecen entrar a una etapa en la que el liderazgo no se mide por tamaño de expansión, sino por la capacidad de sostener márgenes.
La narrativa del año no es de crisis, sino de adaptación. Las empresas que dominan el consumo masivo se enfrentaron a un entorno menos favorable: un consumidor cauteloso, un marco regulatorio más estricto y una economía que avanzó sin fuerza. Pero la simultaneidad de los cambios directivos apunta a una intención clara: llegar a 2026 con estructuras más ágiles y liderazgos más preparados.
Los especialistas insisten en que el próximo año puede sorprender. Si la implementación de la reforma judicial avanza sin sobresaltos y la renegociación del T-MEC ofrece señales de certidumbre, el capital podría reactivarse. “Las perspectivas para las empresas y sus líderes pueden cambiar mucho el año que viene”, reflexiona Delgado. “Podría terminar siendo un año mejor de lo esperado, estilo 2024, cuando los estimados subían y subían cada mes”.