La música llevó a Jason Mraz a una misión humanitaria en Ghana

Sólo tiene sentido que haya sido la música lo que haya llevado a Jason Mraz a Ghana para una misión humanitaria.
El cantante de éxitos como I'm Yours y The Remedy quedó tan conmovido por la canción Freedom Song del músico Luc Reynauld, que se unió a la organización sin ánimo de lucro Free the Slaves (Liberen a los esclavos) para ayudar a acabar con la esclavitud infantil en el país del occidente de África.
En Ghana, es común que los padres envíen a sus hijos como aprendices a un familiar y que adquieran alguna destreza técnica. Pero hay veces en que los niños terminan en trabajos de esclavos.
Otros padres venden conscientemente sus hijos a pescadores para que arreglen redes 17 horas al día.
Mraz pasó cinco días en Ghana este mes, conociendo a los niños que fueron liberados de la esclavitud y haciendo parte de una misión de rescate.
Para ayudarle a navegar por las complejidades de un rescate estaba su guía, James Kofi Annan, que fue un esclavo cuando era niño. Ahora, como un adulto libre, Annan trabaja en el lago Volta en el rescate de niños esclavizados.
“Todo lo que quería cuando era niño era que un bote lo rescatara. Así que ahora, eso es lo que hace y en los últimos años ha tenido ese bote, y ha liberado a más de 80 niños”, dijo Mraz.
Con la ayuda de Annan, Mraz también lanzó una voz de advertencia sobre la esclavitud infantil en Ghana. Él cree que su viaje fue todo un éxito.
Mraz contó las dichas y los peligros de esa experiencia a CNN. La siguiente es una versión editada de la entrevista.
CNN: Viajaste a Ghana a rescatar a niños de la esclavitud. ¿Cómo fue la misión de rescate?
Mraz: Un misión de rescate no implica ir y tomar al niño e irse. No puedes escoger a un niño cualquiera al azar. Cada niño tiene un caso que se basa en su familia original. Así que fuimos a un pueblo, encontramos al niño e interactuamos con él.
El siguiente paso fue hacerle saber a esa comunidad que nos íbamos a llevar a ese niño, y en cuestión de minutos, llegaron y encerraron al niño en una cabaña. El jefe y dueño del niño había misteriosamente desaparecido, y el protocolo es que uno se comunica con el jefe y con el traficante y les haces saber qué estás haciendo.
Me dijeron que eso era muy normal. Los niños trabajan muy duro, sin paga, y la gente no quiere que eso termine.
CNN: ¿Tuvieron que irse y dejar al niño quedarse en el campamento?
Mraz: Sí, y las personas de rescate que estaban en el lago decían todos los días: “Sabes, vamos a volver en un par de días. Eso es lo que haremos”. Dicen que con algunos niños toma semanas; con otros toma meses.
Hay veces que tienen que vivir en la aldea de pescadores por una semana con el jefe antes de poder convencerlo de permitir que el niño se vaya. Uno está en desventaja numérica; eres uno en un bote de rescate con unas cuantas personas más y, en realidad, el lago está controlado por un gran número de pescadores que saben todo sobre el área.
Pueden hundir tu bote; pueden agarrarte y esconderte. Así que lo que los equipos de rescate tratan de hacer es construir relaciones y hacer el rescate por medio del arte de la conversación, y están siendo exitosos.
CNN: Mucha de la inspiración en tu música viene de otras culturas. ¿Obtuviste inspiración de este viaje? ¿Va a haber influencia en tu próximo álbum de tu viaje a Ghana?
Mraz: ¡Definitivamente! Yo trato no de escribir canciones, sino que prefiero sacarlas de un sentimiento. Y me di cuenta que al volver a mi habitación durante el viaje, me salían muchas canciones nuevas y nuevas historias sobre lo que yo estaba viendo, sobre lo que estaba sintiendo.
Mi objetivo es escribir canciones en una forma en la que no tienes que ir a Ghana para relacionarte con eso, sólo tienes que tener un corazón. Todo en mi vida se filtra a través de la música, así que puedes estar seguro que algo de esto va a aparecer.
CNN: ¿Hubo un momento que haya quedado en tu corazón de este viaje y que se destaque?
Mraz: Fueron los niños. Pasé dos días en el refugio con los niños que fueron rescatados, y también estuve en el centro de rehabilitación en donde les dan tres comidas al día, una oportunidad para que jueguen como niños, la reintroducción a la escuela o incluso les dan clase por primera vez en sus vidas.
Y también destaco la forma en que fui inmediatamente aceptado. Confiaron en mí, en un adulto extraño. Inmediatamente estaban colgándose de mí, jugando conmigo, pateando la bola, cantando canciones.
Había un chico, Maxwell, quien, cada vez que yo me sentaba, él se sentaba a mi lado. Fue ahí, al sentarme con los niños, cuando pensé: “Oh-oh, cuando me vaya, ¿va a llorar Maxwell?”. Y no: él me abrió la puerta de la furgoneta y se aseguró que yo estuviera cómodo y cerró con fuerza la puerta de la furgoneta, y se despidió. Era casi como si supiera: “Tienes trabajo por hacer. Ve y hazlo. Yo estaré bien. ¡Estaré bien!”.
Fue algo muy tierno, y él es por quien estoy escribiendo una canción. Nunca tuve ese tipo de conexión antes. Vaya, por primera vez en mi vida, me hizo sentir que quiero tener hijos. Creo que “lo entendí”, sabes, y creo que eso es algo muy poderoso.
CNN: Has estado escribiendo en tu blog sobre el viaje, y en uno de los mensajes, dices: “Mi visón del mundo en mi posición por la igualdad ha sido completamente cambiada”. ¿Cuál era tu definición de igualdad antes de ir a Ghana y cómo ha cambiado ahora que has vuelto?
Mraz: Bueno, mi visión anterior era una visión occidental, y ciertamente entiendo la igualdad en el matrimonio y los derechos civiles, igualdad de derechos para todos, pero habiendo visitado a naciones en vías de desarrollo y algunas de los países más pobres del mundo, me di cuenta de cuán profundo es el asunto y qué tanto trabajo se necesita hacer para crear igualdad para todos. Así que pienso que mi mensaje se va a extender y el trabajo que hago va a tener más detalles.
CNN: ¿Cuál es tu siguiente paso? Pasaste cinco días en Ghana: ¿Planeas volver? ¿Planeas difundir el mensaje en Estados Unidos?
Mraz: Lo que me encantaría hacer es trabajar con niños en Estados Unidos para llevarles el mensaje y animarlos a ser ciudadanos globales. Todos estamos conectados por estos días; podemos escuchar la misma música de los niños en el resto del mundo y compartir nuestras ideas.
Así que pienso que me gustaría trabajar en un lugar en donde me pueda relacionar con las personas y que pueda volver a casa con historias y fotografías y cuentos. Puede que todo un salón de clase arme una actividad para recaudar fondos. Y que puedan, a lo largo del año, ver lo que sus recursos y sus acciones causan en el mundo, porque creo que es importante que las personas sepan que pueden hacer una diferencia.