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El actor Michael J. Fox habla sobre su adaptación a la vida con Parkinson

El actor estadounidense ha padecido la enfermedad casi 20 años y ahora describe con detalle su rutina
jue 30 septiembre 2010 10:30 AM
michael j fox
michael j fox michael j fox

Cuando fui al vecindario de Michael J. Fox esta mañana, no tenía idea de la hora en que comenzaría nuestra entrevista. "Debe ser muy organizado con sus medicamentos", me dijeron. "Cuando sus medicamentos hagan efecto, él estará listo". Hasta donde pude ver, la medicina hizo efecto de inmediato y los siguientes 90 minutos estuvimos hablando de todo.

Fox me contó sobre los zapatos rígidos que debe usar desde que se despierta, porque sus piernas y pies están muy tiesos. Entre risas agregó que se coloca el cepillo dental en la boca y deja que el movimiento de su cabeza haga todo el trabajo.

Como neurocirujano fue fascinante escuchar a Michael describir su propia cirugía cerebral con tanta claridad y sus miedos por volver a someterse a otra operación. "Pues es una cirugía cerebral", expresó con un gesto dramático.

No sabemos mucho sobre el mal de Parkinson. Para empezar, no sabemos qué lo ocasiona. La genética de las personas puede hacerlas más propensas y algo en el ambiente desencadena sus efectos. ¿Pero qué es? Quizás les sorprenda saber que cuatro personas en el set de la primera serie de televisión de Fox, Leo and Me, desarrollaron la enfermedad de Parkinson a una edad temprana.

¿Se trata de una anomalía estadística o de una pista? Michael y los científicos de su fundación no están seguros. Michael hace una pausa cuando le pregunto sobre su fundación. "No me preocupan unas cuantas personas, estoy concentrado en todos los que padecen la enfermedad", respondió, encogido de hombros.

Con esa finalidad, pone a trabajar los 200 millones de dólares que su fundación ha recaudado. No escucharán hablar mucho sobre células madre por parte de Michael, o de su fundación, pero puede describir a detalle los esfuerzos de un estudio internacional de cinco años sobre bio-marcadores, financiado por su fundación. El objetivo es encontrar más pistas sobre la enfermedad mediante la recolección de muestras de pacientes.

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Es cierto que la mayoría de las terapias sólo enmascaran los síntomas, y Fox cree que si encuentran nuevos blancos de la enfermedad, podrían acelerar los tratamientos disponibles.

Pregunté a Michael si estaba seguro de padecer el mal de Parkinson; después de todo, no hay una prueba de sangre o un estudio por imagenología, sólo un diagnóstico clínico, y la condición de Fox le fue diagnosticada cuando tenía 30 años. Oficialmente ha padecido el mal desde hace casi dos décadas. Fox me dijo que está seguro de que lo tiene, pero incluso hoy, el mal de Parkinson no es una ciencia exacta.

Michael se ve muy bien hoy. Hay días buenos y días malos, dijo. Cuando la gente piensa en el estado natural del Parkinson, le vienen a la mente los síntomas de rigidez, temblores y falta de expresión facial. Pero cuando Michael está medicado, es distinto: puede sonreír. Sus movimientos son constantes y fluidos, no rígidos. "Es la discinesia", comentó. "Pero me da tiempo para realizar las cosas que quiero hacer", agregó con su peculiar sonrisa.

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